La Cámara de Comercio de Valladolid ha otorgado hoy, a título póstumo, la Medalla de Oro al exalcalde de la ciudad, Tomás Rodríguez Bolaños, en un acto en el que se han dado cita, además de la familia del homenajeado, distintas personalidades del mundo de la política como el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, el presidente de las Cortes, Luis fuentes, el consejero de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, Jesús Julio Carnero, o Jesús Quijano, exsecretario autonómico del PSOE, entre otros.
La viuda de Rodríguez Bolaños, Irene Santamaría Uzqueda, es quien ha recibido la medalla de manos del presidente de la Cámara de Comercio, Víctor Caramanzana, y del expresidente de la misma entre 1987 y 2006, Vicente Garrido Capa.
Se rinde homenaje y se reconoce así, por parte de la institución, la labor de quien fuera alcalde de la ciudad entre los años 1979 a 1995. La decisión de hacer entrega de esta condecoración fue adoptada de manera unánime por el Pleno de la Cámara de Comercio el pasado 29 de noviembre.
Una de las intervenciones en este acto ha corrido a cargo del alcalde de Valladolid, Óscar Puente, quien se dirigía a los presentes con estas palabras:
“Han pasado ya más de diez meses desde aquel fatídico 2 de noviembre del pasado año, en el que recibimos la tristísima noticia de que Tomás Rodríguez Bolaños había fallecido, inesperada y repentinamente, en San Juan de Gaztelugatxe. Y lo cierto es que aún no nos hemos acostumbrado a su ausencia. Será, quizá, porque su figura y su legado, que se acrecientan a medida que pasa el tiempo, siguen acompañándonos.
Efectivamente, aunque le seguimos echando mucho de menos le seguimos sintiendo cerca, a lo que contribuye actos como el que hoy nos convoca por cuanto nos permite tenerlo presente.
Siento el pesar, sin embargo, y supongo que será una emoción compartida, de que no hubiéramos acertado a hacerle los reconocimientos que han seguido a su muerte cuando aún estaba en vida. Pero se nos fue de improviso, sin avisar, y sin darnos tiempo a decirle, y a demostrarle, cuanto apreciábamos el inmenso trabajo que hizo por esta ciudad y por sus gentes. Así, nos hubiera gustado entregarle las distinciones de Hijo Predilecto de la ciudad y la Medalla de Oro que le otorgó el Ayuntamiento de Valladolid cuando todavía estaba entre nosotros. Y esa sensación estoy seguro que también la experimentáis los miembros de la Cámara que hoy distinguís a Tomás con vuestra Medalla de Oro. Al menos nos queda el consuelo de que sea su familia la que recibe estos testimonios que ponen de manifiesto la grandeza de Tomás.
Y nos alivia pensar que Tomás recibió personalmente el reconocimiento que, conociéndolo, más podía agradarlo: el cariño y el agradecimiento de sus paisanos, que se lo demostraban cada día, de lo que podemos dar fe quienes teníamos oportunidad de caminar con él por la calle.
A todos esos homenajes, el popular y los de las instituciones, se suma hoy el que, merecidamente, le hace la Cámara de Comercio e Industria, que a propuesta de su Comité Ejecutivo, le ha concedido la Medalla de Oro de la Institución. Las razones, de peso, para otorgar el galardón se han expuesto al principio de este acto, y no hemos podido por más que asentir cuando el Secretario de la Cámara las iba desgranando.
Efectivamente, Tomás tuvo claro cuál era el importante papel que debía jugar la Cámara como fortalecedor y coordinador del tejido empresarial en la ciudad, en unos tiempos en los que, entre todos, se iba construyendo, sin manual de instrucciones, una sociedad que estaba aprendiendo a vivir en democracia. Tomás, consciente de que esa era una labor colectiva, promovió la participación y el diálogo con todos los agentes sociales, entre ellos, los empresarios agrupados en la Cámara, que también atravesaba su proceso de modernización.
Fundamental fue también la colaboración del Ayuntamiento presidido por Tomás con las instituciones que promovían la Feria de Valladolid, entre ellas, de manera principal, con la Cámara, junto a la que dio un giro sustancial a la Feria y al Consorcio que la regía. No en vano en esa etapa se reformaron y ampliaron las instalaciones de la institución ferial, con lo que se abría la puerta para acoger más certámenes sectoriales.
En ese propósito, Tomás colaboró activamente con la Cámara y, especialmente, con quien fuera su presidente Vicente Garrido Capa, con quien le unía una gran amistad.
No he de extenderme más, por lo que, para finalizar, quiero agradecer, en nombre de todos los vallisoletanos, a la Cámara de Comercio e Industria por el reconocimiento que hoy hace a la figura de Tomás Rodríguez Bolaños, alcalde, muy querido, que fuera de esta ciudad.
Como decía al principio de mi intervención, a Tomás le seguimos echando de menos, y nos resistimos a no seguir encontrándolo paseando por las calles y plazas de Valladolid haciendo gala de esa bonhomía que le caracterizaba”.