Ni la lluvia, ni el frío, ni la pandemia. Nada pudo con los Reyes Magos en su llegada a Valladolid. El año pasado solo pudieron hacer una rápida visita por la ciudad en la ‘no cabalgata’ y en 2022 tenían claro que los niños vallisoletanos disfrutarían de su visita. Porque había ganas, muchas ganas de ver al séquito real pasear por las calles de la ciudad.
Además, se les había preparado un itinerario diferente, con calles más amplias que dificultaran el trabajo de la COVID-19. Más recorrido, más facilidad para que los más pequeños estuvieran en primera fila para ver a Sus Majestades de Oriente. Y aunque el inicio no estaba previsto hasta las 18:30 y la lluvia se empeñó en estropear la fiesta, hubo tregua.
Porque en el momento en que Melchor, Gaspar y Baltasar salieron por la puerta del Convento de los Agustinos Filipinos para dirigirse a sus carrozas, el agua dejó de caer. ¿Fue su magia? Sin duda. Porque desde ese momento se cerraron los paraguas y empezó el desfile.
Un espectáculo de luz, música y danza
Música, luz, danza y color fueron partes del escenario que se había preparado para que los chavales tuvieran una tarde inolvidable. Y se consiguió. Sus ojos de asombro lo decían todo, porque sus bocas abiertas no se podían contemplar. Era obligatorio usar mascarillas y nadie rompió la regla. No sea que luego los Reyes se enfaden y no lleguen los regalos, debieron pensar los pequeños.
El caso es que el desfile transcurrió como estaba planeado. Incluso el decorado fue aún más real por el agua que había sobre el asfalto. Se había preparado bajo el lema metafórico ‘Emergiendo de las profundidades’ con las criaturas abisales y el mar como protagonistas y la lluvia caída dio aún más realce a la cabalgata.
Porque además contó con la presencia de varias compañías teatrales que amenizaron el desfile con actuaciones “relacionadas con el mar”. Así, se disfrutó de ‘La luz de las Delicias’, ‘Remue Menage’, ‘Artefacte’, ‘Parola Bianca’ o 'Planete Vapeur’.
Todas ellas con espectáculos de danza, música y luz que dieron aún más color a una cabalgata mucho más espectacular que la de otros años. En ella se repartieron 2.000 kilos de caramelos blandos. Y no sobró ninguno. Porque cuando los Reyes llegaron a la Plaza Mayor ya no quedaba ninguno.
Desde el balcón del Ayuntamiento, los tres monarcas se despidieron. Y lo hicieron con dos promesas. La primera pasar por las casas de todos los chavales esta noche para dejar sus regalos. Y la segunda, regresar el año que viene porque, pase lo que pase, su deseo es que todo vaya mejor y de nuevo puedan pasear por las calles de Valladolid.