La Historia nace en los colegios. Líderes mundiales, pensadores, artistas y deportistas tienen un pasado común a través de las aulas, sentados en pupitres mientras centran su atención en las explicaciones de los maestros o, en otros casos, dirigiéndola al exterior, a través de las ventanas, y a la naturaleza que rodea los centros escolares. La historia de Valladolid como capital del rugby español también halla su origen en una escuela. Comienza hace casi sesenta años cuando Georges ‘Jorge’ Bernés, sacerdote francés que impartía clases de gimnasia en el vallisoletano Colegio El Salvador, pidió a la familia Enciso, los dueños del centro, que compraran un balón de rugby, un deporte que en Francia es protagonista de cada fin de semana desde los más pequeños hasta los más longevos.

Por su parte, ‘El Quesos’, también surge en un colegio, en Nuestra Señora de Lourdes, cuando mediada la década de los años 70 los ‘Hermanos de La Salle’ introducen el deporte del ovoide en un centro donde los estudiantes ya disfrutaban, como aficionados, del deporte. Hasta el año 1986 la institución educativa y la categoría sénior del club fueron de la mano pero, cuando dejaron de apoyar a ‘los mayores’, los damnificados fundaron el hoy conocido como VRAC (Valladolid Rugby Asociación Club). Tras varios patrocinios relacionados con la industria láctea vallisoletana, es ‘Queserías Entrepinares’ quien finalmente se asienta como patrocinador principal del club que viste con la camiseta y las medias azules y con un blanco pantalón, en honor a la selección escocesa y por la admiración profesada por sus ‘rugbiers’.

Tal es la estrecha relación de los Queseros con el ‘XV del Cardo’, apelativo con el que se conoce al combinado nacional escocés, que son muchas las jornadas en las que los de la patria de William Wallace han desembarcado a orillas del Pisuerga durante el verano para hermanarse.

Muchos años han pasado ya desde la fundación de los azules y ahora, Álvaro Ferrández ‘Fleki’, tras 22 temporadas defendiendo sus colores sobre el césped, es el vicepresidente quesero. “El éxito del rugby vallisoletano reside en la captación de jóvenes en las escuelas”, apunta Ferrández.

Por su parte, Carlos Patino, director de la revista de El Salvador 'Rugby en Blanco y Negro', pasó de la pasión por el club a formar parte de él a través de una gala en la que le ofrecieron cantar las alineaciones de los partidos en el Pepe Rojo. El primer encuentro en el que hizo retumbar los cimientos del estadio fue, nada menos, que en el partido más veces disputado en División de Honor, en un El Salvador – Santboiana.

Primera victoria de El Salvador en División de Honor (temp. 70-71, contra el Cisneros)

“No hay un club por encima del otro, desde que ambos coexisten la ciudad no se decanta y se puede hablar de un Valladolid afortunadamente dividido entre los dos clubes con más peso del país”, destaca Patino. Esa sana competencia, como en el rugby, en general, se queda sobre el césped y tanto es así que en la presente campaña 2021-2022, ambos clubes, junto con Aparejadores, de Burgos, han creado Castilla y León Iberians para representar a España en la primera edición de la Rugby Europe SuperCup.

El paradigma de la catalogación de Valladolid como capital del rugby español se vivió hace tan sólo cinco años, cuando el Estadio José Zorrilla se vistió de gala para acoger la final de la LXXXIII Copa de SM el Rey, que enfrentaba al Chami contra los Queseros. Ese día, 17 de abril de 2016, el rey Felipe VI entregó la copa del trofeo más antiguo de España a los jugadores de El Salvador, tras imponerse al VRAC por 13 a 9 y conseguir su séptimo y, por el momento, último entorchado. No obstante, el protagonismo fue para una ciudad que mostró su potencial rugbístico a todo un país habituado a visitar el estadio de la pulmonía con un esférico sobre el césped, en lugar de con un ovoide.

Escuelas

Protagonistas de este idilio, no sólo lo son por el hecho de haber visto surgir a ambos clubes sino porque, como relata Carlos Patino, El Salvador cuenta con una academia “pionera en España con entrenamientos adicionales para los chicos, que juegan sin segregación de sexos hasta los 16 años, para continuar su formación como jugadores de una manera más tecnificada”.

Dirigida por un emblema del club como Álvar Enciso, exjugador y perteneciente a la estirpe familiar dueña del colegio cuando se fundó el mismo, “dota a la primera plantilla de un gran número de jugadores, llegando a contar con cinco debuts en más de una temporada”, se congratula Patino.

Pepe Rojo

Como pasa en otros deportes, el rugby vallisoletano cuenta con una sede en la que la pasión por los rayados blanquinegros y por los azules abarrota las gradas cada fin de semana en una suerte de liturgia en la que cabe de todo, menos el frío, gracias a las fervientes aficiones que presumen y llenan las 5.000 localidades del coqueto estadio.

Inaugurado en 1983, a las afueras de Valladolid, es otro de los factores que dota a la ciudad de un aura especial al deporte de ‘hooligans’ jugado por caballeros, como acuñó Winston Churchill. Su estreno acogió un partido entre la selección de Valladolid, conformada por jugadores de la ciudad, y la selección de Gales y, a día de hoy, es uno de los pocos que permanecen fieles al sabor de lo añejo y de lo puro, mediante el césped natural, como el campo de Urbieta, en el que juega como local el Gernika.

“La magia de los domingos, coincidan o no con partidos de otros deportes con mayor seguimiento, empieza con los bocatas de cada familia y, en mi caso, a los nueve años”, zanja Ferrández.

Corrillo del VRAC en el Pepe Rojo