Una densa niebla fue la invitada de excepción en la fría mañana, con menos de diez grados de temperatura, en la que la quinta jornada del campeonato de División de Honor se dio cita en los campos de Pepe Rojo. El Salvador, que comparecía sobre el verde como líder invicto de la clasificación, recibía al cuarto en la tabla, con tres victorias y una derrota en su casillero particular, en un encuentro dirigido por el trencilla Iñigo Atorrasagasti, del comité vasco. Los valientes aficionados se agolpaban más en torno al bar, en busca del calor de los hombros contiguos que en la grada, apurando los últimos instantes antes del pitido inicial, que se retrasó unos minutos, a la espera de la llegada de la ambulancia, once minutos sobre las 12:30 horas.
La primera melé, cercana a la propia zona de castigo de los locales, se saldó con una granm defensa de los blanquinegros a la que le siguió una patada a seguir de Pablo Alonso-Villalobos que, tras la recuperación de los visitantes, no supieron aprovechar, merced a su falta de precisión con el ovoide en su poder durante los primeros compases de juego. Tras ello, a los seis minutos y tras una gran recuperación de, Santa Cruz que evitó la progresión del Alcobendas, Martin Du Toit se hizo fuerte frente a la zaga grana y penetró, por banda derecha, hasta la zona de castigo para poner el 5-0 en el, luminoso del Pepe Rojo, a lo que le siguió la transformación de Tomás Jorge para poner la ventaja parcial de 7-0.
Poco después, los visitantes no hicieron esperar su reacción con un gran golpe de castigo, firmado por Tomás Granella, en el minuto nueve, que sirvió para meter, cuando menos, la incertidumbre en la afición local, que no cejaba en su empeño de llevar en volandas a los suyos. Tras unos breves compases de intercambio de golpes, con una gran patada a seguir de John Neville, el ‘15’ de Alcobendas, prosiguieron las acometidas visitantes, permitiendo, el equipo arbitral, que la intensidad de juego subiera, de manera exponencial.
No obstante, El Salvador contaba, en la jornada de hoy, con un excelso Du Toit, omnipresente en cada flanco del desarrollo del juego. Aun así, el Alcobendas volvió a acercarse en el marcador con un nuevo golpe de castigo, en el minuto 17, convertido, de nuevo, por Granella, para el momentáneo 7-6. Tomás Jorge prometía vértigo con una internada, inmediatamente después, entre los zagueros visitantes, aunque no prosperó y perdió la posesión del ovoide en favor, una vez más, de los visitantes.
Mediada la primera parte, el desconcierto cundió en la grada tras un nuevo gran avance por la banda derecha de la ofensiva visitante, que permitió a Granella, estrella de los madrileños, progresar hasta casi rozar con los dedos la cal de anotación local. Tras minutos sin avances destacables, la megafonía sonó a ritmo del toro enamorado de la luna, tras el esfuerzo de Nico Jurado al alcanzar la zona de ensayo madrileña y situar, de nuevo, la distancia de seis puntos en el marcador, 12-6 en el minuto 27, que, esta vez, no pudo ser ampliada por Tomás Jorge en el lanzamiento a palos.
Pablo Silva continuó con su gran actuación, patada tras patada, que otorgaba a El Salvador, siempre, posiciones ventajosas desde las que comenzar sus avances, con un Tufuga imperial a la hora de blocar las acometidas granotas. Cerca de la media parte, Agustín Schab volvió a poner a un tanto a los visitantes, en el minuto 35, con un gran avance hasta la zona de anotación que sirvió para elevar a los suyos hasta el 12-13, gracias, también, a la confirmación de Granella en el lanzamiento a palos.
Jurado volvía a levantar el ánimo entre la grada local con un enorme placaje a Matías Cabrera, en un nuevo intento por aferrarse a un partido que no parecía ser el de los locales, justo en el minuto 39, cuando el sol comenzaba a abrirse paso entre la niebla y Pablo Alonso-Villalobos penetraba entre la zaga local como un cuchillo en mantequilla caliente, no sin presenciar la dureza de Schab. Ya sobre el tiempo reglamentado, Tomás Jorge se echó el equipo a sus espaldas con un lanzamiento a palos, casi desde la mitad del campo, para enfilar los vestuarios con un 15-13 más positivo que lo visto en el campo durante los primeros 40 minutos.
