Cinco partidos llevaba el Real Valladolid sin lograr un gol desde aquél 3-0 al Mallorca el 3 de noviembre. Podría parecer que romper esa mala dinámica en la puntería le serviría al equipo de Sergio González para volver a ganar, y así pintaba en el partido ante el Valencia, con un gran gol de Guardiola de falta directa. Sin embargo, en un partido deslucido por el viento y la lluvia, el Valencia arrebató esa alegría en el último suspiro, al filo del descuento concedido por el árbitro, y dejó sentenciado el empate.
Comenzó el Pucela con la prudencia que es santo y seña del equipo de Sergio González, pero conscientes de que la falta de gol apremia. Primero un gran centro de Antoñito, después una jugada escurridiza de Toni Villa y luego un libre directo de Sandro ajustado pero fuera. Media hora en la que el partido enseñaba sin dudas el empate a cero ante un Valencia que tardó en entrar en juego.
Un remate de cabeza de Rodrigo hizo encoger el aliento a la afición blanquivioleta. Justo antes del descanso Masip tuvo su mejor intervención para despejar un remate de Paulista.
Tras el paso por vestuarios, en el minuto 54 Sandro y Ünal tuvieron su gran minuto, primero con una falta de entendimiento que negó que la jugada terminara en una ocasión de peligro, pero acto seguido Toni Villa recuperó el balón, Sandro disparó desde fuera del área con potencia y sólo el fuera de juego impidió al turco abrir el marcador.
Eran los mejores compases del Valladolid en el partido. La volvió a tener Hervías en uno de esos lanzamientos de falta que ya son emblemáticos en Zorrilla, aunque esta vez su centro raso buscó a Moyano pero el remate del lateral se fue fuera.
Guardiola entró por Sandro y el Pucela incrementó su empuje ofensivo y el acoso a la portería de Domenech. Fue ahí cuando, a la contra, el Valencia tuvo su superioridad más clara, pero el disparo de Ferrán terminó fuera. División de opiniones con el segundo cambio del equipo, cuando Sergio decidió sustituir a Toni Villa, termómetro ofensivo del equipo, por Anuar.
Seguía el 0-0 en el marcador de Zorrilla y la afición se impacientaba. En el minuto 83, con Hervías en el banquillo, Guardiola asumió el disparo de una peligrosa falta en la frontal. Respiraba el delantero, con los pulmones aún repletos de energía, listo para el disparo. Golpeó la pelota con potencia y precisión, buscando la escuadra y exigiendo la estirada de Domenech. Llegó el portero del Valencia a detener la trayectoria del balón, se peleó el rechace y, cuando el balón acabó fuera, llegó el momento del VAR. Por el pinganillo le llegó al árbitro la decisión que hizo estallar de alegría Zorrilla. Domenech llegó a frenar el balón pero lo hizo ya cuando la pelota había traspasado la red.
No había un final feliz esperando, no era este un partido de espíritu navideño para los aficionados al Valladolid. Cuando el descuento ya apuraba su final, Ferrán colocó un gran centro al área pequeña y, pese a la acumulación de jugadores en la zaga del Pucela, Manu Vallejo remató sin oposición y condenó el partido a la igualdad.