Una tortuga que surca las apacibles y calmadas aguas del Mediterráneo contempla cómo, sobre ella, se cierne una nube que bloquea la luz del sol sobre su caparazón, todo ello bajo un cielo completamente despejado de cualquier atisbo de nubosidad. La acción humana ha generado esa nube, en forma de plásticos y residuos, que ha obligado a la fauna marina del templado mar, y de todos los otros mares y océanos que conforman el 70% de la superficie de la Tierra, a convivir con la contaminación.
Además, no sólo han de convivir sino que, desde hace años, este vertido constante de residuos a los mares y prácticas como la pesca arrastre suponen un factor letal para la vida marina, una afirmación basada en datos tan sonrojantes y preocupantes como que “hace veinte años, 40.000 tortugas perecían por culpa de la pesca de arrastre, sólo en el Mediterráneo”, tal y como asevera Sofía Lana, cofundadora de Verde Agua, una start-up vallisoletana que centra sus esfuerzos en “la raíz del problema” relativo a la contaminación por residuos plásticos petroquímicos.
Lana, graduada en Comercio por la Universidad de Valladolid, cuenta cómo desde Verde Agua, junto con Andrea Fernández y Luna Fontecha, cofundadoras de la consultora, percibieron el problema que supuso para el medioambiente la falta de respeto a la hora de desechar las mascarillas, desde el comienzo de la pandemia, directamente en el suelo, en las calles, bosques y ríos. “Desarrollamos una mascarilla de algodón, 100% orgánico, homologada, que protege de igual modo que lo hace una quirúrgica y con unos ajustes de algodón en lugar de gomas creadas a base de petróleo”, todo ello con el fin único de perseverar el ecosistema y no dañar ni “atrapar a los animales”.
Esta mascarilla fue la primera creada en España de semejantes características y sirvió como preludio para que la empresa que codirige Sofía Lana se sumara a una iniciativa de la Asociación de Naturalistas del Sureste. La asociación a la que se adhirieron cuenta con proyectos de preservación del medioambiente como “la adquisición de espacios naturales para que no se urbanice sobre los mismos”, apunta Lana, pero lo que captó su interés fue el estudio del impacto que tiene el ser humano en la vida animal.
“Mediante un mecenazgo colectivo, financiamos los localizadores para marcar a las tortugas y, así, encontrar las rutas y emplazamientos en los que se alimentan o aparean, además de estudiar la tasa de mortalidad nacida de los arrastres que sufren mediante la pesca”, subraya una de las fundadoras de la empresa.
Compromiso con el medio natural
Uno de los ejes principales de la acción de Verde Agua es la creación de espacios de café o, como apunta Sofía Lana, “coffees”, para los eventos o congresos que organizan las empresas que contratan sus servicios. “Generamos espacios de conversación en los descansos con producto local, ecológico, de residuo cero y utilizamos un menaje, como las cucharillas o vasos, que van al cubo orgánico”.
Con este tipo de iniciativas, se centran en atajar el problema antes de que surja porque “es perfecto que se intenten eliminar los plásticos que pueblan las aguas del planeta pero hay que promover que no lleguen ahí, reduciendo su uso”, explica Lana la filosofía de la empresa.
Su compromiso es tal que Lana es miembro de un grupo de la ONU relativo al cambio climático y Verde Agua estará presente en la Cumbre del Clima que celebra el organismo, en el próximo mes de noviembre, en Glasgow. “Participamos en el fin de semana previo, con el resto de jóvenes de los países miembro, para trasladar a los representantes el trabajo de ‘nuestra’ cumbre, donde realizaremos un taller para indagar en las necesidades que conciernen a la lucha contra el cambio climático”, explica Sofía Lana.
Apoyo institucional
La start-up nace en Valladolid, ciudad referente, a nivel mundial, como ciudad basada en economía circular, hecho refrendado en el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), del pasado año 2020. “Se toman muchas medidas arriesgadas pero que son síntoma de la clara apuesta por la preservación del medioambiente, a nivel político”, destaca Lana, aunque se dan “paradojas como el hecho de que se continúe comprando carbón a Marruecos en un país en el que existe el Ministerio de Transición Ecológica”, denuncia.
A este respecto, asevera que son “un centenar de empresas a nivel mundial las que generan el 70% de las emisiones contaminantes y por mucho que se impongan medidas a la ciudadanía, el foco se debe dirigir hacia esas empresas”.