Corría el año 1857 cuando Valladolid vivía la inauguración de uno de sus centros más emblemáticos de la época. Junto al tercer salto de agua del desagüe del canal hacia el río Pisuerga, a la altura del Puente Mayor de Valladolid, se alzó la antigua harinera. Vinculada a la actividad agraria e industrial, en torno al Canal de Castilla, vivió episodios tan relevantes como los 'Motines del Pan', en 1856, un episodio que retrasó su inauguración un año más, para que, en junio de 1857, iniciara su funcionamiento.
El 5 de julio de 1912 un nuevo incidente frenó su actividad. La harinera fue destruida por un incendio que dejó solo en pie los muros principales y la infraestructura hidráulica. Su reconstrucción se aprobó por el Ayuntamiento de Valladolid, adquiriendo el edificio su fisionomía final de tres alturas.
A partir de 1988, este edificio tomó el nombre con el que se la conoció durante varios años, el de ‘La Perla’, época en la que la capacidad de elaboración de la fábrica fue de 32.500 kilos al día. La fábrica era un referente en la ciudad hasta que en 2006 cesó su producción. Antes, en 1991, el edificio recibió la catalogación de Bien de Interés Cultural por parte de la Junta de Castilla y León, con categoría de Monumento, y hasta su cierre se consideró una de las fábricas de harinas más antiguas de España en funcionamiento.
Un hotel de lujo rodeado de polémica
Dos años después del cierre, en 2008, la construcción fue rehabilitada para albergar el primer hotel de cinco estrellas dentro del casco urbano de Valladolid, el ‘Hotel Marqués de la Ensenada’. Nombre que recibió para recordar al promotor del Canal de Castilla. Eran tiempos en los que la llegada del AVE a Valladolid desde Madrid hacía presagiar un alto volumen de personas que necesitaría de hoteles de este tipo, algo que finalmente no sucedió.
Además, su transformación en un establecimiento hotelero, vino salpicado de cierta polémica ya que hubo que alterar el Plan General de Ordenación Urbana, utilizándose fondos FEDER para su rehabilitación. Tan convulso fue el poroceso que incluso la Justicia tuvo que inervenir en varios juicios.
Finalmente el hotel fue inaugurado en 2010, contando con 29 habitaciones, tres salones y un restaurante de lujo. Una de las salas se convirtió en una especie de museo, con una exposición permanente en la que se exponía de manera permanente la historia del Canal de Castilla, así como una muestra de la maquinaria usada en la fábrica de harinas. Asimismo, el suelo acristalado permitía ver el paso del agua rumbo a su desembocadura en el Pisuerga.
Todo parecía ya encaminado para que el edificio tuviera un uso permanente y permitiera a los vallisoletanos seguir contando con su presencia. Pero nada más lejos de la realidad. El El 2 de enero de 2017, debido a problemas económicos, la sociedad titular del establecimiento cerró por sorpresa el hotel.
Destrozos, vandalismo y un nuevo incendio
Impagos al personal, vandalismo e incluso un nuevo incendio provocado, hizo que la antigua harinera siguiera en portada durante los meses posteriores. Una circunstancia que se intentó paralizar por parte del Ayuntamiento, ordenando el tapiado de las entradas para evitar nuevos incidentes.
Todo este proceso hizo que algunas personas decidieran que el inmueble podía tener otro uso. Y se pusieron manos a la obra. Así, en junio de 2018 el edificio fue ocupado por un grupo de vecinos pasando a llamarse el ‘Centro Social La Molinera’. Una situación que ha provocado opiniones encontradas entre quienes se han mostrado a favor del proyecto y los que han criticado la actuación al considerarlo un movimiento ‘okupa’.
De momento, eso sí, parecía que el proyecto seguiría adelante sin mayores problemas, pero en este último mes ha surgido un nuevo temor para los actuales ocupadores del edificio. Una nueva empresa se ha hecho con la propiedad y no se sabe con qué fin. En definitiva, el penúltimo capítulo de la historia de una edificación representativa de Valladolid que acompaña a la ciudad desde hace ya más de siglo y medio.