Algún nostálgico aún llama al estadio de Valladolid el "nuevo" José Zorrilla. Lo cierto es que lejos queda el Mundial del 82 y la época de estrenos en un campo conocido por el frío que se pasa en las gradas.
Pero este domingo ha sido día de estrenos, de cambios, en la casa del Pucela. El foso ha desaparecido y ha dejado paso a un mayor aforo, gracias también a que se ha bajado el nivel del césped.
Ese cambio ha incrustado los banquillos en la grada y se ha generado un área técnica inmensa. Olor a pintura por los pasillos, publicidad renovada en el interior y un gran pantallón que, al fin, está a la altura de un equipo de Primera División.
Los aficionados pueden mirar de reojo a la pantalla situada en el Fondo para ver el desarrollo del juego, estadísticas y repeticiones. Un valor añadido que bien merece quien paga una entrada o un abono.