Fin de una era. Los finales suelen ser duros, inciertos y tristes. Precisamente, en esa tesitura se encuentra el IES Parquesol, un desenlace, que, sin embargo, combina sensaciones diferentes. Pena y tristeza por un lado y gratitud y emoción por otro. Y es que el adiós de uno de los tuyos nunca es bienvenido, pero hay casos en los que la despedida ha de ser motivo de celebración por el trabajo bien hecho. Tras 30 años, Felipe Mateu se jubila y dice hasta siempre al instituto que le acogió desde su inauguración.
Si hacemos cuentas se podrían contar por miles los jóvenes vallisoletanos que han pasado bajo su batuta y que han aprendido de él durante estas tres décadas de carrera. Un hombre carismático, profesional y preocupado por sus alumnos. Así le definen varios ex estudiantes del centro.
El recién jubilado profesor admite ser plenamente consciente de que nunca le ha sido suficiente llevar a cabo su labor diaria en el aula para sentirse a gusto consigo mismo. “Con ser esencial estimular el interés y la participación en clase de los alumnos y ofrecerles unas exposiciones bien estructuradas, unos ejemplos elocuentes, y todo aquello que forma parte del quehacer pedagógico de cualquier profesor, yo necesito sentir una sólida complicidad con ellos, una comunión que va más allá de la habitual labor educativa y formativa del docente. Nunca he necesitado el halago pero siempre me ha emocionado el cariño de mis alumnos”, explica.
"Fue un profesor comprometido, muy directo, muy sincero y que siempre tuvo mucha preocupación por que el alumno aprendiese", señala Javier Liébana, periodista y ex alumno de Felipe.
Por otro lado, el ingeniero aeronáutico y también antiguo estudiante del IES Parquesol Rodrigo Cantarín, define a Felipe Mateu como una persona "con carácter" que "tiene claro el camino que hay que seguir en la enseñanza". "Puede llegar a ser estricto, pero en la práctica resulta ser muy cercano y enseñando es de lo mejor que he tenido", añade.
Licenciado en Filología Inglesa y conocido por la gran mayoría de los alumnos como 'El director', Felipe Mateu se zambulló en el mundo de la docencia hace 36 años, dando sus primeros pasos en Palencia e Íscar. Tras los primeros seis años, el destino quiso juntar a este docente con el vallisoletano barrio de Parquesol hace 30 años. Sin embargo, su idea principal nunca fue ser profesor, aunque los indicios siempre dieron a entender que su cauce desembocaría en la docencia.
De abuelos, padres y hermanos docentes, Felipe asegura que muchas veces los que han estudiado carreras diferentes a Magisterio, llegan al mundo de la educación como segunda opción. Ahora bien, a pesar de que el no hizo la carrera pensando "en dar clase", afirma que no se arrepentirá "jamás" y confiesa que “no es fácil encontrar un colectivo de profesionales más conscientes de su responsabilidad de servicio púbico y más generosos en el esfuerzo, a pesar del escaso reconocimiento que, con demasiada frecuencia, obtienen a cambio.”
La figura del profesor, tan importante en la base de la sociedad, no solo enseña, ya que también aprende. "Los institutos son auténticos microcosmos, verdaderas escuelas de vida en las que recibimos clase cada día", asevera Felipe. Del mismo modo, afirma que si hay algo que realmente ha aprendido en estos 36 años, es que “a pesar de que en ocasiones los profesores y los padres de nuestros alumnos parecemos vivir en mundos distintos, son muchas más las cosas que nos acercan que las que nos separan y es necesario hacer un esfuerzo por salvar esa distancia".
Una vez retirado de la primera línea en las aulas, Felipe Mateu aconseja a los futuros profesores que sean "pacientes". "Es difícil hacer las cosas bien el primer día, hay que tener hay que saber escuchar, tener los ojos abiertos y estar dispuesto a aprender de lo que digan los demás y saber escuchar, observar, y estar dispuesto a aprender de los demás. Es bueno dejarse contagiar por el entusiasmo apenas estrenado de los compañeros más jóvenes y la experiencia y lucidez de los más veteranos. Y es bueno también escuchar a los alumnos y a sus padres, que nos ayudan a recordar que existe otra realidad más allá del aula que siempre conviene tener presente", sentencia.
Evolución de la educación y papel de las nuevas tecnologías
La docencia, según Felipe, se ha vuelto "más compleja". "La tarea docente es ahora algo mucho más complejo. Es verdad que en algunos sentidos esta labor se ha enriquecido pero no es menos cierto que son tantos los frentes que atender que hay ocasiones en las que uno tiene, por un lado la sensación de no poder atenderlos todos como es debido y, por otro, la de sentirse devorado por el papeleo y la burocracia", señala.
