Ayer hubo menos gente en la solanera, mientras que la sombra se llenó. Otra tarde de esplendor en Medina, por el ambiente y por la gran corrida que pudimos presenciar. Se lidiaron toros de Domingo Hernández, desiguales de presentación y juego. Manejables en general. Los tres matadores debutaban en el coso medinense.
Destacar la labor de los empresarios (Pedro Caminero y Rafa Ayuso) y el consistorio medinense por apostar por el lleno. Una entrada general 15 euros y un abono de dos tardes 20 euros. Y la cantidad de niños que pudimos ver significa un reencuentro: entrada gratuita acompañados de mayores. Daba gusto ver la plaza de Medina del Campo. Ese es el camino.
Abrió plaza un pletórico Perera lleno de suavidad, y con una facilidad pasmosa aprovechó la nobleza, y la flojedad de su primero, para realizar una faena de trazo largo, de oficio, de conocimientos de la lidia y colocación. Mató arriba de forma eficaz y paseó las dos primeras orejas de una tarde brillante.
Con el que hizo cuarto, un toro sosote y sin decir nada, Perera lo trasformó a bueno y toreable utilizando el temple como bandera. Porque eso sí, el animal tenía bondad franciscana y el extremeño aprovechó su sabiduría y torería para sacarle un gran partido. La media lagartijera fue antológica. Dos orejas más que cosechó el pacense.
Un trofeo paseó Emilio de Justo de su primero, un animal sin fijeza y mansurrón que terminó rajado. De Justo tiró de oficio y recursos para sacarle partido. Mató de rinconera.
Con el quinto, un colorado noble y de embestida franca, Emilio de Justo basó su faena por el pitón derecho. Intensidad y trazo largo ante el buen toro con momentos interesantes en el centro del platillo. La estocada arriba y muy efectiva permitió que el público pidiera con fuerza los dos trofeos que el usía concedió.
Juan Ortega pechó con un toro muy deslucido, el tercero de la tarde, que fue protestón e incómodo para el torero sevillano. Destacar los ayudados en el trasteo. Pero la espada lo dejó sin premio. Escuchó unas generosas palmas.
Con el que cerraba festejo, un toro negro con cierta calidad, Ortega desplegó su repertorio con unos ayudados sublimes. Toreó muy despacio, pero con demasiada parsimonia, con muchos tiempos muertos que enfrían al respetable. Gustó el sevillano en Medina, pero las cañas se volvieron lanzas ante el mitin que, de nuevo, pegó con la espada. Saludó desde el tercio. Perera y De Justo salieron en volandas del Coso del Arrabal.
Antes del paseíllo se inauguró una placa en memoria del que fuera matador de toros medinense Agustín Boya “El Cuco”, fallecido el pasado año.