La plaza de la Constitución del municipio vallisoletano de San Pelayo ha acogido en la mañana de hoy el acto organizado por el Instituto de las Mujeres, adscrito Ministerio de Igualdad, para conmemorar el Día Internacional de las Mujeres Rurales, que se celebra el próximo viernes, día 15. Un acto que ha contado con la presencia de la ministra de Igualdad, Irene Montero; la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez, y la directora del Instituto de las Mujeres, Toni Morillas. Las tres, que han compartido conversación con representantes de asociaciones de mujeres del medio rural, han insistido en que desde las administraciones se debe tener una «actitud de escucha», para «ser capaces de canalizar las demandas y ver por dónde podemos empezar a abrir caminos», en palabras de Montero, quien se ha dirigido a las mujeres que se encontraban entre el público para decirles: «Desde el Ministerio de Igualdad trabajamos para que todas las medidas que ponemos en marcha estén pensadas sabiendo que tienen que llegar también a vosotras, las mujeres que habitáis en nuestros pueblos, siendo conscientes del reto que supone, porque las competencias están repartidas entre muchas administraciones».
«Me importa ser capaz de ayudaros a tomar impulso para que España vuelva a mirar a su medio con buenos ojos, pero también que por ese camino no se romantice la vida en el medio rural», ha continuado la ministra de Igualdad, quien ha subrayado también que «la pandemia de la Covid-19 ha hecho que muchas personas sean conscientes de que esa idea que durante décadas se ha extendido de que para querer bien a los tuyos tenías que irte del pueblo es falsa». Sin embargo, «el medio rural ha quedado abandonado por el privilegio de las ciudades, igual que las políticas públicas para que la vida se puede vivir dignamente en el medio rural». «Vivimos una encrucijada en la que estamos decidiendo hacia dónde vamos, y toca tomar decisiones valientes, porque no soy una ilusa y creo que podemos dar pasos decisivos», ha añadido Montero, quien también ha puesto el foco en el hecho de que «ya van 36 mujeres asesinadas en España en lo que va de año a manos de sus parejas o sus exparejas». «Y eso es solo una parte especialmente visible por ser especialmente violencia, pero detrás se ocultan realidades muy diversas de violencias que impiden el desarrollo de muchas mujeres en nuestro país», ha remarcado.
A la violencia de género ha hecho referencia también Ángela Rodríguez, en concreto, a las evidencias que ha dejado la pandemia en el medio rural: «Nos ha impactado ver cómo algunas herramientas o políticas que hemos diseñado en violencia de género no son accesibles para quienes están lejos de ciertos recursos». Rodríguez también ha querido «reconocer el trabajo de las mujeres rurales que consiguen dar pasos hacia delante», y que la labor primera de las instituciones es «seguir dando herramientas para impulsarlos». Rodríguez ha hablado también del «sexilio rural al que se ha sometido a muchísimas personas del colectivo LGBTI+ que no se han podido quedar en sus pueblos». «Tenemos una deuda histórica con esas personas, es otro foco en el que poner la mirada».
«Desde la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales, FADEMUR, luchamos para dotar al medio rural de los servicios necesarios para que aquí se puedan desarrollar actividades profesionales y se puedan asentar proyectos vitales», ha apuntado la presidenta de la organización en Castilla y León, Loreto Fernández, una de las invitadas al encuentro con la ministra. Por su parte, Lucía Martín, presidenta de la Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural, AFAMMER, en Castilla y León ha querido «exponer las desigualdades que afectan a las mujeres y sus familias, que hay que solucionar entre todos». Así, ha comentado: «Queremos, por ejemplo, igualdad para nuestros menores, que los colegios y las guarderías no desaparezcan para poder conciliar la vida familiar y profesional; y queremos también igualdad en el cuidado de nuestros mayores, queremos residencias públicas, centros de día y de noche y que tengan personas que les ayuden en su vida diaria, para ir al consultorio, gestionar papeles o hacer la compra». «Todos los que habitamos en el medio rural, no solo las mujeres, tenemos que ayudar, tenemos que ser los hilos que manejen la ministra de Igualdad y las instituciones para que nuestros pueblos sigan vivos y que la igualdad en ellos sea real», ha expresado.
Jerónima Bonafé, presidenta de la Asociación de Mujeres de Cooperativas Agroalimentarias de España y miembro del Consejo Rector de Cooperativas, ha centrado su intervención, precisamente, en las dificultades de las mujeres para acceder a los consejos rectores de las cooperativas agrarias y ganaderas. «Desde nuestra asociación creíamos que era nuestra obligación liderar un movimiento que pudiese llegar a cada pueblo y al máximo de mujeres», ha explicado, «para poder empoderarlas y que sean ellas las que den el paso para poder acceder a esos consejos rectores». «Tenemos aún mucha tarea por delante, pero compensa ver a muchas mujeres que ya han dado el paso», ha asegurado.