En ese proceso de reconversión y modernización, la llegada de las nuevas tecnologías ha jugado un papel fundamental. "A la hora de impartir la docencia, es evidente que la digitalización de los contenidos hace que el trabajo de aula resulte mucho más fácil, aunque conviene no olvidar que detrás de todo ello se esconde un considerable esfuerzo de formación y puesta al día por parte de los profesionales que, con demasiada frecuencia, ni se reconoce, ni se valora”, puntualiza.
Del mismo modo, Felipe cree que las tecnologías tienen "un potencial enorme", cuyo empleo comporta una dosis igualmente grande de "responsabilidad", cosa que "no siempre sucede, como demuestra el caso del propio instituto Parquesol, bombardeado injustificadamente por un alud de comentarios negativos tan injustos como gratuitos".
"Es un caso flagrante que no hace sino poner de manifiesto el enorme peligro de todo este mundo virtual de posverdades y delirios mesiánicos en manos de seres ociosos dispuestos a transgredir las normas más elementales del respeto y la convivencia. Pensar que los adolescentes están expuestos, cuando no inmersos, en este torbellino que cultiva los likes por encima de todo y en el que circulan las iniciativas más disparatadas, sencillamente pone los pelos de punta", confiesa.
El inglés como asignatura pendiente, ¿problema cultural o institucional?
Para este profesor recién jubilado, "hay que repartir responsabilidades" si hablamos sobre el inglés en España. "Es indudable que la preparación de nuestros alumnos ha mejorado notablemente. Los contenidos son cada vez más complejos, los objetivos más ambiciosos y su competencia comunicativa más sólida y más generalizada. La administración educativa, con mayor o menor acierto, ha hecho esfuerzos para que España deje de ser el país con mayor número de habitantes que constantemente empieza a estudiar inglés", bromea.
"Existe, por otro lado, todo un universo en el que el acceso al inglés –canciones, libros, juegos interactivos, videos, películas, series de TV, videojuegos, etc.- es extremadamente fácil y directo y que permite al usuario contaminarse de este idioma de una manera natural y sencilla que antes no conocíamos y de la que es casi imperdonable no sacar partido", añade Felipe Mateu.
Futuro de la educación y nuevas leyes educativas
La educación está en constante evolución, algo que hace difícil predecir el futuro, lleno de incertidumbres y vaivenes.
"La educación necesita urgentemente una ley orgánica, fruto del consenso, que recoja una serie de líneas maestras que den estabilidad a nuestro sistema educativo y confianza a las familias y a los profesionales. No es admisible que la política educativa de nuestro país sea un constante devenir de polémicas, enfrentamientos y textos recurridos por unos y por otros. El hecho de que en los últimos 40 años hayamos conocido ocho leyes de educación distintas, alguna de las cuales ni siquiera ha entrado en vigor, habla bien a las claras de la incapacidad de nuestros dirigentes para acercar posturas de una vez y resulta exasperante y descorazonador para quienes nos dedicamos a la docencia", denuncia.
El mejor recuerdo tras 36 años de carrera
Ahora, la vida de Felipe Mateu entra una dimensión totalmente diferente a la que estaba acostumbrado. La jubilación supone dar pie a un descanso merecido tras 36 años formando a miles de jóvenes que, a día de hoy, muchos de ellos pertenecen al grueso motor laboral que hace funcionar los engranajes de España.
A la hora de elegir el mejor recuerdo, Felipe sonríe y vuelve a revivir la admiración y el cariño mostrados por sus alumnos a lo largo de los últimos días de su presencia en el instituto. "Te vamos a echar de menos, de mayor, quiero parecerme a ti, no te vayas, ven a vernos, Felipe, te queremos mucho", son algunas de las frases que escuchó en su final sobre las tarimas educativas.
Un cúmulo de frases sinceras que marcaron a Felipe y que tiene claro que "son cosas que los críos no te dicen si no las sienten de verdad, que confirman la existencia de esa comunión de la que hablábamos antes y que alcanzó su punto culminante el último día con el grupo de 1 de la ESO A".
"Al entrar en clase, sabiendo que sería la última, los críos me recibieron con un aplauso y los regalos que entre todos habían imaginado. La hora transcurrió entre risas y canciones y, al final, en el momento de despedirse, surgió una inesperada catarsis que nos permitió a todos compartir, entre sollozos, las últimas emociones sin cortapisas, sin filtros, sin pudores y sin medida. Si me hubieran preguntado cómo habría querido despedirme de mis alumnos, no hubiera podido pensar en nada mejor, no hubiera podido imaginar nada tan liberador y tan auténtico, no creía que podría experimentar tal sentimiento de plenitud que, como una revelación, daba sentido a toda una vida en el aula", finaliza.