Pablo Hervías recupera la sonrisa
Pablo Hervías era el hombre más feliz del mundo cuando el pasado mes de enero era presentado de nuevo como jugador del Real Valladolid. El riojano por fin cumplía su sueño de volver al Pucela pero apenas unas semanas después tuvo que tomar la difícil decisión de parar y operarse debido a una lesión en su rodilla izquierda que le impedía ofrecer su mejor versión y jugar sin dolor.
“Contra el Villarreal tengo el problema grave. Decido seguir entrenando con un tratamiento conservador para no tener que operarme, pero llega un punto en el que la rodilla empieza a hacerme extraños y a dolerme mucho cuando golpeaba. Decido centrarme en la operación y en la recuperación con el objetivo de poder llegar a esta concentración de pretemporada con la posibilidad de hacer sesiones de entrenamiento con el grupo, tal y como ahora es una realidad”, rememora.
Como en aquella ocasión en la que se sentó de nuevo en la sala de prensa de Zorrilla, la sonrisa no se le borra de la cara. Atrás quedan muchas horas de gimnasio, muchas horas de fisioterapia. “Un trabajo muy duro. Fatiga, sueño, sufrimiento desde fuera… Pero ya estoy aquí y la verdad es que estoy muy contento”.
Hervías vivió desde fuera aunque al lado del equipo la recta final de la pasada temporada. Viajó a muchos partidos para apoyar a sus compañeros y recuerda que fue en Mendizorroza cuando se dio cuenta de que el equipo iba a lograr la permanencia. “Nos levantamos después de un inicio muy duro. Ahí super que lo conseguiríamos”.
Que el entrenamiento no acabe
Cuando un jugador está lesionado y regresa a hacer lo que más le gusta valora por encima de todo el simple hecho de poder calzarse las botas y disfrutar con los compañeros sobre el verde. Y en ese momento se encuentra un “súper feliz” Pablo Hervías, quien añora que los entrenamientos duren “dos o tres horas” más. “La rodilla responde”, resume.
El extremo valora la llegada de futbolistas que incrementan el nivel de la plantilla –“futbolistas que hace dos años ni imaginábamos que pudieran estar aquí”- y subraya que el objetivo es la salvación. “No nos tenemos que engañar. La meta es la permanencia y si podemos sufrir un poco menos, mejor”.