Crónicas urbanas y gastronómicas por Valladolid
Volvimos a las andadas con mi amigo Félix Sanz y los recientes, pero excelentes amigos y personas, Javi y Tasio (los de las exquisitas sardinas ahumadas “Delamar”). El mus hubo que aplazarlo para otro día, pero comimos de cine en “El Rincón de Lagunilla”.
Y es que la hostelería de Valladolid es rica en variedad y en calidad, además de formar a unos magníficos y auténticos profesionales del sector, que otros empresarios hosteleros, allende las fronteras regionales, se los rifan.
Es el caso de Víctor Mesonero. “Salmantino, borracho y fino”, suele contestar en tono amigable y jocoso cuando le preguntan su procedencia. No conocía a Víctor, pero él si me reconoció y dijo tener un amigo en común como es el maestro José Luis Lera. Grande Lera.
Víctor es pura simpatía, su profesionalidad y veteranía le permite ese saber estar detrás de la barra y en el comedor que requiere el oficio. Lleva tiempo laborando en este negocio que gerencian Pedro y Belén, a quiénes echa una mano Nico, el espigado hijo de ambos.
Pedro González cultiva la cocina y de ella salen exquisitas viandas de las que dimos cuenta con voracidad por el hambre que teníamos (Félix y Javi llegaron a las tantas). Tasio y un servidor nos habíamos adelantado tomando algún vinito por los alrededores de Dos de Mayo, que es donde se ubica este establecimiento.
Pero, al margen de la voracidad, fue degustado como se merece y, sobre todo, por el trato recibido por parte de Belén, quien tomó nota de la comanda y nos recomendó lo mejor de un amplio repertorio con el que remataremos la crónica. Y de vez en cuando Víctor asomaba por el pequeño y coqueto reservado trayéndonos las viandas.
Les cuento: de entrada y al centro una deliciosa ensalada de chicharro de la que dimos cuenta de inmediato…con barquitos incluidos. De lujo.
Y luego los primeros, donde todos coincidimos con unas alubias con berberechos. Piel fina la alubia blanca y muy de buen comer…escasos los moluscos bivalvos, Pedro, jajaja.
Pero el maestro culinario nos resarció con una merluza a la plancha, al punto, cuyos lomos agrandaban el plato. Delicia pura y frescura total del producto. Una salsa pelín picante y con sabor intenso a ajo se esparcía en dibujos alrededor de la gadiforme, sin llegar a tocarla. Por lo que el sabor y la textura eran reales y sin aditamentos.
Un tinto de la casa…con gaseosa tomamos Félix, Tasio y un servidor. (al final mi mezcla va convenciendo, jajaja). Javi bebió su clásica botella de agua con gas. Cómo se cuida este gran emprendedor empresarial!!
Un día les contaré cómo elabora las famosas sardinas ahumadas, de las que surte a media España desde el Polígono de San Cristóbal a través de Tasio y una red de comerciales. Nunca una sardina ahumada alcanzó tal grado de exquisitez.
Empezamos la partida al mus, pero un imprevisto no permitió su finalización, por lo que tuvimos que tomar a toda prisa los gintonic que nos habían preparado. La reanudaremos con un juego a favor, y en el segundo nos llevaban tres amarracos.
En fin. Ya ven el sufrimiento que uno tiene que padecer al tres por dos con estos amigos. Esto no es vida.
P.D.: A ver si un día convenzo al crack de Alvar -cuando esté libre de redacción- para que juegue una partida conmigo o contra mí. Siempre aprenderá algo…
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