Ya con el sol como sustituto de la niebla de las primeras horas de la mañana, comenzaba la segunda parte en el Pepe Rojo. Los de Juan Carlos Pérez salieron más tibios que de costumbre de los vestuarios, dejando progresar a su rival hasta las más inmediatas inmediaciones de su zona de castigo. Gerardo de la Llana sustituyó a Nacho a los dos minutos de la reanudación, justo cuando Jorge Escobar daba el reemplazo en las filas visitantes a Diego de Minteguiaga.
Como si el astro rey hubiera congelado a ambas escuadras, el ritmo de juego bajó exponencialmente durante los primeros compases, siempre cerca de la zona minada por El Salvador, que introducía a Ehgartner y a Munilla por Walker-Fitton y Pablo Silva, en el minuto 47. Poco después, ya en el 49, Granella acometía un nuevo golpe de castigo, desde una zona centrada y ventajosa, propicia para colocar, de nuevo, la superioridad visitante en el marcador, con el 15-16.
Los visitantes sacaban al frío césped a baptista, en sustitución de Matías Cabrera, en medio del desconcierto en la primera ofensiva chamiza tras la reanudación. Pablo Alonso-Villalobos levantó la cal de la banda derecha como si de una gacela se tratara, evadiendo a su depredador, para dar un poco de aire a los suyos y forzar un saque de banda salvado por los blanquinegros. De lado a lado y retrocediendo metros hasta la media cancha, las manos frías se erigían como protagonistas ante la dejadez del trencilla a la hora de señalar golpes de castigo, como si no existieran en su libreto.
Pese a los intentos de Tomás Jorge, la precisión no estaba hoy en la alineación, condición a la que Pablo Alonso-Villalobos volvió a sobreponerse, en el minuto 59, para trasladar el éxtasis a la grada y la superioridad al luminoso del Pepe Rojo, con el 20-16, ya que Tomás Jorge no convirtió el lanzamiento a palos posterior. Los visitantes no hicieron esperar su reacción, con un nuevo cambio de Gallego por Iulian Hartig. El primer golpe a favor de los blanquinegros no llegó hasta el minuto 63, con un segundo tan sólo dos minutos después. Esta vez, Tomás Jorge fue el encargado de lanzar a palos, con el sol de frente y un silencio que retumbaba en todo el complejo y que no fue roto por la ovación al quedarse corto.
Tras una melé fue todo el respetable dado cita en el cemento del Pepe Rojo el que se echó encima de Atorrasagasti, tras una polémica decisión en favor de un Alcobendas que dispuso de un golpe a palos desde la media cancha que Granella no desperdició para acercar a los suyos y poner el 20-19 en el minuto 70.
Tras una nueva decisión en favor de la balanza local, Alcobendas y su lanzador, Granella, dispuso de otra oportunidad para tomar ventaja, una oportunidad que no desperdició y puso a los suyos por delante en el 72, con el 20-22 y una grada enardecida en favor de los de Juan Carlos Pérez.
El invicto veía peligrar su condición, en medio de los irónicos gritos de la afición evocando a la figura del árbitro, cuando la tensión agonizaba en los últimos cinco minutos merced a la constante ofensiva chamiza, que no cejaba en su empeño de que la victoria se quedara en casa.
Tomás Jorge se erigió en el héroe al transformar el definitivo golpe de castigo, bien pasados los 80 minutos reglamentados, y tras una eterna concatenación de imprecisiones a escasos metros de la zona de ensayo. El duelo se saldó con el 23-22 final y permitió al chami continuar como líder invicto, tras cinco victorias desde que comenzara la temporada.
Juan Carlos Pérez
El míster declaró, tras la importante victoria en el último suspiro, y elogió la labor de sus pupilos al sobreponerse a un inicio “sin ritmo en la primera parte y con unos últimos 20 minutos con un gran juego”.
Asimismo, se mostró preocupado por las “numerosas pérdidas tras la touch”, además de alabar el “constante empeño a la hora de generar jugadas de riesgo para los rivales, algo encomiable tratándose del Alcobendas”.