Desde julio de 2019 el vallisoletano Luis Alberto Calvo es presidente del Consejo General de Veterinarios de España. Una entidad en la se engloba una profesión invisible para muchos, pero de la que depende, por ejemplo, la seguridad de todos los productos alimenticios que consumimos.
No se contó con ellos en la pandemia, pese a la experiencia que tienen en estos temas, ni tampoco a la hora de elaborar el borrador de la nueva Ley de Protección animal que se espera que entre en vigor a finales de 2022.
Y es que, aunque su trabajo siempre va dirigido a salvaguardar la salud pública, muchas veces se les deja en el olvido. Son sanitarios, pero no visibles puesto que su labor principal es la prevención y no aparecen en el sistema asistencial.
- ¿Qué opinión tiene acerca del borrador de la nueva Ley de Protección Animal?
- El problema del borrador es que está hecho sin ningún tipo de rigor científico y tiene unas notables contradicciones. Además, carece de información siendo muy populista.
- ¿Pues parece que es algo que faltaba por hacer?
- No, lo que parece es que quieren que la gente piense que se preocupan de algo que no estaba regulado cuando la protección animal es algo que lleva en vigor desde hace más de 50 años, no es nada nuevo. Incluso se implementaron medidas de protección en los mataderos cuando se empezó a aturdir a los animales antes de su sacrificio.
- ¿Entonces, para qué esta nueva ley?
- Se ha centrado en animales de compañía y en caballos. Creo que quieren ir más allá de lo que son capaces de legislar.
- No le entiendo…
- Es muy difícil porque en el momento que hablas de derechos de los animales ya está perdido porque si tienen derechos también deben tener obligaciones. Es verdad que la ley define que derechos son las obligaciones que tienen las personas con los animales. Pero tengo la impresión que es la traducción de normativas que hay en otros países más avanzados que nosotros en este tema y hablan de ‘seres sensibles o sintientes.
- Pues eso ya sería novedad...
-No. Este debate lleva años en Europa y es un problema de léxico. Hay adjetivos que son inherentes a la especie humana y si los queremos aplicar a los animales se puede hacer. ¿Es correcto? Pues depende de lo que se acepte.
- ¿Se ha contado con ustedes para redactar este borrador?
- No. Hemos tenido contactos con la dirección general y reuniones puntuales para aspectos más específicos que luego se han incluido, o no, pero sin ser nosotros conscientes que fuera para la ley. No nos han preguntado nunca sobre este tema en concreto. Por eso, se nota mucho, que no hay base científica.
- ¿Qué cambiarían ustedes de manera concreta?
- Hay que hacerla más sencilla, menos prohibicionista, menos agresiva y populista. Es fácil decir cosas rimbombantes, que suenen bien y que la gente lo apoye, pero hay que ser realista y consciente de lo que se habla. Le falta una profunda base científica que no les haga caer en errores de bulto.
- Vayamos a la figura del veterinario. Todos relacionamos su papel con la del médico del perro o del gato, pero ¿qué es un veterinario?
- Nuestra función principal es velar por la salud pública a través de la sanidad y el bienestar animal, además del cuidado de la ecología y el medio ambiente. De hecho, somos los promotores del tema ‘one health’. Desde que nace un animal el veterinario atiende la clínica del parto, cuidamos de su alimentación, vigilar sus condiciones de cría y finalmente que se sacrifiquen de una forma acorde a los parámetros de sanidad y bienestar. De esa manera vigilamos que los productos de consumo sean sanos y no produzcan infecciones.
- ¿Se controla ese proceso con garantías?
- Totalmente. En cuanto hay algún tema de seguridad alimentaria inmediatamente los veterinarios estamos en vanguardia y conseguimos que no llegue a trascender. Todos los años tenemos alrededor de 400 alertas alimentarias y se hacen medio millón de inspecciones de salud pública en restaurantes, supermercados, tiendas o industrias alimentarias.
- Un trabajo importante…
- Desde el desayuno, a la cena, nosotros estamos detrás de ese consumo.
- ¿Hay un cien por cien de seguridad en todo lo que comemos?
- No tenga ninguna duda. El sistema de control de España es de los mejores del mundo. ¿Qué sucede? Que a veces hay fallos porque el riesgo cero no existe.
- Pero cuando se habla de sanitarios nadie se acuerda de los veterinarios.
- Porque nuestra acción clínica no se ve más que en las clínicas de pequeños animales. Nuestro trabajo en el campo, por ejemplo, es ciego. Solo lo ve la gente del campo. No se nos ve en los hospitales o en la atención que es lo que más visibilidad tiene y más presupuesto acoge. Nosotros estamos en la prevención trabajando para la salud pública.
