No ha podido ser. A pesar de los esfuerzos titánicos del Promyges Rally Team la quinta etapa les ha dado un último golpe que les ha hecho abandonar la carrera definitivamente. La mala refrigeración del motor ha sido su talón de Aquiles desde el primer día, un problema que gracias la constancia y el gran trabajo de sus mecánicos consiguieron solventar en un primer momento. Sin embargo, un cúmulo de circunstancias han hecho que Roberto Carranza y Juan Carlos Fernández tuvieran que despedirse definitivamente del Dakar al final del tramo de ayer.
“Por una cosa u otra hemos tenido algo que no nos ha querido acompañar. No obstante, los mecánicos y nuestros participantes han hecho todo y más”, ha asegurado Juan Carlos Fernández. Unas palabras que también ha destacado Roberto Carranza, quien ha subrayado lo “orgullosos” que están de todo su equipo.
PRIMEROS KILÓMETROS. Los primeros kilómetros hasta el refueling fueron muy cómodos para el equipo, aunque iban muy pendientes de la temperatura del agua, del aceite y del sonido del motor. A los 70 kilómetros de cargar ya tuvieron que hacer la primera parada, puesto que su buggy comenzaba a perder potencia y el embrague a patinar. A ello se sumaron otros problemas. “La entrada de polvo era espectacular. No se podía ni ver dentro del habitáculo y había momentos en los que la atmósfera era irrespirable”, relata Fernández.
A ello comenzaba a sumarse otra adversidad y es que el vehículo, según iba avanzando por las dunas, se llenaba de arena. Incluso hubo momentos en los que llegó casi a la altura del baquet, unos 40 centímetros. Ya no podían ni frenar, ni acelerar ni embragar.
Aun así, y con el coraje que les ha caracterizado durante todo este Dakar, siguieron avanzando, hasta que tuvieron un pequeño enganchón en la arena. “De nuevo tiramos de ganas, cogimos una pala y solucionamos también ese contratiempo. Estábamos a unos 70 kilómetros del fin de etapa y en algunos momentos las trazas se perdían. Ahí es cuando ya empezamos a descentrarnos porque también hacía un frío gélido”, relata Carranza.
Sin embargo, lo peor estaba por llegar. 60 kilómetros más adelante, y a tan solo 10 de la meta, se encontraron una gran hoya después de bajar una duna gigante. De allí, su buggy, ya no fue capaz de salir, aunque intentaron desatascarlo nuevamente. “La marcha atrás no engranaba, para mí el motivo definitivo de pararse”, piensa Fernández.
RESCATE MILITAR. Entonces, se pusieron en contacto con la dirección de carrera para pedir la ayuda del camión balai, pero les comunicaron que tan solo podrían rescatar a los ocupantes, porque había muchos vehículos atascados por las dunas.
La fortuna les sonrió por primera vez al pasar por allí un coche de patrulla con militares saudíes quienes, tras conocer lo sucedido, decidieron ayudarles y se fueron a pedir refuerzos. Con noche cerrada y frío ambos estuvieron esperándoles desde las 23.00 horas hasta más de las 02.00 de la madrugada, cuando aparecieron tres coches patrulla con sus respectivos militares. “Nos dieron agua, nos encendieron una hoguera y estuvieron hablando por satélite con el capitán para ver si les daba permiso para llevarnos al punto más cercano de la carretera”.
Una vez les fue concedido, una furgoneta militar acercó a Juan Carlos Fernández hasta la carretera, donde les estaba esperando su mecánico para que le llevasen hasta el coche para revisarlo. Allí confirmó lo esperado: ya no podían continuar. Tras conocer el resultado se fueron hacia el vivac, donde llegaron sobre las 06.00 de la madrugada.
La carrera había terminado para el equipo, pero el recuerdo de una aventura inigualable se quedará siempre en sus memorias. “Queremos agradecerles profundamente a los militares su ayuda, con ellos pasamos un rato más o menos tranquilo y, sobre todo, calientes”, asegura Juan Carlos. “Hasta en el desierto nos podemos encontrar sorpresas como esta. El Dakar siempre tiene su otra historia”, concluye Roberto.
El siguiente paso será volver a España y continuar preparándose para afrontar ya el Dakar 2021.