El cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, ordenará el domingo, 12 de septiembre, como nuevo sacerdote vallisoletano a Alberto Rodríguez Cillero, de 28 años.
La ceremonia de ordenación tendrá lugar dos años después de la última, en la que Luis Arturo Vallejo accedió al Presbiterado, han informado a Europa Press fuentes del Arzobispado de Valladolid.
Alberto Rodríguez Cillero se incorporará a una diócesis en la que la media anual es de 1,8 ordenaciones por cada siete jubilaciones. En los últimos diez años han accedido al sacramento del orden 16 presbíteros vallisoletanos (dos en 2011; dos en 2012; dos en 2013, tres en 2015, cuatro en 2016, dos en 2018 y uno en 2019).
Este dato solo afecta solo a los sacerdotes diocesanos (no a los de vida consagrada, ni los castrenses, ni los miembros del Opus Dei, etcétera), han apuntado las mismas fuentes.
Según la estadística facilitada por la Secretaría del Arzobispado, la Diócesis cuenta en la actualidad con 265 sacerdotes en activo y nueve diáconos permanentes que atienden 304 parroquias (52 en el municipio de Valladolid y 252 en el resto de la provincia) y tres templos penitenciales.
De los presbíteros en activo (jubilados o no), 144 son curas diocesanos, 90 son religiosos que tienen la encomienda arzobispal del desempeño de diversas labores pastorales o parroquiales (jesuitas, claretianos, etcétera) y 31 son sacerdotes extradiocesanos (pertenecientes a otras diócesis españolas o extranjeras, al operarios diocesanos y castrenses).
Por otro lado, en el Seminario Mayor de Valladolid cursarán estudios este curso nueve seminaristas, mientras que una veintena de seminaristas 'menores' recibirán clases de ESO y Bachillerato, una cifra que se mantiene estable.
Rioseco y su entorno
El nuevo presbítero iniciará el lunes, día 13 de septiembre, un nuevo camino diocesano -presidir el culto, guiar a la comunidad cristiana y anunciar la palabra de Dios- en Medina de Rioseco (municipio en el que ya ha prestado sus servicios pastorales como diácono durante los últimos meses) y varios pueblos terracampinos, además de impartir clases de Religión y Moral Católica.
Oficiará la eucaristía, administrará los cinco sacramentos (todos menos la confirmación y la ordenación sacerdotal, reservados al episcopado) y desempeñará con sus fieles las labores pastorales que les sean reclamadas por el arzobispo.
La ceremonia de ordenación, que dará comienzo a las 18.00 horas y se prolongará alrededor de 90 minutos, estará presidida por el cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, asistido por su obispo auxiliar, Luis Argüello, y asistirá, además de familiares, amigos y fieles en general, gran parte del Presbiterio de la Diócesis.
La liturgia de ordenación se incluirá en la celebración de la eucaristía dominical y estará amenizada por el Coro Diocesano. Entre la lectura del Evangelio y la homilía se procederá a la presentación del diácono por parte del rector del Seminario (Fernando Bogónez) y, ya tras la plática de don Ricardo, comenzará el rito de ordenación propiamente dicho.
El mismo contempla el escrutinio (se examina a los candidatos sobre sus disposiciones respecto al ministerio que van a recibir, y la promesa de obediencia al propio obispo y sucesores) y las letanías de los santos (momento de la postración del diácono como signo de la humildad y pequeñez del hombre ante Dios). Mediante este gesto, el elegido pide la fuerza y la protección de Dios Padre para ejercer el Ministerio que la Iglesia le confiere.
Posteriormente, se procede a la oración consecratoria específica en la que se le pide a Dios "la efusión del Espíritu Santo y de sus dones apropiados a cada ministerio, para el cual el candidato es ordenado", se realiza la imposición de las manos del prelado sobre la cabeza del ordenado y la posterior imposición de las manos de los presbíteros.
La vestición (varios hermanos sustituyen la estola diaconal por la estola en modo presbiteral y revisten a los postulantes con la casulla), la unción con el Santo Crisma de las manos de los ordenados, como signo de la unción especial del Espíritu Santo y la entrega de instrumentos (el cáliz con el vino y la patena con el pan) dan paso al final de la ceremonia, que culmina con el abrazo de acogida de los hermanos, cuando el neopresbítero concelebrará junto a los prelados el final de la eucaristía en la que será su primera misa como sacerdote.