Óscar Plano ya es centenario. El atacante disputó ante el Valencia su partido oficial número cien con la camiseta del Real Valladolid, una cifra muy destacable y más aún si se tiene en cuenta que llegó a la disciplina blanquivioleta hace apenas dos años y medio, en el verano de 2017.
Desde entonces, Plano acumula 51 encuentros en Primera, 44 en Segunda (incluidos los 4 del playoff de ascenso) y 5 en Copa del Rey, con un total de 12 dianas. El madrileño ha sido importante tanto para Luis César como para Sergio González, los dos técnicos que le han dirigido en el Pucela.
“Para mí es un orgullo haber disputado ya cien partidos con la camiseta de un club histórico como el Real Valladolid, han sido los mejores años de mi vida profesional y personal”. No en vano, aparte del ascenso de la temporada 2017/18 y la meritoria permanencia en la 2018/19, su primogénito Óscar nació en enero de 2018. Apenas unos meses después, el equipo culminaba una recta final de campaña absolutamente espectacular y el atacante brilló con grandes actuaciones en el playoff y dos goles decisivos en El Molinón y en Los Pajaritos.
“No solo yo, todos rayamos a un gran nivel. El míster supo dar con la tecla y el premio fue mayúsculo. Solo recuerdo a toda mi familia llorando en el césped y a una ciudad disfrutando porque Valladolid volvía a estar en lo más alto. Fue lo máximo”, recuerda mientras da mérito a la gran importancia que tuvieron y tienen las familias a la hora de respaldar a los futbolistas.
“El nacimiento de mi chiquitín me hizo valorar muchas cosas que a lo mejor antes no valoraba tanto. Hay que darlo todo por aprovechar las pequeñas oportunidades, detrás de nosotros hay gente que se esfuerza y que te apoya cuando llegas mal a casa. En el fútbol no todo es bonito y, en mi caso, ver la sonrisa de mi hijo hizo que mi mundo cambiara”.
Dudas superadas
Al hilo del apoyo familiar, Óscar Plano recuerda los peores momentos con la camiseta del Pucela, los que coincidieron con la mala racha de resultados en la segunda vuelta de la pasada temporada. “Tuvimos un bache y te entran las dudas, hacen que te tambalees y que no te veas capacitado. La cabeza no para de darte vueltas, quieres que tu familia esté orgullosa de ti y te ves abajo en la clasificación… El año del debut en Primera siempre es complicado, aunque al final acabé el año con mucha confianza y creyéndome que podía estar ahí”.
Ese mal momento sirve de aprendizaje para asimilar la racha sin ganar que acumula el equipo actualmente, afortunadamente aún lejos de la zona de descenso. El atacante se muestra convencido de que “las cosas saldrán muy bien” y espera poder cumplir otros 100 partidos con la camiseta del Real Valladolid. “Ojalá”.