Hay que ver que lejos queda ya ese 1984. Año en el que, en el Instituto Delicias de la capital del Pisuerga, comenzaba a escribirse la leyenda del grupo vallisoletano más importante para la historia musical de Valladolid: Celtas Cortos. Allí coincidieron sus cuatro miembros fundadores: Goyo Yeves, César Cuenca, Óscar García y Carlos Soto, que junto a Luis M. de Tejada, un profesor de francés del centro, conformaron el Colectivo de Música del Instituto Delicias, nombre bajo el cual comenzaron a interpretar música folk.
De forma paralela, Carlos Soto era integrante de otro de los grupos conocidos en el panorama musical regional que se denominaba Almenara, en el que también estaba Jesús Cifuentes y al que luego se sumaron Nacho Castro, a la batería, y Luis M. de Tejada, al violín.
Casi 40 años más tarde la vida es otra para Carlos Soto. Hace 13 decidió marcharse al mundo rural, concretamente a un pueblo ubicado a 35 kilómetros de la capital, situado en pleno valle del Arroyo del Henar, rodeado de páramos y que cuenta en la actualidad con algo más de 500 habitantes.
“Cuándo Celtas Cortos llama a la puerta vuelvo. A veces llamo yo a la suya también porque me apetece darme un baño de multitudes. El año pasado actuaron en Cuéllar y me acerqué para tocar dos canciones con ellos. Siempre es un disfrute”, nos confiesa Soto que sigue con su estudio en su peculiar retiro, estudiando y dirigiendo el coro del lugar.
Una “llamada”
Había vivido mucho tiempo en la ciudad, él mismo se define como “urbanita” pero sentía que se le agotaban las actividades a hacer en la ciudad del Pisuerga. Le apetecía “la recogida” y el “experimentar otras sensaciones” por lo que tuvo la “llamada”. Recogió sus bártulos y se marchó, hace 13 años, a San Miguel de Arroyo. Ese es Carlos Soto.
“Lo veía también como una manera de aprovechar más el tiempo. Rodeado de naturaleza en zona de pinares me venía perfecto para seguir estudiando. Al final, la ciudad te llama a salir, a ir de aquí para allá, y no aprovechas el tiempo”, nos confiesa el flautista de Celtas.
Este artista, que suma 40 años en el mundo de la música, venía del grupo pucelano y al recalar en la localidad vallisoletana volvió a “mirar a sus raíces” y a hacer música de la tierra bajo el paraguas de ‘Castijazz’.
“No estaba pensado. Surge en San Miguel del Arroyo cuando el alcalde me pidió dar el pregón e hice lo que mejor sé hacer, una canción con tintes tradicionales que dediqué al pueblo: ‘El corrido de San Miguel del Arroyo’. En este momento me di cuenta de que este era el camino que quería seguir”, añade.
Además, instaló un estudio de grabación en la localidad vallisoletana. “Soy productor. Mezclo, grabo y produzco. Me dedico en la actualidad a la música folk y a sonidos vinculados a la tierra. Llevamos 20 discos publicados”, añade Carlos.
Director de un coro que vuelve
Soto destaca la gran acogida que le ofreció el municipio pucelano. “Nos llamaron rápidamente para muchos proyectos y, en seguida, nos ofrecieron dar clases extraescolares a los niños”. El músico destaca la cultura musical que hay en el pueblo y que le hizo, también, tomar las riendas para dirigir el coro amateur que volverá a la actividad tras casi dos años de parón.
“El coro acaba siendo una actividad sociocultural. Un encuentro para ellos. El cantar juntos es algo especial y la gente lo disfruta mucho. Por el municipio ya me preguntaban cuándo íbamos a volver y creo que ahora es el momento porque estamos todos vacunados”, añade, hablando de un coro que dirige con el apoyo de María Desbordes.
Son un total de 40 las personas que participan en esta iniciativa, entre músicos y cantantes. Nuestro entrevistado asegura que “a veces realiza alguna intervención con la flauta” y que “María Desbordes es la que canta y dirige la parte vocal” de un grupo que lo da todo por mantener su coro.
Iniciativas como esta ayudan a mantener la vida en el mundo rural. Y es que, como afirma sin titubeos Soto “la música y la cultura, igual que los servicios son claves” y apuesta por “ofrecer esta cultura en los pueblos para que las personas sigan desarrollándose y disfrutando de la vida” en el medio rural.
La música, su vida
“Para mí la música es la vida. Los inicios de Celtas Cortos fueron como el Leit Motiv para comenzar y para seguir. Fue algo natural que surgió en el instituto. Esa llamada para decir “esto se puede hacer y puedo seguir adelante”, asegura.
A sus 53 años y con 40 de experiencia sigue desarrollando proyectos tras este paréntesis por la pandemia. Además está estudiando música árabe, sefardí y jazz en Madrid.
“Ahora mismo estoy con mi proyecto que se llama ‘Castijazz’. Hago música castellana y fusión con Alberto García, violinista y trombonista de Celtas Cortos, con el que he recuperado el proyecto del ‘Alquimista Loco’. Vamos a hacer crowdfunding en noviembre y saldrá a mediados de diciembre. Hemos sacado ya algunos vídeos. Tocamos el día 28 de octubre en el Auditorio de la Feria de Muestras, dentro de la SEMINCI”, afirma.
Carlos Soto vuelve a ensalzar el valor de la música que ha ayudado a muchas personas a sobrellevar la pandemia desde un punto de vista más positivo y pide mucha para todos para hacer de la vida algo mejor con la gran variedad de ritmos existentes .