"¡Yo no he sido, es algo preparado contra mí, era el menos interesado en que ocurriera porque he perdido tres años de mi vida y mi tesis doctoral!", es la explicación que Daniel U.H. ha dado para desmarcarse de la destrucción, a través de la quema de sus placas, sufrida en octubre de 2017 por más de una veintena de ordenadores del Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM) de la Universidad de Valladolid, donde ejercía como becario.
Lo ocurrido en ese periodo, entre los días 19 y 30 de octubre de ese año, en el que 21 ordenadores, alguno de ellos particular, quedaron totalmente inservibles es lo que se pretende averiguar con motivo del juicio iniciado este miércoles en la Audiencia de Valladolid y que sienta en el banquillo al presunto autor, un joven que por aquellas fechas era uno de los cuatro becarios que el doctor Carlos V, hoy jefe del IBGM, tenía a su cargo y que llevaba dos años y medio de tesis doctoral.
En la primera jornada de la vista oral, el entonces doctorando, en declaraciones recogidas por Europa Press, ha rechazado de plano ser el autor del sabotaje de los equipos informáticos y ha razonado que algunos días en los que los peritos de la empresa Hardtronic certifican que se produjeron las averías o bien no estuvo presente en el centro investigador o llegó más tarde.
Ha sido todavía más explícito, una vez prestada su declaración en sede judicial y ya a posteriori en los pasillo cuando ha sostenido que su incriminación es fruto de "algo preparado" contra él y, a la vez, ha asegurado que era el menos interesado en sabotear los PC de uso académico.
"¡He perdido tres años de mi vida y mi tesis, cuando yo lo único que quería, mi gran sueño, era ser doctor!", ha sostenido Daniel U.H, aunque sin concretar quién pudo ser el verdadero autor ni los motivos.
Respecto del dispositivo utilizado para la destrucción de los ordenadores, un USBKILLER--permite destruir la placa base de un PC con una descarga de 220 voltios--, el exbecario ha reconocido que adquirió el hardware el 13 de octubre de 2017 a través de Amazon con el único propósito de realizar experimentos de desparasitaje de gambas que criaba en un acuario en su casa, aunque sin resultado positivo.
SOLO "UN TANTO MOSQUEADOS" CON EL PROFESOR
Aunque las acusaciones pública y particulares, estas últimas ejercidas por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad de Valladolid, atribuyen los daños intencionados a la mala relación que tenía el acusado con el director de su tesis, Daniel ha negado tal extremo y ha puntualizado que tanto él como el resto de becarios estaban un "tanto mosqueados" con el doctor Carlos V. porque "las tesis tenían que salir y el equipo de imagen no funcionaba".
Las principales sospechas se ciernen sobre su persona porque varios ordenadores del despacho del citado doctor se averiaron cuando éste se ausentó unos minutos y el acusado entró para atender una llamada telefónica y, al mismo tiempo, por el hecho de que todos los PC, algunos en un intervalo de muy pocos minutos, quedaron inutilizados, a excepción del que, casualmente, compartía para su tesis doctoral con su amigo Enrique y también becario.
Sobre este extremo, el interpelado ha negado tener con Enrique una relación distinta a la que mantenía con el resto de doctorandos del laboratorio.
También el procesado ha esgrimido en su descargo que varios ordenadores destruidos se hallaban en plantas distintas y que sus placas quedaron fundidas en un intervalo de muy pocos minutos, sin que fuera posible ir de una a otra con el USBKILLER en mano y en tan corto espacio de tiempo, ni siquiera corriendo.
"ME ENTERÉ DE QUE IBA HABLANDO MAL DE MÍ!
Por su parte, el doctor Carlos V. también ha rechazado que mantuviera una mala relación con su becario, que más bien ha calificado de "cordial", aunque acto seguido sí ha declarado que fue a posteriori, una vez ocurridos estos hechos, cuando se enteró de que la situación no era tal. "Me enteré de que iba hablando muy mal de mi a sus compañeros de laboratorio", ha asegurado.
El profesor ha relatado igualmente que incluso antes de que se produjeran los hechos ahora investigados hubo otros sucesos "anormales" en el laboratorio, no sólo averías inexplicables en algunos equipos, como la sufrida simultáneamente en dos espejos de un costoso equipo de imagen y fluorescencia, sino también otros fenómenos que provocaban la muerte de células y daban al traste con distintos experimentos.
Como ejemplo de que las averías no pudieron ser casuales, el doctor ha apuntado que incluso un ordenador portátil personal que había llevado al laboratorio, pese a no estar enchufado a la red, también quedó inutilizado, y ello a pesar de que minutos antes había estado trabajando con él perfectamente hasta que se ausentó unos minutos del despacho.
"Cuando volví me extrañé porque estaba apagado. Ya no volvió a funcionar e incluso pensé que habían podido ser mis hijos, que me habían metido sin querer algún virus al meterse en Internet", ha manifestado el testigo.
La primera jornada del juicio ha estado centrada a lo largo de buena parte de la mañana en la exposición, por parte de la defensa del procesado, de una serie de cuestiones previas que la Sala tendrá que estudiar, como la supuesta vulneración del derecho de defensa alegado al haberse destruido las placas 'fundidas' por el USBKILLER, algo que las acusaciones reconocen pero que, según coinciden, podía haber evitado el letrado mediante la solicitud, en su momento, de una pericial.
También está pendiente de determinar el tribunal si será necesario volver a tomar declaración, por videoconferencia o de forma presencial, a una de las becarias, tras alegar la defensa del procesado que la testifical de la misma, visionada este lunes como prueba anticipada, apenas era entendible por problemas de sonido.
Con carácter provisional, el acusado se enfrenta a una petición de condena de entre seis años y multa de 130.000 euros por delito continuado de daños informáticos, tal y como interesa la fiscal del caso, que alternativamente rebaja a cinco años y 80.000 euros, y los tres años de privación de libertad que solicitan las acusaciones particulares.
En concepto de responsabilidad civil, el exbecario se enfrenta a posibles indemnizaciones por importe global de casi 43.000 euros, en concepto de daños y perjuicios de los equipos y coste por pérdida de actividad, de ellos 26.198 para el CSIC y 16.710 para la UVA.