“Soy escultor imaginero. La primera obra que realicé fue una imagen de Cristo Crucificado tallado en madera de roble que se encuentra en la Iglesia Parroquial de Villasrrubias, en Salamanca. En la actualidad compagino la labor de escultor con la enseñanza”, asegura Miguel Ángel Tapia Palomo en declaraciones a este periódico.
Este vallisoletano, de 55 años, nos abre su taller en la localidad vallisoletana de Viana de Cega. Lleva por nombre ‘Aquí se hacen Santos’ en un guiño a Gregorio Fernández y suma 25 años abierto en la provincia de Valladolid. Una auténtica joya de la que han salido obras escultóricas de oro.
Unos brillantes inicios
“Estudio en la Escuela de Artes de Valladolid por ese gustillo que desde los diez años me entró al querer dibujar y pintar al óleo. Ahí descubrí el mundo de la escultura y me di cuenta que había una rama, que era la de la imaginería castellana, que ya había desaparecido como titulación. Se juntaba lo religioso, lo tradicional, lo escultórico y la madera y me decanté por ello”, añade este imaginero pucelano.
Miguel Ángel afirma que salió de la escuela con el primer encargo para “realizar el Cristo Crucificado” para la localidad salmantina de Villasrrubias, y esto se produjo en el año 1992. Añade que, por aquel entonces, “no sabía si era capaz de hacer una talla a tamaño natural” porque conocía “la teoría” pero “la práctica la ha ido adquiriendo a lo largo de los años”.
“Decidí dedicarme a ello para que se me ligara y conociera relacionado con la Escuela Castellana del Siglo XVI, con el mismo producto y técnicas de entonces sin introducir nuevos materiales”, afirma. Con sus manos y la madera continuaron los encargos y el primero “gordo” como él mismo lo califica, llegó con un paso para la Semana Santa de Valladolid antes de abrir su taller en el 96.
El imaginero nos cuenta que comenzó en una habitación de casa a hacer tallas, después pasó a un local sin luz ni agua y que cuando comenzaron a llegar los encargos se dijo: “Yo me tengo que dedicar a esto, no puedo hacer otra cosa” y eligió Viana de Cega para instalar su taller.
El arte de hacer arte
“En los primeros años me daba tranquilidad el hecho de tener un trabajo que cumplir por delante. Era un paso de Semana Santa de cinco figuras. Cada año iba a ir haciendo una y entonces me llegó otro encargo de la misma cofradía. Al final, siete figuras que me daban seguridad para continuar con mi proyecto y con el taller”, añade.
Entre medias iban llegando más encargos de la Semana Santa de Soria y de León. En la actualidad comparte el taller con la enseñanza. “Me viene bien evadirme dando clases por las tardes. Por las mañanas me gusta estar concentrado solo mientras trabajo para que todo salga bien”, asegura.
En cuanto al tiempo que tarda a la hora de elaborar un encargo depende de “las necesidades”. Los hay de larga duración como puede ser estos pasos para la Semana Santa que, sin embargo, son encargados con tiempo lo que le da “tranquilidad” para “organizar bien” y “trabajar sin prisas”.
Este imaginero confiesa que de la Semana Santa de Valladolid ha elaborado pasos como ‘La Virgen de la Alegría’, ‘El Cristo Yacente’ en la Iglesia de San Benito o el ‘Paso del Prendimiento’ que está confeccionado por cinco figuras, además de la ‘Oración del Huerto’, por otras dos.
“Me han pedido presupuesto desde Bolivia a Colombia. En América, el tema de las tallas religiosas está muy arraigado y gustan los pasos que elaboro”, confiesa Miguel Ángel Tapia.
Un futuro supeditado al avance de las tecnologías
En la actualidad, este imaginero se encuentra preparando una carroza para la Cofradía vallisoletana de ‘La Oración del Huerto’ con madera de nogal. También está realizando una escultura en bronce y asegura que no ha visto reducida su actividad a pesar de la acción del coronavirus.
“Nunca he cogido más trabajo del que podía hacer”, afirma nuestro entrevistado que no descarta ampliar el negocio “con nuevos productos” y, añade que no ve con malos ojos la llegada de las tecnologías aplicadas al arte. “Se pueden aplicar impresoras 3D, fresadoras, brazos articulados y robóticos y demás sin perder calidad y mejorando los tiempos de entrega”, asegura.
“Desde que abrí el taller me he sorprendido mucho de los encargos que me han llegado y también de las situaciones gratificantes que he vivido. Si al salir de la escuela me llegan a decir esto no me lo hubiera creído. Espero seguir como hasta ahora”, finaliza Miguel Ángel Tapia.