La hija de la mujer que hoy permanece impedida tras una parada cardiorespiratoria sufrida en julio de 2016, tras un fallo en el timbre de aviso del Hospital Río Hortega de Valladolid y que será indemnizada por Sacyl con 600.000 euros, ha lamentado públicamente el "varapalo" que las graves secuelas de su madre han supuesto para ésta y su entorno familiar.
Conchi Alonso ha recibido con mezcla de satisfacción y amargura el fallo del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León que concede a su progenitora dicha indemnización, frente al 1.600.000 euros pedido por su letrado, tras entender el tribunal probado que las graves lesiones que padece su madre, vecina de Laguna de Duero, tienen su origen en el fallo en el sistema acústico del timbre de la habitación en la que se hallaba y de organización del servicio.
La hija, en declaraciones a Europa Press, recuerda que su madre, de 62 años, había sido sometida a una operación para extirparle un tumor en la laringe en el Río Hortega de Valladolid, intervención que se prolongó durante nueve horas, y que la evolución posterior era satisfactoria, hasta el punto de que la paciente daba ya sus primeras vueltas por la planta.
Hasta que en la madrugada del 21 de julio de 2016 Conchi recibió una llamada del hospital en la que se la informaba de que su madre había entrado en coma, sin más explicaciones.
"Tras nueve días de la operación yo no estaba muy conforme con la atención respecto de la aspiración de la mucosidad, que era mucha y podía provocarle una asfixia, como a la postre ocurrió, y por eso acordamos dejar a una persona de guardia de noche", recuerda la hija, quien achaca a una "clara negligencia" el hecho de que el timbre de la habitación no funcionara cuando su progenitora presentó problemas respiratorios al obstruirse la cánula de la traqueotomía que tenía y nadie acudiera en su auxilio hasta pasados cuarenta minutos.
La hija, que ayer cumplió 42 años, advierte de que las secuelas que esa negligencia han provocado a su madre ha convertido a ésta en una persona totalmente dependiente, toda vez que presenta, fundamentalmente, problemas de motricidad--ha quedado postrada en una silla de ruedas--y ni siquiera es capaz de comer por sí sola, de ahí que la familia se haya visto obligada a contratar a una persona para atenderla.
"Mi madre era una persona con una buena salud, pese a aquel cáncer que hoy es historia porque no ha vuelto a aparecer, pero hoy en día tiene un cien por cien de invalidez y precisa de ayuda permanente", lamenta Conchi, quien añade que el "varapalo a mayores" lo ha sufrido su hijo, que tenía tres años y medio cuando ocurrieron los hechos, estaba muy unido a su abuela y ha estado separado de ella durante más de un año a causa de su hospitalización.