Casi con total seguridad, a César Pérez Gellida le sorprendió ver aquella petición de El Puente Salud Mental Valladolid en una fría mañana de otoño. Quizás, incluso dio un pequeño respingo. El notable escritor vallisoletano, que se ha convertido en referencia en los últimos años en novela negra, con apasionados seguidores que inundan las redes sociales con las aventuras del inspector Ramiro Sancho o con los ficticios asesinatos que jalonan las orillas del Pisuerga, recibió el encargo de hacer entender a los niños qué supone el COVID-19 y las nuevas circunstancias que impone en forma de restricciones, cuarentenas o incomodidades. Todo un cambio de registro. De la novela negra al cuento infantil. “Inicialmente ha supuesto un reto porque no tiene nada que ver con el contenido que yo estoy habituado a escribir. Además el público al que va dirigido nada tiene que ver con el público adulto, lector de novela negra…”, afirma César Pérez Gellida.
Para dar forma a ‘El bicho invisible’, el cuento que forma parte de la campaña de sensibilización ‘Habitantes de un nuevo mundo’, puesta en marcha por El Puente Salud Mental Valladolid y financiada por la Diputación de Valladolid, Pérez Gellida dio inicio a la maquinaria interna de la creatividad: “El primer paso fue decidir esa idea brillante a través de la cual construyes el relato. En mi caso, fue la adaptación a los cambios. Me parece importantísimo que los niños, a los que les ha tocado vivir esta situación y les cuesta entender por qué de la noche a la mañana tienen todas estas restricciones, tengan que adaptarse las nuevas circunstancias. Esa serie de modificaciones en su cotidianidad es el eje de la trama de este relato”.
Gabi es el pequeño héroe de una historia ilustrada por el también vallisoletano Alberto Sobrino. Un niño que, de un día para otro, ve cómo su vida cambia diametralmente por culpa de un ‘bicho’ invisible. Un personaje que quiere ser el reflejo de lo que muchos otros viven en la vida real. “Cuando tú creas un personaje, tienes que tratar de creértelo como punto de conexión. Se trata de meterte en la piel del personaje, saber cuáles son sus inquietudes, lo que le motiva, lo que le hace feliz”, apunta el escritor.
Su primera experiencia como escritor para un público tan distinto al suyo le hace ser cauto con los efectos del cuento, pero con objetivos ambiciosos: “No sé qué efecto causa la lectura en un niño, pero la pretensión que yo tengo es que le quede ese poso de lo importante que es adaptarse a los cambios”.
Por último, el literato vallisoletano deja un toque de atención para los padres, ya que no deben olvidar que la pandemia y sus restricciones también suponen un fuerte varapalo para los más pequeños de la casa, aunque en ocasiones les cueste expresarlo: “El cuento no va dirigido únicamente a los niños, sino también a los padres, que tienen que entender que los niños tienen una fase de adaptación a los cambios. Como padres, también tenemos que adaptarnos a esos cambios y moldearnos a las necesidades de los niños, que realmente lo están pasando peor de lo que realmente son capaces de exteriorizar”.