Mejor ambiente y mucho más público que el lunes. El sol y el calor acompañó toda larde en una bella jornada de rejoneo, donde el público lo pasó en grande. La alternativa de Sebastián Fernández fue un acto inédito en Tordesillas, en materia de rejones. Y se la dio Andrés Romero de padrino y Juan Manuel Munera de testigo.
Abrió plaza el toricantano granadino, que tiene una buena doma y mucho desparpajo en la cara del toro. Fácil con los hierros y elegante con los caballos, no tardó en conquistar al tendido consiguiendo una oreja en cada uno de sus toros.
Andrés Romero pinchó una faena entonada y variada, que hubiera conseguido con seguridad trofeo si no llega a marrar en la suerte suprema. Tuvo que descabalgar para utilizar muleta y descabello; algo que los montados temen: bajar al albero. Silencio
Una oreja consiguió con su segundo oponente en faena de corte parecido a la de su primer toro. Maneja bien los tiempos, está curtido en sus cinco años de alternativa y tiene experiencia en plazas de gran relieve como Sevilla y Madrid.
Pero no tuvo su tarde y debió sentir que la gloria se la llevaban sus compañeros de terna y la oreja le supo a poco, a pesar de los gestos ostensibles de él mismo y sus subalternos pidiendo la segunda al palco, quien consideró que la faena era solo de un trofeo. En un acto de soberbia la arrojó al suelo despectivamente, siendo abucheado por el público.
Bien es cierto que posteriormente pidió perdón al usía (Jesús López Garañeda) quién se sintió molesto por la arrogante actitud y todo quedó en un arrebato juvenil.
Mención aparte merece el joven rejoneador de Villarrobledo, Juan Manuel Munera, quién se llevó en el esportón tres trofeos que le habrán sabido a gloria. Reeditó el triunfo de hace dos años, cuando aún era un incipiente aspirante a la gloria.
Esta tarde en Tordesillas lo hemos visto con poso, con un gran dominio en la doma y certero al clavar. No se precipita, no se altera. Y ya no da tantas y tantas pasadas en falso para rematar con los rejones de muerte.
En piruetas y quiebros con sus corceles en la cara de los toros, nos parecía a veces estar viendo a todo un Diego Ventura, valga la comparación. Pero sobre todo en el albaceteño impera el temple; uno de los conceptos más difíciles de interpretar en el toreo, tanto de a pie como a caballo.
Dos orejas logró en su primero y otra en el que cerraba festejo, lo que le permitió volver a salir en hombros por la puerta grande de Tordesillas junto a su compañero de cartel, el granadino Sebastián Fernández.
Lo comentamos en su día cuando hicimos la crónica: “Villarrobledo tendrá un rejoneador importante en poco tiempo”. Han pasado algunos años y lo ha demostrado. Le falta dar ese paso importante a la hora de la suerte suprema, que le ha quitado trofeos importantes como por ejemplo el de su confirmación en Las Ventas.
Disculpen ustedes mi pasión, pero el coso de Tordesillas se ha llenado esta tarde de un caro perfume torero, proveniente de un rejoneador manchego llamado Juan Manuel Munera, más concretamente de mi Villarrobledo del alma. A cuatrocientos kilómetros de distancia se nota mucho la ausencia. Vaya si se nota.
Queremos aprovechar para animar y saludar a otro joven rejoneador villarrobledense como es Víctor Losa. Ahora convaleciente de una grave lesión producida por el estoque de cruceta, le enviamos un fuerte abrazo y deseamos que vuelva a los ruedos lo antes posible.
P.D. : Quién podía pensar que en mi pueblo saldrían nada menos que dos rejoneadores al cabo de los años. Escasa afición hubo a la monta de equinos en Villarrobledo, aunque sí la hubo de toreros de a pie. Los mayores del lugar recordamos a “Pispiro”, que hacía el despeje de plaza en nuestro coqueto coso allá por los años 60 y 70. En fin. Viva el toreo, el rejoneo…y mi pueblo.
GALERÍA DE FOTOS: NATALIA CALVO