Su historia habla por sí sola. Siglos de bravura y carácter, de tradición y de pureza que han pastado entre sus casi mil hectáreas a lo largo de los siglos. Continuidad en el tiempo que, lejos de extinguirse, le ha servido a El Raso de Portillo para subirse al podio y ostentar el título de las ganaderías más antiguas del mundo y, sin duda, de la ganadería con más historia de España.
Hay que remontarse a la Edad Media para escarbar en su origen, pues fue en esta época cuando en la zona de humedales abrazada por el Cega y El Duero los habitantes de aldeas cercanas tuvieron conocimiento de la existencia de ganado bravo en la zona, que comparte nombre con la ganadería.
Desde sus inicios, y hasta finales del siglo XVIII, los terrenos -situados en las proximidades de Boecillo, Aldeamayor de San Martín y La Pedraja de Portillo- no tenían un propietario o titular como tal, sino que pequeñas ganaderías compartían el ganado en común, dando origen así a uno de los cinco encastes fundacionales del toro bravo, el Raso de Portillo.
Es parte de la historia de España, pues sus toros (de origen morucho-castellano), alcanzaron tal fama entre la sociedad del siglo XVIII que se convirtieron en los preferidos por la Corona, otorgándoles el privilegio de abrir plaza en las funciones reales por tener el hierro más antiguo. El propio Alfonso XII mandó llevar sus reses para celebrar su enlace nupcial con Mercedes de Orleans en 1878 y dos años más tarde, en 1880 el vallisoletano Trifino Gamazo adquirió el hierro al comprar la finca y la ganadería a su anterior dueño, Don Pablo Valdés Sanz. Fue Trifino quien unificó todas las explotaciones en una, la que hoy siguen manteniendo con orgullo sus bisnietos y que se gestiona gracias a la experiencia de Mauricio e Íñigo Gamazo.
"El Raso de Portillo lleva en la familia desde entonces. Han pasado 141 años y es una de las pocas ganaderías de toda España que se ha mantenido tanto tiempo pasando de generación en generación", explica Mauricio.
Esta es una de las muchas peculiaridades que mantiene el centenario hierro que a día de hoy da cabida a 400 cabezas de ganado, pues poco ha variado la genética de su ganado desde que Trifino se pusiera al frente. "Hoy en día esa casta fundacional del siglo XV no existe, pero nuestro encaste, el Santa Coloma por la vía de Dionisio Rodríguez, apenas ha variado en los últimos 50 años. Es precisamente esa antigüedad lo que le hace especial, como ha habido ganado de manera ininterrumpida la simiente de la sangre que había antiguamente sigue quedando", explica Gamazo.
Sus astados pastan a catorce kilómetros de Valladolid, rodeados de pueblos y urbanizaciones, pero con una particularidad, "viven en un paraje natural protegido por Europa gracias a la Red Natura. Este es un ejemplo claro para el que no entienda mucho del tema, de por qué los toros de lidia ayudan en la conservación del medio", añade el ganadero.
Bravura
Los toros de El Raso tienen varias particularidades, pero entre todas destaca una, la bravura. Es precisamente esa cualidad un arma de doble filo, "porque para los toreros son animales un poco más complicados, que aprenden muy rápido en la plaza y no suelen ser los favoritos de los que existen para muchos toreros o aficionados", trata de resumir a grandes rasgos Gamazo.
El bisnieto de Trifino explica que hay dos mundos dentro de la tauromaquia, "el de las grandes ferias que buscan que el torero se desarrolle y luego un circuito más reducido que lo que busca es ver a un toro que solo colabora si puedes con él", explica.
Por eso, lejos de lidiar en grandes plazas en España, sus compradores principales se encuentran en el país vecino. En los mejores ruedos de Francia los toros de El Raso de Portillo son de gran agrado entre el público aficionado. Plazas de primera como la de Céret, la de Vic-Fezensac o la de Parentis han comprobado la bravura, el trapío y la agilidad de su ganado.
Toro indultado
También a los pueblos vallisoletanos llega la raza de sus astados, como sucedió en la novillada que tuvo lugar en septiembre de 2019 en Pedrajas de San Esteban. Tal fue la bravura de 'Aforadito' que el público pidió el indulto. "Es algo inédito nunca habían indultado a un toro de nuestra ganadería y menos de la forma en la que lo hicieron con 'Aforadito', porque sacaron de nuevo el caballo de picar, que es el termómetro que mide la bravura del toro y eso es algo que solo se ha hecho en otra ocasión en los últimos 20 años en toda España. Como son animales especiales se les prueba después de semental para que viva en el campo hasta que muera de forma natural, como símbolo de respeto", explica Gamazo.
Toros y pandemia
Como sus compañeros de profesión, Mauricio hace balance del más de año y medio de pandemia y parón que han sufrido. "Lo hemos pasado fatal, aguantamos el primer verano pero después pasas de vender todo a no vender nada y tienes que seguir cuidando y alimentando al ganado. Hemos estado sin lidiar nada desde el 1 de septiembre de 2019, hasta agosto de 2021", señala.
Mira con más optimismo al futuro, aunque piensa que se podría haber hecho mejor. En su opinión, la Junta podría haber abierto la mano mucho más y "haber apoyado al sector como se ha hecho con otras actividades y eso nos habría dado bastante respiro. Las ayudas tampoco fueron suficientes, y el que no incluyan a los toros en el bono cultural para jóvenes es simplemente una sinvergonzonería, hay que dejar elegir y, sobre todo, hay que respetar".