Julio Iricibar es un vallisoletano de nacimiento al que el destino le llevó primero a Izarra y ahora a Murcia para jugar en el UCAM, donde estaba cuajando una brillante temporada demostrando, una vez más, el gran guardameta que es.

El portero, de 26 años, se formó en las categorías inferiores del Real Valladolid, llegando a debutar con el primer equipo y jugando hasta tres partidos en la categoría de plata del fútbol español en las temporadas 2014-15 y 2015-16, dejando un gran recuerdo en la parroquia blanquivioleta que aún se acuerda de él con gran cariño.

Ahora, Julio ha tenido que volver a casa para ayudar a su padre Antonio, de 64 años, al que hace unos días le diagnosticaron una neumonía bilateral, dando positivo por coronavirus, llevándole al hospital del que afortunadamente ya ha salido.

El futbolista nos cuenta cómo cuida de su padre en pleno confinamiento y asegura, en lo fútbolístico, que lo más coherente es que esta temporada se dé por nula.

Pregunta. Cuándo entramos en el Estado de Alarma le pidió a su club, el UCAM Murcia, volver a Valladolid para estar con su padre.



Respuesta. Efectivamente. En un primer momento le comento la situación a mi club y desde el principio me puso todas las facilidades del mundo. Ningún problema. Es de agradecer y dice mucho de mi equipo que me ha apoyado en todo.

P. ¿Cómo recuerda ese 20 de marzo cuando regresa a Valladolid?



R. Volví a eso de las 21.00 horas. Cogí una maleta pequeña para meter lo indispensable rumbo a Valladolid. Tardé cinco horas y media aproximadamente.

P. ¿Cómo fue el reencuentro con su padre?



Siempre un reencuentro entre un padre y un hijo es emotivo



R. Me estaba esperando despierto. Le hizo mucha ilusión. Al final, el hecho de que esté jugando a 700 kilómetros de casa y que tenga que volver por una cosa así nunca le gusta a nadie. Pero siempre un reencuentro entre un padre y un hijo es emotivo.

P. ¿Cómo se encuentra a su padre cuando llega?



R. Cuando llegué a Valladolid mi padre aún no tenía síntomas. Empezó, unos días después, a encontrarse mal. Desde el primer día con síntomas, el 26 de marzo, estuvo en la cama. Al final, este virus es como que te ha pasado un tractor por encima, como me comentaba él. No tenía fuerzas ni para levantarse.

P. ¿Cómo fueron esos días de confinamiento hasta que el 6 de abril ingresa en el Hospital Río Hortega?



R. Estuvo ocho días en cama, como he apuntado, sin fuerzas ni para salir ni para nada. Ni comía. No le entraba nada en el cuerpo. Te deja un malestar y un cuerpo horrible.

P. ¿Qué le dijeron que tenía su padre a la llegada al hospital?



Una vez allí le hicieron la prueba del coronavirus, dio positivo, y más tarde le diagnosticaron también una neumonía bilateral



R. Cuando llevaba en casa ocho días en cama decidimos acudir al hospital porque lo que estaba ocurriendo no era normal. Cuando llegamos al Hospital Campo Grande le hicieron una placa de los pulmones y le dijeron que veían algo pero que le iban a mandar al Hospital Río Hortega para que le diagnosticaran mejor. Una vez allí le hicieron la prueba del coronavirus, dio positivo, y más tarde le diagnosticaron también una neumonía bilateral.

P. ¿Cómo fueron esos días en el hospital?



R. Esos días son complicados porque yo estaba en casa y él ingresado. El hecho de no poder ir a verle y que no pueda recibir visitas por mi parte, es duro. Solo me llamaba el doctor una vez al día para informarme sobre su evolución. Me comentaba que iba siendo favorable pero no conoces la situación al completo.

Fueron días complicados. Gracias a Dios mejoró todos los días y ninguno experimentó una recaída que podría haber complicado la recuperación.

P. El 13 de abril le dieron el alta. ¿Qué recuerdo guarda y cómo fue la labor de los sanitarios del Hospital?



R. Ese día fue de inmensa alegría tanto para él como para mí. Le fui a buscar al hospital y el reencuentro fue muy bonito. Me hubiese gustado poderle dar un abrazo pero tuvimos que mantener la distancia de seguridad.

Él me ha dicho que desde el hospital, los profesionales sanitarios, le han tratado de una forma espectacular. Es digno de agradecer la labor que están haciendo.

P. Ahora ha comenzado otra labor por su parte y en casa. ¿Cómo es el día a día?



R. Sí, ahora me toca a mí. Me levanto, le preparo el desayuno, se lo llevo a la puerta de la habitación en la que tenemos una silla puesta y hago lo mismo con la comida y con la cena. Cuando le apetece, a lo mejor para merendar, una pieza de fruta o cualquier cosa, se lo llevo. Cuando termina de comer pone las cosas en la silla y yo con guantes y bien equipado lo friego. Lo mismo cuando acude al baño. Yo me ocupo de desinfectar todo.

P. Con ganas de que todo esto acabe…



R. Sin duda. Con muchas ganas de que esto pase y se convierta en una pesadilla o un mal sueño superado.

P.Tras pasar por el Izarra estaba cuajando una gran temporada en el UCAM. ¿Podrá reanudarse la Liga? ¿Cómo lo ve?

Esta temporada me estaban saliendo bien las cosas pero pienso que esta campaña se va a dar por nula



R. En verano recibí la llamada de Rubén Albés, con el que coincidí en el Real Valladolid B. Me gustaría agradecer que se acordara de mí. Esta temporada me estaban saliendo bien las cosas pero pienso que esta campaña se va a dar por nula. Creo que es lo más coherente. Está la salud en juego de muchísimas personas y pienso que es lo que se debería hacer.