Una casualidad que ha cambiado su vida. Los doctores en Física, Carlos Toledano y Ramiro González, del Grupo de Óptica Atmosférica de la Universidad de Valladolid, se encontraban en Tenerife realizando un curso cuando de repente el volcán Cumbre Vieja comenzó a erupcionar. No se lo pensaron dos veces, cogieron un ferry y se fueron para la isla. Allí iban a poder vivir una de las experiencias más dramáticas de su vida personal pero también la más enriquecedora de su vida laboral.
En La Palma han estado durante dos días donde han coincidido con otros dos compañeros del Centro de Investigación Atmosférica de Izaña (Tenerife), quien ha desplazado a personal e instrumental científico a zonas próximas de las erupciones para el estudio y el análisis de las emisiones del volcán. Estos datos sirven para posteriormente “tomar decisiones importantes”, apunta Toledano a El Español Noticias de Castilla y León. Un trabajo en equipo como vienen realizando desde hace muchos años.
Nada más llegar realizaron el despliegue de instrumentación científica, lo que está permitiendo vigilar el penacho de humo del volcán en tiempo real gracias a que los datos pasan directamente a una web donde se analizan. Allí instalaron un fotómetro AERONET para la observación del penacho volcánico a corta distancia. “Ha sido una oportunidad única de conseguir datos en una circunstancia excepcional”, explica el miembro del Grupo de Óptica Atmosférica de la Uva. Gracias a los fotómetros es posible tener una descripción de la evolución de los diferentes tipos de aerosoles, que desempeñan un papel muy importante tanto en la salud humana como en el clima.
Por ejemplo, el observatorio de Izaña, situado a 2.371 metros de altitud, detectó la llegada de dióxido de azufre procedente de Cumbre Vieja con picos de hasta 20 partes por billón, esto es, 400 veces más de lo normal en esa zona. “En el coche se podía apreciar la cantidad de ceniza que estaba cayendo sobre nosotros”, afirma el vallisoletano de 36 años Ramiro González. Por eso ahí fue “un sitio idóneo” para instalar sus equipos y los de sus compañeros. De esta manera conocen el tamaño de las partículas que se encuentran en el aire, ya que dependiendo de si son grandes o pequeñas se pueden predecir cuánto tiempo estarán en la atmosfera, la dirección que tomarán y si son perjudiciales para la salud de las personas.
Toledano, madrileño pero que trabaja en la UVa desde 2001, recuerda que no es la primera vez que se hace algo así, hace unos años en Islandia, en el volcán Eyjafjajjajokull, también acudió una delegación española para hacer estas mediciones. Toledano está “orgulloso” de poder añadir “este granito de arena” en la tragedia de La Palma “echando una mano científicamente”.
La tragedia de La Palma
Por el lado profesional ha sido una “oportunidad única”, pero es cierto que en lo personal la experiencia ha sido “dura y dolorosa” por la situación que están viviendo los habitantes de la isla canaria. Carlos Toledano y Ramiro González recorrieron La Palma de lado a lado para colocar los aparatos y ahí conocieron “la tragedia” que se está viviendo. “El estar allí, oler los gases, escuchar el ruido del volcán y los movimientos…son una sensación impresionante”, recuerda. El vallisoletano afirma que nunca había visto tanto personal coordinado para evitar una tragedia entre policías, guardias civiles, servicios sanitarios, protección civil, ejercito…y la califica de “muy buena” la organización.
Hoy parten rumbo a Valladolid, aunque no descartan volver “en cualquier momento”.