Testigos directos del trágico accidente registrado en febrero de 2016 en la Ronda Exterior de Valladolid, donde un camionero partugués alcanzó con su remolque a dos ciclistas, uno de los cuales perdió la vida, han asegurado hoy haber visto cómo el vehículo pesado iba dando bandazos y llegó a invadir el arcén por el que circulaban las víctimas, posiblemente por una distracción del conductor.
Tras dos suspensiones anteriores del juicio y un cierto 'rifi rafe' competencial entre el Juzgado de Instrucción 3 y el Juzgado de lo Penal 3, finalmente la vista oral ha podido celebrarse, no en su totalidad, ya que para este miércoles están previstos los informes finales, y en medio de una cierta expectación, como lo atestigua la treintena de personas, entre familiares y amigos de los ciclistas afectados, que se ha concentrado a las puertas de los juzgados con una gran pancarta en la que se podía leer 'Respeta mi espacio, respeta mi vida'.
Y ese espacio es el que presuntamente, a tenor de lo declarado por testigos de los hechos y agentes de la Guardia Civil, no habría respetado el transportista luso el día de autos, a pesar de que éste, quien tan sólo ha respondido a preguntas de su defensora, haya negado tanto que se distrajera por supuestamente hablar con el móvil o ir comiendo, algo que ha rechazado categóricamente, como que llegara a invadir el arcén.
"!Me va a perseguir hasta el final de mi vida!", ha espetado visiblemente emocionado el acusado al recordar el accidente y la estampa que se encontró al bajarse del camión y ver a los dos ciclistas tendidos en el asfalto, al tiempo que ha atribuido el siniestro al rebufo o "efecto látigo", como así ha indicado literalmente, que pudo producir el camión al pasar cerca de Jesús Negro y Aitor Martínez, el primero de ellos fallecido y el segundo gravemente herido.
En su declaración, Andrés dos S.C, ha llegado a indicar que Aitor Martínez, quien iba por delante de su compañero fallecido, llegó a invadir la vía por la que él circulaba a una velocidad dentro de los límites legales, afirmación esta última que sí certifican los datos extraídos del tacógrafo del camión.
Sin embargo, los informes forenses y de la Guardia Civil sobre las lesiones de los ciclistas y posibles causas del siniestro, respectivamente, descartan el "efecto látigo" y avalan la tesis de que el atropello, sin duda alguna, se produjo en el arcén por las huellas de frenada donde se produjo el punto de colisión.
Los guardias civiles que ha declarado sólo se explican una posible distracción como causa del accidente y, además, precisan que hubo impacto, como así lo atestigua el estado en el que quedaron las bicicletas y los desperfectos en la parte delantera derecha del camión.
Heridas incompatibles con una simple caída
Por su parte, los forenses han precisado que la muerte de Jesús Negro, quien presentaba un corte de 36 centímetros de profundidad que seccionó su columna vertebral, "no es compatible con una simple caída sino tras recibir un golpe contra un objeto cortante", en alusión al guardarrail o quitamiedos al que fue proyectado el ciclista tras el impacto del camión.
Testigos directos de los hechos, otro transportista que circulaba por detrás y una madre y su hijo que viajaban en un turismo, han corroborado también que la colisión se registró en el arcén. El hijo de la conductora del vehículo, que entonces tenía 15 años y hoy 18, ha explicado que vio perfectamente el siniestro por su ventanilla cuando el camión, que iba dando bandazos, se metió en el espacio por donde circulaban ambos ciclistas, según informaron a Europa Press fuentes jurídicas.
El ciclista que quedó vivo, Aitor Martínez, ha recordado el día de los hechos emocionado, un día tranquilo, ha advertido, hasta que en un momento dado sintió un fuerte empujón y acto seguido se vio ya en el suelo, con un fuerte dolor en el estómago y sin poder incorporarse. Su relato ha llegado al momento más emotivo al referirse a su compañero Jesús, que le precedía y al que vio que ya no se movía.
También ha declarado la entonces novia del ciclista fallecido a los efectos de determinar el grado de afinidad con la víctima y su posible inclusión en el capítulo indemnizatorio.
El juicio quedará este miércoles visto para sentencia. Las acusaciones pública y particulares tipifican los hechos como constitutivos de un delito de homicidio por imprudencia grave y otro de lesiones por imprudencia grave y solicitan penas que oscilan entre los tres años de privación de libertad, según el escrito de calificación del fiscal, y los cuatro y cinco años pedidos, respectivamente, por el letrado del herido grave y del ciclista fallecido.
Los acusadores interesan igualmente la privación del carné de conducir del transportista por espacio de entre cuatro y ocho años, petición esta última realizada por el representante legal de la víctima mortal.
En concepto de indemnizaciones, con responsabilidad civil directa de Allianz y subsidiaria de Transportes Couto S.A. y Transportes Nordestinos LDA, el fiscal pide para la familia del fallecido un total de 232.620 euros, de ellos 50.400 para su padre, 15.400 para cada uno de sus tres hermanos y más de 128.500 para su entonces pareja sentimental, percepción esta última de la que discrepa la aseguradora ya que ésta considera a la novia como "allegada".
Por su parte, la acusación pública cifra en más de 40.000 euros las indemnizaciones para el otro ciclista que quedó gravemente herido.