Castilla y León

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Valladolid

Crónicas gastronómicas: Mojados

28 junio, 2018 11:11

Está muy cerca de Mojados, en la N-601, junto a la gasolinera donde, desde un bareto, nuestro personaje arrancó en la hostelería. Hablamos de Pedro de Frutos: taurino de pro -seguidor del toreo de sentimiento-, currante desde chico y un emprendedor nato convertido en próspero empresario hostelero a través de “El Cossío”: un auténtico santuario taurino y gastronómico, o al revés. Sus paredes delatan su afición¡¡¡

Nada más entrar Pedro nos saluda efusivamente y al instante llega Rosa, su esposa, quién, licenciada en Psicología abandonó su plaza en el consistorio de Rueda, echa un ojo al negocio (el ojo del amo engorda al caballo) para que Pedro se mueva con más libertad entre las compras, la cocina y los amplios y numerosos comedores del establecimiento .

Y en la caja Paula, la hija de ambos, quién arrima el hombro al negocio y aprende del mismo durante las vacaciones veraniegas. Paula es hija única.

Fui donde mi amigo Perico con parte de la familia. Mi hijo Alberto -cocinero en Barcelona-, su compañera y madre de mi nieta Olivia, Marta; mi hija Nati - la mediana de la casa- y Lola, mi otra nieta. En Alicante quedaba Santi -el primogénito- junto a María, su compañera, y Nico, el espigado y guapetón hijo de ambos; mi nieto mayor que cumplirá 18 años y goza de fama de buen estudiante.

Mis dos hijos han disfrutado semanas pasadas de un fantástico viaje por tierras vietnamitas y comiendo abundante pescado. Durante su periplo les envié algunas fotos de chuletillas de lechazo que habíamos degustado en la bodega de mi amigo Mariano, el de Castronuño, prometiéndoles que habría lechazo en Pucela. Ellos me devolvían fotos con pescados rarísimos. De ahí nuestra visita culinaria a “El Cossío”, aunque a mi hijo Santi y los suyos les tocará la próxima vez que aterricen por estos lares (Mi nieto Nico deja limpísimas las chuletillas…).

Perico, que ya conoce nuestros gustos, envió a Javi -eterno camarero de la casa- por delante con unas cervecitas bien frías y un torrezno tipo Soria que nos supo a gloria bendita, a pesar del colesterol… Luego siguieron unos pimientos rojos, asados en el horno de leña, guarnecidos por deliciosas anchoas, piparras en vinagre y aceitunas tipo gordal, de las que ambas nietas son buenas consumidoras, sobre todo mi Lola.

Enseguida llegaron las mollejas de lechazo fritas salteadas con láminas de ajo -en mi tierra las llamamos landres- y a continuación unos riñoncitos a la brasa que el maestro asador Sergio maneja con auténtico primor. Y a continuación la paletilla asada al horno de leña y las consabidas chuletillas de lechazo a la brasa, guarnecidas con pimientos rojos asados y patatas alargadas. Puro deleite para el paladar.

No faltó la ensalada de tomate y lechuga -la romana nos gusta más que la iceberg-. Todo ello regado con un clarete de la casa para ambos. Eso sí, rebajado con gaseosa y bebido en mini dosis por aquello de la conducción. Ellas con agua…Y las nietas sus papillas antes de que nosotros le metiéramos mano a la conveniente coquinaria de la que Perico había tomado buena nota.

No cabía más. Como dice el símil taurino: “se había empleado tanto en el caballo que luego no quiso muleta”... Pero había que tomar algo de postre, porque aquí los hay incitantes como la tarta de hojaldre -de Bravo- y un helado de turrón de placentero sabor. Eso sí, tan solo una porción de ambos postres para todos. Pero he de observar que nos tiramos como posesos al plato de la tarta y a la copa. Delicia pura…

Buen almuerzo -vive Dios- que rematamos con café mientras que mis nietas salieron al amplio jardín donde Pedro tiene instalados columpios y tobogán para disfrute de los niños. Y los papás un pitillo antes de emprender camino hacia Pucela. Le pedí a Javi la cuenta y salimos a unos 37 euros per cápita. Calidad precio razonable. Por cierto, gracias por los vinos, las cervezas, el torrezno y los “cafeses”, amigo Pedro.

En agosto, cuando Iscar celebra sus fiestas, hay que volver a “El Cossío” y darle otro abrazo a Perico, a Rosa y a Paula.

P.D.: Paula recibe su nombre en honor a Rafael de Paula, el torero gitano de Jerez por el que Perico sentía auténtica admiración. Ole, torero¡¡¡