En su turno de palabra, Nerea del Río, integrante de Ganaderas en Red, ha dicho que las mujeres que se dedican a la ganadería sufren «una triple discriminación: por ser mujeres, por ser rurales y por la burocracia, que se presiona para que sea totalmente online mientras en los pueblos no tenemos una conexión que lo permita». «Pero nos quedamos porque creemos que merece la pena y porque queremos proteger nuestro medio rural», ha aseverado. «Si hay futuro en los pueblos, vendrá de la defensa del territorio, con condiciones de acogida, reconocimiento y protección para las personas que resistimos en el medio rural, que estamos dando un servicio a la sociedad», ha asegurado Belén Verdugo, vicepresidenta de la Confederación de Asociaciones de Mujeres del Medio Rural, CERES.
«Mujeres que no se rinden y se hacen fuertes para luchar por un medio rural mejor»
Antes de esta conversación, la alcaldesa, Virginia Hernández, ha sido la encargada de dar la bienvenida a participantes y asistentes a «San Pelayo, un pueblo cuyo ayuntamiento está formado íntegramente por mujeres que no se rinden, que no se amedrentan ante la adversidad y se hacen fuertes para luchar por un medio rural mejor, para que todas las personas puedan desarrollar en este pueblo una vida plena y digna». «No puede ser que las mujeres que habitan el 90% del territorio de este país se sientan tantas veces olvidadas, porque nosotras queremos un mundo rural feminista, y un feminismo que no deje de lado el mundo rural», ha manifestado Hernández. «Cuando se habla de mujeres rurales», ha continuado Hernández, «se dice que somos imprescindibles para aumentar la población de nuestros pueblos pero se concreta poco el cómo, y yo me pregunto si pretenden estabularnos y ponernos a parir nuevos habitantes del campo, nuevos señores que nos mantengan de la puerta de casa para dentro».
La alcaldesa de San Pelayo no ha querido «desaprovechar la oportunidad de decir ante las autoridades que es imprescindible para la supervivencia de los pueblos que esta sociedad sea consciente del impresionante problema de acceso a la vivienda que hay en el medio rural y que esta acaba siendo en muchas ocasiones la razón fundamental por la que se abandonan los pueblos». «La FEMP dice que San Pelayo está en riesgo muy alto de extinción, pero bastaría con hacer públicos los correos electrónicos y llamadas que recibimos cada semana de gente que quiere venir a vivir aquí, para desmentirlo», ha afirmado.
«Todo lo que pase por el desarrollo de nuestros pueblos tiene que implicar una imprescindible perspectiva de género para que funcione», ha dicho Hernández, «porque sin mujeres no hay desarrollo posible». «Este es el momento de las mujeres rurales, de intentar desarrollarnos poniendo el foco en quien ha estado relegada injustamente a un segundo plano durante tanto tiempo, sabiendo que sin su presencia, el futuro de nuestros pueblos es imposible».
Junto a Hernández han intervenido también otras tres mujeres que han querido compartir sus experiencias como habitantes del medio rural, como Elisa Cerrillo, vecina de San Pelayo y cuidadora de un gran dependiente, su hijo Fabio, de 14 años y «con parálisis cerebral y patologías severas físicas y psíquicas, que necesita cuidados de 168 horas semanales». «Esto nos convierte a sus padres en los cuidadores principales, con la necesidad de reducción que eso supone en mi jornada laboral», ha explicado Cerrillo, antes de añadir: «A las cuidadoras de grandes dependientes y a la población rural en general se nos hiela la sangre cada vez que escuchamos hablar a la Junta de Castilla y León de la reforma sanitaria en la atención primaria, temiendo, con razón, que nos lleve al cierre de nuestros consultorios locales rurales». «También a nivel educativo apelamos desde el mundo rural a una educación inclusiva, dotando a los colegios del personal especializado, atendiendo a las necesidades reales del alumnado y no basándose en una ratio numérica», ha dicho.
Clara Justo, que tras abandonarlo para formarse regresó a su pueblo, Mota del Marqués, para emprender allí, ha insistido en que «se quiere y se puede vivir en los pueblos», pero también en que, para hacerlo, «hay que luchar mucho». En su caso, ha podido fijar allí su estudio de arquitectura gracias al apoyo de su madre y su abuela, que le ha permitido «dar a los vecinos y vecinas un servicio que ya no tienen que buscar fuera». «Me gustaría que no se nos considerase como heroínas por haber decidido vivir en un pueblo, simplemente porque tenemos el mismo derecho a vivir en el medio rural que en una ciudad».
Por último, Laura Iglesias, educadora social y miembro de la Cátedra de Estudios de Género de la Universidad de Valladolid, UVa, ha incidido en «la importancia de que los fondos que se reciben del Pacto de Estado contra la Violencia de Género se destinen a acciones reales en pro de la igualdad y contra esa violencia». «Yo trabajo por y para el medio rural», ha continuado Iglesias, natural de Medina de Rioseco y residente en Berrueces, «y cada día acerco a los pueblos de Castilla y León la realidad de la violencia de género, que es muy dura, y lucho contra argumentos absurdos y cifras falsas». «Las mujeres rurales nos enfrentamos cada día a un sinfín de violencias machistas no necesariamente físicas que son consecuencias de la desigualdad que sigue imperando en nuestros pueblos», ha señalado.