El novillero albaceteño, que indultó al utrero en Pedrajas de San Esteban, visitó El Raso de Portillo para tentar y compartir una jornada campera.

La vacada del Raso está en plena paridera, sus campos van verdeando en las arenosas tierras de pinares, y aún perduran algunas lagunas de las últimas lluvias. Allí pastan placenteros los novillos de saca que se lidiarán en Francia -si los virus lo permiten-. A un lado del camino de acceso a la finca rumian las vacas de vientre con sus crías en rededor.

Es día de tentadero en El Raso. Y especial. Hoy visita la finca un héroe anónimo, un novillero veterano, sencillo, honesto, sincero, vehemente y arrojado. De los de corazón abierto y sin tabaco…

Es Alberto Pozo, un albaceteño que llegó al Piñón de España de Pedrajas por la vía de la sustitución, y salió en volandas tras indultar a “Aforadito”. O lo que es lo mismo: un bravísimo novillo que seguía a la muleta con la fiereza y a la vez docilidad que tienen los toros encastados. Y fue al caballo tres veces, más la probatura tras el indulto.

Alberto Pozo es de los tiesos del toreo, de los que torean poco, pero no paga por ello y no se viste de luces sin cobrar, aunque sea lo que sea… y a veces hasta dos mil euros. Pero este tieso sin tabaco tiene la dignidad por bandera, y en los inviernos labora con su padre en una pequeña empresa de reformas.

Está casado y tiene un hijo de cuatro años. “Hay que darle de comer a la familia”, dice con aire paternalista el veterano novillero, quién mató en Las Ventas dos novilladas de Saltillo, con sendas ovaciones. Ya no ha vuelto, pero no desiste.

Y en Albacete, en su tierra y la mía, un novillo le partió la tibia y el peroné en su segundo año con caballos. Desde 2010 lleva con los del castoreño.

“Padre, usted cuide de mis hermanas y de mí para que no pasemos hambre, pero si tiene usted que poner dinero para que yo me haga torero, antes me retiro de esto”. Y Pozo lo dice con firmeza y convicción.

“A mí no me han puesto en una novillada porque tengo 29 años, y este año me han quitado de Francia. Pero me da igual. Tengo firmada otra en una plaza francesa para el mes de junio.

Y me han ofrecido la alternativa en un pueblo grande manchego con una de Miura, pero me pidió cinco mil euros el empresario…

Le dije a mi apoderado -un joven valenciano de su misma edad que se llama Diego García- que nones, y seguiré en esto mientras tenga ilusión”.

Y lo dice convencido mientras hablaba para Grana y Oro. Y detrás, a una distancia muy prudencial, lo miraba fijamente “Aforadito”, el utrero tostado marcado con el 155 e indultado en Pedrajas de San Esteban un domingo de septiembre de 2019.

“Este novillo fue muy bravo, no paraba de embestir y de quererse comer la muleta, yo sé que hubo momentos en que estuve por debajo de él, y en otras circunstancias hubiera estado mejor”.

“Ahora mismo, aquí en el prado, cojo una muleta y le pego cuarenta pases. Los he matado muy grandes y muy astifinos. Y este es de los que embiste de verdad”.

Antes, Pozo estuvo cumbre con las eralas en el tentadero. Firmeza, colocación, seguridad y toreando con gusto. Como dijo mi amigo Jesús Martínez (Chuchi): es que además explica el toreo en la cara de las vacas con la muleta en la mano. Por cierto, un fuerte abrazo lleno de esperanza para Marta, su esposa.

Una tienta donde también intervino el novillero francés Máxime Solera, quién ofreció detales de un toreo de mucha personalidad y elegancia.

Y de “tapias” los becerristas Jesús González (Escuela de Albacete) y Juan Ignacio Sagarra, (hijo de Juan Sagarra Gamazo) semifinalista en el último Bolsín de Ciudad Rodrigo. A Pozo lo acompañó su paisano Santiago González en tareas de subalterno.

A caballo, citando y picando como lo suele hacer de bien, estuvo Rafa Agudo. Su hermano Juanan Agudo “Titi”, también picador profesional y mayoral de El Raso, nos llevó hasta los terrenos de “Aforadito” para la grabación y galería de fotos de nuestra gráfica Natalia Calvo.

“Aforadito” ya saborea las mieles del indulto, y acaba de salir de su “harén” particular donde ha estado desde enero. Dentro de tres años se verán los resultados.

Y siempre atento a cualquier movimiento en la placita de tientas y en los chiqueros está el viejo mayoral y padre de la saga de los Agudo. Rafael, un salmantino sabio que se dejó la juventud en El Raso. Y ahí sigue ya jubilado, pero en su Raso del alma.

Iñigo y Mauricio Gamazo atentos y tomando notas del juego de las eralas desde el burladero de chiqueros. Luego comentarían a Grana y Oro que les gustó bastante el juego de las vacas en general. Pero conociendo la exigencia ganadera que heredaron de su padre, alguna de las lidiadas irá a las calles o al matadero.

Dos novilladas y una corrida de toros tienen apalabrado para lidiar en el país galo, donde su ganado santacolomeño es de primera fila.

La generosidad imperó de nuevo en los ganaderos, quienes tras la tienta invitaron a una merienda-cena, bien regada, a toreros y asistentes.  

Y Pozo y su gente camino de Albacete.

“Si me buscan una plaza de toros por aquí, para llevar a 1500 o 2000 espectadores, montamos mi alternativa”. Genio y figura Alberto Pozo.



Imágenes: Natalia Calvo