- Durante la pandemia ¿se ha contado con ustedes?
- No, porque el sistema nacional de salud no está preparado para ello. Si hay una pandemia de animales inmediatamente se ponen los protocolos en marcha porque están escritos. Y todos sabemos lo que tenemos que hacer. Si hay, por ejemplo, un caso de brucelosis inmediatamente se sabe que hay que ir a intervenir la granja, coger muestras, hacer análisis…
- ¿Y para pandemias entre humanos?
- No hay nada. ¿qué fue lo más fácil? Todo el mundo a casa. Lo que había que haber hecho era empezar a hacer analíticas desde el primer momento para descubrir a los que tenían la enfermedad. Pero lo que hubo fue un desorden absoluto.
- ¿Decían que no había medios para ello?
- Los laboratorios de veterinaria que hay en España están acostumbrados a hacer PCR. Anualmente se hacen millones de ellas entre animales y, sin embargo, estuvieron cerrados. Los robots de PCR de Algete son los mismos que se usan en el Hospital Carlos III.
- ¿Y por qué sucedió?
- Porque quien ha gestionado esta crisis, que es el Ministerio de Sanidad, no está acostumbrado a gestionar nada porque las competencias de Sanidad son de las Comunidades Autónomas. Además, el Sistema Nacional de Salud es eminentemente asistencial y no preventivo.
- ¿Hay miedo entre los veterinarios de que haya otra pandemia?
- La habrá seguro. Hay investigadores que ya han anunciado que será por otro coronavirus. Y estoy seguro de que volverá a pasar lo mismo porque creo que políticamente se ha perdido mucho tiempo en rentabilizar lo que se ha hecho y se ha olvidado el tema sanitario porque el virus no era muy letal.
- Antes ha hablado usted de ello ¿qué es el paradigma ‘one health’?
- Evidenciar que la salud es una. Es decir, no existe una salud de los animales y otra de las personas. No hay una línea divisoria entre ellas. Esto ya lo describieron Platón o Hipócrates. Compartimos esa salud y los virus no distinguen afectando a todos los seres vivos. No podemos aislarnos y pensar que cuidar de las personas es suficiente, cuando a lo mejor la fuente de contagio está en los animales. Médicos y veterinarios debemos trabajar en conjunto y estar en comunicación continuamente.
- ¿Y el medio ambiente?
- Lo mismo. Personas y animales convivimos en el medio ambiente y si éste está enfermo, todos enfermaremos.
- ¿Los políticos están convencidos de ello?
- Sí, pero el problema de la política es que es cortoplacista. El largo plazo no es rentable porque no se ve. Cualquier medida que se tome hoy para reducir los gases en la atmósfera, por ejemplo, no tendrá resultados hasta dentro de unos años y eso no le interesa a ningún político. Por eso no les interesa tampoco la prevención. Para ellos es mejor decir que hemos operado a dos millones de personas de la cadera que eliminar el bache que provocaba 1.900.000 de roturas y solo has operado 100.000.
- ¿Qué opinión tiene usted de la nueva regulación de protección del lobo?
Nosotros queremos proteger al lobo, pero nos interesa más la protección de las personas. El lobo puede convivir con las personas, pero cada uno en si sitio. El problema es si el lobo prolifera y se mete en el entorno urbano y agrede a otros animales o personas. Que a nadie se le olvide que un lobo es un animal precioso, pero si tiene hambre se puede comer a un niño. Hay que cuidar al lobo en su hábitat.
- ¿Corre riesgo de desaparición este animal?
Ninguno. Hay que tenerlo controlado durante el año y que haya equipos y sepan dónde están.
- ¿Qué estado de salud tiene ahora mismo la veterinaria?
- (Risas) Pronóstico reservado. El problema es de base. Hay un exceso de facultades que hay en España. Tenemos menos población y tenemos el doble de facultades de veterinaria que Alemania o Reino Unido. ¿Esta situación produce paro? No, pero sí mucha precariedad.
- ¿Pero es verdad que es una carrera con muchas salidas?
- Sí y además se están ejercitando muy bien. Lo que pasa es que adolece de falta de reconocimiento.
- ¿Hay más veterinarios o veterinarias?
- Ahora hay más mujeres que hombres. Y hay más trabajo urbano que rural cuando hace treinta años era al revés. Cada vez hay más clínicas urbanas porque cada vez hay más perros en las ciudades.