El ruido siempre nos impide escuchar la música.
Tengo un tono de voz que, me dicen, es muy elevado y que, por ello, resulta molesto, pero me permite transmitir mi mensaje sin que el ruido del ambiente impida al receptor alcanzarlo, si es que le es de interés. Hoy se habla bajito, se transmite en 140 caracteres, en silencio, nos estamos acostumbrando a ocultar nuestra opinión, nuestro mensaje en aras de un buenismo formal y una rapidez o agilidad en la transmisión que la hace banal, hueca o inconsistente.
Ante el momento que nos encontramos, los políticos nos engañan prometiendo y prometiendo hasta obtener su gozo con nuestro voto para, una vez conseguido, olvidar lo prometido; pero, además, ya ni siquiera nos explican lo prometido para limitarse a un tweet. Ya no hablan, no tienen voz, únicamente imagen y pajaritos en la red, no hay calor, no hay sentimientos que no quepan en ese medio, de forma que no sientes la cercanía, la verdad y el sentimiento que debe de transmitirte aquel que pretende obtener tu confianza, olvidando que esta es de muy difícil obtención y que, una vez conseguida, es de muy fácil defraudación, si bien, cuanto antes te sientas defraudado más duramente actuarás contra el defraudador.
Los ciudadanos, los “perritos sin alma” lo que buscamos es gente que desee acudir a la política a servir y dar lo mejor de sí mismos, demostrando que se pueden hacer las cosas de forma diferente, más cercana, con sinceridad, con honradez, sin fatuidades y engolamientos, sino mirándonos a los ojos y explicando su proyecto para, después, ser capaces de rendir cuentas, pedir perdón y seguir sin bajar la mirada.
Hoy, estamos ante una disyuntiva vital; por un lado, corre peligro cierto la unidad de la nación y, por otro, estamos al borde del abismo de una nueva crisis económica, por lo que necesitamos profesionales que nos digan, con claridad y sin miedos, qué proyecto de España nos presentan y qué proyectos económicos que impidan una crisis están dispuestos a aplicar, no nos sirven aquellos que ocultan su intención y están dispuestos a pactar con el diablo con tal de mantener el machito y vender España, ni aquellos que se limitan a gastar y gastar sin tener previamente en el monedero, ni quienes pretenden que las austeridades y crisis sólo las suframos los paganos.
El votante quiere la verdad, quiere que le digan quién pagará la fiesta. Ya probamos lo que supuso fiarnos de políticas económicas basadas en el buenismo y el negacionismo de la crisis, lo que supuso para nosotros creer lo que nos decía Pedro Solbes, cuando criticaba a Manuel Pizarro, y lo que nos ha dolido que, con Rajoy, la austeridad sólo se aplicase al ciudadano, pero no observo cómo nuestros políticos actuales nos expliquen con seriedad, solvencia, rigor y sinceridad cómo van a evitar la crisis, quién la pagará y se dejen de zarandajas, ni que unos u otros nos presenten una visión o programa para España que no sean simples soflamas o falaces pretensiones grandilocuentes sin la oportuna probatura.
Por favor, exijamos seriedad y seamos serios, dejemos de vender humo con políticas de gasto que nos llevan a la ruina y exijamos que las austeridades y apreturas corran de cuenta de los políticos y no sólo de los habitantes de esta nuestra España, obliguemos a que nuestros políticos nos expliquen sus proyectos y se sometan a nuestra censura y evaluación sin plexiglás, sin farfullas, sin retoques fotográficos y votemos sabiendo lo que nos ofrecen, exigiendo cumplan lo prometido y valorando la valentía de dar la cara y decir la verdad frente a la manipulación y la estulticia.
Votar es democrático cuando se hace con conocimiento y una correcta evaluación que nos permita controlar el poder; en otro caso, es un acto de mera apariencia no constitutivo de nada. La democracia es control, el control es evaluación y la evaluación es conocimiento del poder y del que quiere ese poder, no nos dejemos engañar.