“El virus se ha llevado a muchos cofrades con los que llevas toda la vida compartiendo cosas”
Con apenas doce meses de vida y en brazos de su padre, José Luis García Santamaría comenzó a conocer por dentro los rituales de la Semana Santa de Media del Rioseco. Años más tarde, ya en 1992, heredó con orgullo una tradición familiar que, al menos, se remonta a su bisabuelo y que espera que mantenga su hijo, y pasó a convertirse en el 'pardal', en el encargado de anunciar el paso de las procesiones.
Ataviado con un túnica y con una centenaria corneta de llave que tiene acoplada un extensor para provocar una tonalidad más grave, este trabajador de Renault es el protagonista de uno de los sonidos más característicos de la Semana de Pasión en la ciudad de los almirantes y, como el mismo reconoce, de algo tan grande como es la Semana Santa.
¿Cómo se prepara internamente para desarrollar su función de pregonero?
Mi función principal es el anuncio del paso de las procesiones, aunque también me encargo de más cosas. Lo primordial es ensayar mucho, hacer embocadura, como decimos en Medina de Rioseco, para que el toque salga bien. Es mi única preparación a la que, si puedo, todos los días la dedico un rato.
Empiezo el sábado de Dolores, anunciando el pregón, y el Jueves Santo y el Viernes Santo dirijo la recogida de gremios. Primero recojo a las distintas cofradías y después nos dirigimos al Ayuntamiento en busca de las autoridades y, desde allí, a la iglesia para iniciar los oficios.
Además, del Domingo Ramos, tras la misa en la iglesia de Santiago, con un toque de trompeta muy distinto al habitual convoco a todos los hermanos del Nazareno y estos acompañan al mayordomo hasta su casa.
Precisamente, la hermandad Jesús Nazareno de Santiago me nombró hace unos años ‘hermano de honor’, reconocimiento honorífico, dado que el pardal no puede pertenecer a ninguna de las cofradías.
¿Después de dos años sin celebraciones públicas de la Semana Santa, cómo puede describir cómo se siente o qué le supone no salir?
Es una grandísima tristeza. El año pasado estábamos ilusionados pensando en que éste podríamos salir en procesión con nuestros pasos y nuestras túnicas, pero no ha sido así. Además de la tristeza también produce cierta indignación. Es un sentimiento de profunda pena, aunque es verdad que este año al menos podemos estar en la calle, visitar lo pasos y, aunque sea con muchas restricciones, organizar algún acto como el homenaje del pasado sábado a los pregoneros.
El coronavirus ha cambiado muchas cosas en la vida y en la manera de pensar: ¿qué le ha cambiado a usted para siempre?
Lo peor de todo es la gente a la que se ha llevado por delante. Ya hay muchos cofrades que no van a poder estar con nosotros. A mí, gracias a Dios, la pandemia no me ha cambiado mucho la vida, pero en muchos caso no ha sido así. Estamos hablado de cofrades con los que llevas toda una vida compartiendo muchas cosas y a los que este virus se los ha llevado. Esto te marca bastante.