Tarde soleada, de las que te permite prescindir del abrigo o, al menos, no llevarlo abrochado hasta cubrir la garganta; mientras los más valientes se animaban ya a subir a Zorrilla en manga corta. Seis y media de la tarde, hora de merendar, de pipas, muchas pipas en las gradas del estadio mientras se apuraba el calentamiento de los equipos reales y comenzaba el choque.
A medida que el apetito se saciaba crecía el interés por ver al Pucela marcar un gol, avanzaba el partido y con él caía el sol, hasta desaparecer completamente tras el descanso. El 0-1 del descuento enfrió el ambiente y destempló a más de un aficionado, pero el empuje de los pupilos de Sergio en la segunda mitad hizo olvidar la temperatura y apretar los dientes en busca del empate.
Al final, los 20.125 que poblaron el graderío (entre ellos una importante representación de seguidores del Betis) vieron con frustración como la falta de gol hacía escapar un partido que había estado a tiro y dejaba los tres puntos en la lejanía.