Jordi Masip (Sabadell, 3-1-1989) alcanzó ante el Leganés, precisamente en su cumpleaños. su partido número cien con la casaca blanquivioleta. Ya es centenario, como en la anterior jornada lo fue su compañero Óscar Plano. Redonda cifra de actuaciones amasada en apenas dos años y medio, pues recaló en la entidad vallisoletana en el verano de 2017 procedente del FC Barcelona y en busca de un rol protagonista que en Can Barça se le antojaba harto complicado lograr.
Desde entonces ha disputado 54 partidos en Primera División y 46 en Segunda (contando los de Promoción de ascenso) en los que ha encajado 126 goles, por lo que resulta una media de 1,26 tantos recibidos por cada encuentro como inquilino del arco vallisoletano. Solo se perdió tres partidos de Liga y los de Copa del Rey desde que aterrizó en Valladolid, donde ha encontrado la tranquilidad que enlaza con su sosegado carácter a pesar del “fresquito” pucelano al que, según dice, ya se está acostumbrando.
“Siempre tienes ilusión en jugar todos los partidos posibles. No se piensa en una cifra, pero llegar a cien partidos me hace sentir orgulloso. En un club como este y después de todo el cariño que he recibido de la afición, de la gente del club y de los compañeros, es un orgullo que siempre voy a recordar”, comenta el guardameta catalán de 31 años recién cumplidos, quien asimismo subraya que desde el primer día halló en Zorrilla una familia bien avenida.
Ya han pasado cien encuentros desde su llegada. Un centenar de actuaciones que marcan su etapa blanquivioleta, la cual, responde sin vacilar, es la más importante de su trayectoria dado el relevante papel que le ha tocado asumir. Un período en la que no faltaron los momentos malos, según indica, pero que enmarca con dos instantes de júbilo que cuenta como títulos: el ascenso a Primera y la salvación en Vallecas de la pasada campaña. Dos logros que todavía siguen horadando una sonrisa en su rostro.
“A nivel personal, de lo que yo he podido aportar al Club, sin duda son los mejores momentos de mi carrera. Tengo otros títulos que no he podido sentir tanto al no participar siendo habitual”, anota Jordi Masip al respecto de la caterva de trofeos conseguidos durante su etapa en el FC Barcelona (Liga, Liga de Campeones, Copa, Mundial de Clubes…).
Un pasado que le permitió compartir vestuario con los mejores jugadores del mundo y que le ha servido para crecer como actor principal a orillas del Pisuerga. Ahora, con la mente puesta en la presente campaña, solo piensa en seguir ayudando a cimentar la solidez defensiva del Real Valladolid con vistas a conseguir el objetivo de la permanencia.
“Estamos a mitad de camino, con la mitad de los puntos que necesitamos para salvarnos y estamos trabajando para alcanzar el objetivo lo antes posible. Hay cosas que mejorar, trabajamos para ello, pero también hay cosas que estamos haciendo bien. Intentamos ser regulares y estamos trabajando para que no se sufra tanto como el año pasado, pero somos conscientes de que es difícil”, asevera.
Para él, siempre se puede progresar. Tanto a nivel colectivo como individual, de ahí que no dude que ha conseguido medrar durante estos dos años y medio en Valladolid. De hecho, menciona aspectos como su “pierna izquierda” y los “despejes”, aunque no quiere pararse ahí en su ímpetu por ser un portero lo más completo posible.
La presión de la portería
Una posición, la de guardameta, que siempre le atrajo, pese a que en sus inicios era jugador de campo, y que conlleva una presión diferente dada su importancia capital en el desarrollo del juego. “Es así. Hay que llevarla con normalidad y no darle vueltas. Corregir lo que no se hace bien y no volverse loco. La carrera te enseña que hay que estar tranquilo y ser paciente. En cualquier caso, hay que ser un poco especial para ser portero por la posición que es y la responsabilidad que conlleva”, apunta Jordi Masip antes de concluir la entrevista nombrando a su referente bajo palos.
“Yo tuve uno muy claro en el FC Barcelona que era Víctor Valdés. Tuve la suerte de poder entrenar y compartir vestuario y consejos con él. Lo que más aprendí de él era su fortaleza mental y el desparpajo que tenía jugando. Le daba igual lo que se dijera de él. Se recomponía enseguida de cualquier fallo. Era fortísimo de cabeza. Intento parecerme un poco a él en ese sentido. Lo admiraba mucho por eso, por lo complicado que es soportar la presión de una portería como el Barcelona”, finaliza Jordi Masip, un portero que quiere seguir batiendo registros con el Real Valladolid desde la serenidad y la entereza mental que absorbió en Barcelona.