La despoblación es la espada de Damocles que amenaza con cada vez más violencia a Castilla y León. La marcha de población joven, con talento y muy bien formada, a otras comunidades o incluso al extranjero por falta de oportunidades, lastra a nuestra Comunidad, incapaz de ofrecer un trabajo y un futuro a estas personas que buscan, tras su esfuerzo, dedicación y horas hincando codos, una estabilidad, por supuesto, merecida.
Las cifras son sangrantes, por ejemplo, mirando a la provincia de Valladolid. En el año 2010, la población total de entre 18 a 36 años, en provincia más capital, era de 136.578 personas, 76.982 en Valladolid y 59.596 en el entorno rural, de una población total de 533.640 habitantes, según los datos del INE (Instituto Nacional de Estadística) facilitados a EL ESPAÑOL – Noticias de Castilla y León.
Según estas fuentes, en el año 2020, la población de la misma franja de edad en Valladolid (provincia más capital) había descendido a las 92.138 personas (44.440 menos que diez años antes), con 51.926 en la ciudad del Pisuerga (25.056 menos que hace una década), y 40.212 (19.384 menos) lejos de la misma pero dentro de la provincia de Valladolid, de una población total de 520.649 habitantes.
“Los datos de la franja de edad que va de los 18 a los 36 años son los más sangrantes. Es la franja en la que se produce la verdadera catástrofe demográfica”, señala Jorge Casas Cuadrado, licenciado en Sociología y Agente de Desarrollo Local. El también experto en Desarrollo Territorial apunta que “son cifras demoledoras” y añade que las provincias fronterizas de la Comunidad tales como Ávila, Soria, Segovia o Palencia “no se están beneficiando de este éxodo” desde la provincia vallisoletana siendo “la sangría poblacional” más intensa aún en estos lugares citados.
“Esto nos quiere decir que nuestros jóvenes se están marchando a Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, Zaragoza o al extranjero. La falta de oportunidades es una cuestión muy importante como también que estas personas se marchan y forman parte de lo que llamo “franja de no retorno”. Se van cuando intentan formar familia, se desvinculan de su territorio y, lo normal, es que no vuelvan hasta que se jubilen”, añade Casas Cuadrado.
Sin embargo, aún hay jóvenes en la provincia de Valladolid que apuestan por construir su futuro en el medio rural, pese a todas las adversidades que tienen que afrontar en su día a día, como falta de conexión a Internet, carreteras en mal estado o ausencia de autobuses para desplazarse, incluso a la capital. Las ayudas de algunas administraciones alivian, en parte, aunque continúan siendo insuficientes para evitar esta sangría que hace que el talento vuele de nuestra tierra.
“Medina de Rioseco es mi vida”
Miguel Alonso Guerra nació en Palencia pero lleva toda la vida en Medina de Rioseco. Amante de un buen paseo con su madre o con sus amigos, este joven de 31 años ha apostado por edificar su proyecto de vida en el medio rural, y en su pueblo, donde tiene también su trabajo y a todos los que quiere.
“Medina de Rioseco es mi vida. Tengo todo aquí. Mi familia, mis amigos y mi trabajo. Llevo seis años y medio en la residencia de ancianos Sancti Spiritus y Santa Ana. Me hicieron indefinido en el año 2017 y decidí lanzarme a comprar un piso en el 2018”, asegura Miguel, que abre amablemente las puertas de su casa en la localidad pucelana a El Español Noticias de Castilla y León.
El palentino vive con su pareja y dos gatos en el centro prácticamente de la Ciudad de los Almirantes y no duda en animar a los jóvenes a instalarse en el mundo rural aunque es consciente de las “dificultades” que se encuentran estas personas de la franja de edad anteriormente citada para “encontrar empleo” pese a estar “muy bien formadas”.
Tras comprar su vivienda Miguel solicitó la ayuda de la Diputación de Valladolid para hacer frente al pago de los intereses de su hipoteca durante seis meses, los que van de enero a junio de 2019 para percibir un total de “620 euros” que le sirvieron, como nos confiesa, para “cambiar las persianas” de su nuevo hogar.
“Espero vivir muchos años en esta casa y disfrutar. El futuro del medio rural lo veo complicado. En los pueblos no hay trabajo, los jóvenes quieren trabajar en lo suyo y es muy difícil”, finaliza Miguel analizando la situación de sangría poblacional, sobre todo en los pueblos, que azota a toda España.
“Siempre nos ha gustado la idea de vivir en el pueblo”
Lorena Cantoral Muñoz es otra joven, de 28 años, que ha decidido apostar por su pueblo. Concretamente por Pedrajas de San Esteban, lugar en el que reside junto a su novio. Apasionada de los viajes, de la cultura y de la naturaleza, la vallisoletana disfruta yendo al río a pescar o saliendo a buscar níscalos.
“Siempre nos ha gustado la idea de vivir en el pueblo. Nos parece muy enriquecedor ir a por el pan y charlar con cualquier persona. Dicen que donde se nace, se pace, y tanto yo como mi pareja somos muy felices aquí”, nos confiesa la pedrajera.
Tanto ella como su novio Cristofer cuentan con la suerte de tener un trabajo en la actualidad tras el daño causado por el coronavirus y animarían a los jóvenes a “instalarse en el medio rural” porque “la vida es más feliz” y además “conoces a todo el mundo” y “hay menos peligros”, apunta.
Lorena se ha beneficiado de una ayuda de la institución provincial, tras comprar su vivienda y formalizar su hipoteca, para reformar la casa. De hecho, nos recibe orgullosa y nos enseña una fachada que ha quedado perfecta tras meses de obras en las que además de su pareja han participado familiares y amigos.
“Solicito la ayuda en abril de 2019 y me la conceden en verano de 2020. Me dieron unos 1.200 euros que me sirvieron de apoyo para comprar el material, las pinturas, las lijas o las espátulas para afrontar las obras”, añade la vallisoletana.
A Lorena le gustaría que afrontar sus próximos años “en Pedrajas” con “su familia y un trabajo estable” aunque no duda en asegurar que ve “el futuro del mundo rural de capa caída” y hace un llamamiento a las instituciones para dar valor “a toda la riqueza” con la que cuenta la provincia de Valladolid para ser un escaparate también para los jóvenes.
“No tenemos que dejar que los pueblos se mueran”
A sus 27 años, Sara Delgado Herrero es una defensora a ultranza del mundo rural. Una joven vallisoletana a la que le gusta colaborar con protectoras de animales y que ha decidido instalarse también en Medina de Rioseco, junto a su novio y su perro que nos recibe a nuestra llegada a la vivienda.
“No tenemos que dejar que los pueblos se mueran. Debemos ayudarles a seguir vivos. Aquí se vive muy tranquilamente. Las instituciones deben facilitar las ayudas y el trabajo a la gente joven con el fin de que se instalen en el medio rural”, nos confiesa Sara que asegura que ahora mismo está en ERTE en su empresa en Valladolid.
La vallisoletana ha contado con una ayuda de alquiler que solicitó en 2019 y que le concedieron en el año 2020, en octubre, y de la que se benefició hasta febrero del año 2021, un total de seis meses y una cuantía de 1.300 euros aproximadamente que le han ayudado “a tapar agujeros”.
“Espero que mi futuro esté aquí, en el medio rural. Si consiguiera trabajo en Medina de Rioseco sería perfecto porque es el lugar en el que me criado. Tengo aquí mi pareja, con la que vivo, y a mis amigos”, asegura Sara que añade que “cree que es una pena que cada vez viva menos gente en los pueblos”.
Tres historias de jóvenes, que ellos sí, apuestan por el medio rural.