Pasamos la mañana por tierras de Tordesillas, junto al picador de toros Javier Bastida; un emprendedor nato que, ante la falta de festejos por la pandemia, ha creado su propia empresa de cría de bueyes para carne. Luego remataríamos el mediodía con una buena comida en Geria.
Javier Bastida es un joven de 33 años, picador de profesión, que desde los 12 años lleva el toreo metido en el cuerpo, ya que a esa edad se apuntó a la escuela taurina de Medina del Campo porque quería ser torero.
“Pero pronto me di cuenta -nos dice Javier- que había otros compañeros que tenían mejores condiciones que yo, y como siempre estuve metido entre caballos desde niño pues decidí lo de ser picador, además de la “recomendación” que me había hecho mi amigo Suso, el subalterno de Manzanares (risas de Bastida). Ya llevo 12 temporadas, y con la afición intacta”, recalca este corpulento picador.
Bastida va “suelto”, pero son muchos matadores y novilleros los que llaman a su puerta para torear: “En el año 2008 debuto un 15 de agosto en Tudela de Duero con Alejandro Chacón, al año siguiente debuté en Las Ventas con Antonio Rosales, y fue un año muy bueno porque toreamos 38 festejos”, nos dice ufano el picador tordesillano.
“En Las Ventas llevo hechas veintiuna tarde. También he toreado en Sevilla, Zaragoza y plazas muy importantes y toristas en Francia como Mont de Marsan, Vic, Ceret, Roqueford, Saint-Martin-de-Crau, Ales, Parentis. Y toreros he ido con David Luguillano, Antonio Rosales, Pablo Santana, Ricardo Maldonado, Javier Herrero, Rafael de Julia, Ginés Marín, Diego Fernández, etc. y actualmente voy con el matador de toros Miguel Angel Pacheco, de la Línea de la Concepción”.
“La Hiedra” es la finca de Antonio de la Cruz “Pajarito”, quién fuera matador de toros en los años 80, y es la casa habitual de este picador desde hace más de veinte años. “Antonio es como de la familia -comenta Bastida- de él he aprendido todo lo que se del toro, y en su casa, desde que me traía mi padre, me paso todas las horas del día”.
La finca, rodeada de pinos, a escasos tres kilómetros de Tordesillas, está dotada de una placita de toros y de instalaciones apropiadas para criar caballos y ganado vacuno que explotan Bastida y Mirian, su pareja. La pieza de estar de la finca está plagada de recuerdos del torero y del picador, es un pequeño museo taurino lleno de recuerdos.
Y de cuando en cuando se escucha el parloteo de una pareja de ninfas, (cotorras) al abrigo de la chimenea. Bastida nos mostró su propia finca (“La Hoyera”), colindante con “La Hiedra”, y nos enseñó sus bueyes; hasta siete razas pastan en la parcela que han comprado su pareja y él: angus, frisona, retinto, berrendo en colorado y en negro, tudancos y morucha.
“Hemos creado una empresa (Vegabuey) para la venta de carne, -nos dice convencido este taurino emprendedor- y lo hacemos nosotros directamente. De momento nos va bien porque con lo del toro este año muy mal. Y doy gracias, porque he toreado tres corridas televisadas por Castilla la Mancha, además hemos hecho bastantes tentaderos”.
Tras las fotos de rigor, donde Bastida posó junto a Mirian y su hermano David, hicimos la entrevista para el reportaje de Grana y Oro que se emitió la pasada semana y agradecimos a Bastida el trato dispensado… y las hamburguesas de “Vegabuey” recibidas, de las que daremos buena cuenta.
Tras la despedida nos dirigimos con apetito voraz hacia Geria. Habíamos visto en el facebook de Pedro Barragán, (cocinero del Hostal La Colina y buen aficionado) que tenía ese día en la carta pollo “a la turresilana”, entre otros, y allá que nos fuimos. Una vez en el restaurante, entraron Fermín Rodríguez (gráfico medinense muy taurino que colabora con el blog de la Federación Taurina y con NCYL) y su compañera Consuelo. Celebraban su aniversario de boda.
Una amable camarera tomó mi comanda, que consistió en una ración de zamburiñas al ajillo, deliciosamente deliciosas, y mi pollo de campo al estilo de Tordesillas. Antes, la servicial camarera nos adelantó una tacita de caldo con fideos para ir haciendo boca. De bebida tomé dos copas de Cigales con gas, y de postre un semifrío de capuchino acompañado de un café solo descafeinado.
Todo magníficamente presentado y muy buena preparación culinaria por parte de Barragán.
Hay un pero sobre el pollo. Y es que para mi gusto tenía demasiada salsa. Sobre tres piezas, adornadas con finos cortes de almendra, había depositado Barragán unos dados de pan tostado que, con buena idea, servirían para “ahogarlos” en la salsa. Yo hubiera preferido unos dados de patatas fritas y apenas fondo de salsa. Pero sobre gustos…
Ahora, el pollo corralero exquisito, sabroso, potente y de un sabor antiguo. De tal forma, que me dieron ganas de coger el muslo y el ala con los dedos y “arrancar” su carne a dentelladas…pero sentí muchas miradas a mi alrededor y me dio rubor…
Pedí la cuenta y, tras pagar 22.50 €, le dije a la camarera que saliera Barragán para saludarle y hacer unas fotos junto a Fermín y Consuelo que quedarían plasmadas en el reportaje. ¡Delicioso día, palabra!
Fotografías: Noticiascyl y cedidas por Javier Bastida. GALERÍA DE IMÁGENES