Inquieto, apasionado y con ganas de seguir sumando retos en su trayectoria profesional pero, sobre todo, con la idea de dar un giro radical a su vida. Apasionado del campo, de la caza y de su pueblo, Torrelobatón. Así se define Franciso González (42), quien sintió hace dos años que había llegado el momento de cambiar de aires, de trabajar para él y, sobre todo, pensó que había llegado el momento de pasar más tiempo cerca de los suyos, pues su puesto como jefe de obra le obligaba a pasar largas temporadas lejos de su mujer y su hijo debido a sus constantes viajes por España y el extranjero.
Ha viajado por trabajo a destinos tan remotos y hostiles como Kosovo o Irak para llevar a cabo la instalación de los sistemas de seguridad de las bases militares españolas. "Estuve en Kosovo 8 veces, la primera vez en 2003 y en Irak una vez en plena posguerra, justo antes de la retirada de las tropas españolas", explica González, y pese a que ha sido un apasionado de su trabajo durante más de dos décadas, tras varias conversaciones con un compañero hace dos años empezó a picarle el gusanillo de la apicultura.
"Me empecé a interesar y cuando mi compañero me enseñó el colmenar, la verdad que terminé de enamorarme de ese mundo, pero por aquel entonces seguía con mi trabajo y solo lo tenía como hobby. Empecé con seis colmenas en Torrelobatón y compré un terreno en el Valle del Cerrato, en Palencia, donde tenía otras tantas", recuerda González.
De aquellos inicios han pasado casi tres años y su hobby que se ha convertido en profesión a tiempo completo, pero por el camino no han faltado dosis extra de preparación, dedicación y esfuerzo. "He hecho muchos cursos de teoría de la apicultura, me he movido y he echado muchas horas en el campo con compañeros apicultores", señala González.
Hace dos años mantenía el mismo pensamiento que mantiene a día de hoy, que la miel es un producto delicado, natural, muy beneficioso y que tiene un gran tirón y mucho potencial entre los consumidores. "La gente cada vez apuesta más por el comercio de cercanía y decidí dar el salto, porque de esas doce colmenas pasé a tener cincuenta repartidas en los dos sitios y luego en febrero de 2020 me di de alta y monté mi negocio, Mielegante", explica el vallisoletano, que vive a caballo entre la capital y Torrelobatón.
Desde entonces y con un negocio que acababa de nacer, sin saberlo, en la peor situación posible, la de una larga pandemia, el trabajo de Francisco siguió creciendo, pues nada impidió que pasase del medio centenar de colmenas a las 350 que tiene ahora repartidas en distintos puntos. "Tres en la provincia de Palencia, una cerca de Portugal, otra junto al embalse de Ricobayo, otra en Sanabria, en Valladolid en los Montes Torozos, en Matapozuelos... Es un trabajo muy bonito y sacrificado, aunque no hay horarios porque tienes que estar siempre pendiente", apostilla.
En total, tiene unos quince pequeños colmenares repartidos en distintos puntos de la geografía española, porque Francisco considera que es importante diversificar, "ya que según las condiciones del entorno sale un tipo de miel u otro y es de agradecer la variedad a la hora de vender".
Fue a finales de 2020, cuando el productor de Mielegante compró un gran terreno de más de 4.000 metros cuadrados y construyó una nave de casi trescientos metros donde lleva a cabo todo el proceso gracias a una sala de extracción, otra de envasado, un pequeño almacén y una cámara de calor. "Es importante porque hay que intentar que la miel no cambie mucho de temperatura para que no cristalice de forma rápida", explica el apicultor, quien confiesa que solo recoge la miel en el momento óptimo de maduración, "miel cruda madurada".
No sabe si verá recuperada su inversión, en algo que le gusta, le apasiona y le enorgullece, tal y como explica, aunque ha contado con el respaldo que ofrecen para los valientes emprendedores tanto la Diputación de Valladolid como la Junta de Castilla y León. "Es un pequeño empujón que te anima a dar el paso, aunque el que piense que se puede montar un negocio a base de ayudas es carne de cañón", asegura.
Producción y variedades
Varios son los tipos de miel con los que trabaja Francisco, clara, oscura, miel crema, de bosque, de brezo y de lavanda, ésta última es la preferida por los consumidores. Actualmente produce unos 2.800 kilos por año, aunque su meta es llegar a sacar de forma anual unos 6.000 kilos y ampliar el negocio además con la venta de abejas.
Pese a la corta vida de su empresa, Mielegante cuenta ya con el certificado de artesanía, la garantía de la marca Alimentos de Valladolid, de Tierra de Sabor, pronto comenzará a ampliar su red comercial incluyendo más tiendas en su lista y empezará poco a poco con la venta por Internet, "porque soy yo solo para todo el proceso de extracción, producción etiquetado y envasado y es mucho trabajo", finaliza el apicultor que ha decidido dejar su ajetreada vida de viajes por la tranquilidad de una delicada profesión a los pies de su pueblo, Torrelobatón.