Condenado a 2,5 años por agarrar del cuello a su esposa
La Audiencia de Valladolid ha confirmado la condena de dos años y medio de prisión a un hombre por agarrar por el cuello a su esposa y llamarla "loca y sorda", hechos registrados en el domicilio familiar en 2017.
El fallo de la Sección Cuarta de lo Penal de la Audiencia Provincial desestima así los recursos interpuestos por la defensa del condenado y de la acusación particular--pretendía que le condenaran por maltrato habitual--y confirma en todos sus términos la condena dictada por el Juzgado de lo Penal 3, según la cual el encausado es autor de tres delitos de malos tratos, con imposición de diez meses de cárcel por cada uno, aunque se da al maltratador la posibilidad de sustituir dicha pena, dada su avanzada edad, por setenta días de trabajos en beneficio a la comunidad.
También se le condena a diez días de localización permanente por un delito leve de injurias, así como a la prohibición de comunicar o de acercarse a la víctima a menos de 300 metros y por espacio de seis años.
La sentencia ahora ratificada reconoce que el matrimonio se trasladó en 2017 a Valladolid tras 50 años de convivencia en San Felices de Buelna (Cantabria) y fue a partir de entonces cuando él empezó a llamar a la denunciante "loca, sorda", llegando a agredirla el 17 de mayo de 2017 tras discutir por el consumo compartido de los mismos medicamentos, episodio en el que dio un manotazo en la mano de la esposa y la agarró por el cuello, aunque sin llegar a dejar marca o señal alguna.
A posteriori, durante el verano de ese año, y tras pedirle la esposa que no hiciera más obras en la vivienda para no gastar los ahorros, el condenado reaccionó con violencia cuando le desenchufó el taladro y la volvió a coger por el cuello, según informaron a Europa Press fuentes del Gabinete de Prensa del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León.
Fue finalmente el 6 ó 7 de diciembre de 2017, cuando el ahora condenado arrinconó a su pareja contra la pared de la cocina y la agarró nuevamente por el cuello, dejándole marcas amoratadas que persitieron una semana después, tras acusarla de envenenarle la comida y decirle "me estás cansando con tantas tonterías".
El 13 de diciembre Marina abandonó el domicilio matrimonial para pasar a vivir con uno de sus hijos.