Números y letras. En principio, dos antagonistas que, a lo largo de la historia, han marcado separados caminos pero, como en toda relación que se precie, de la índole que sea, se dan entre los protagonistas de esta relación vías convergentes que confluyen, en el caso que ocupa, en la persona de Víctor M. del Pozo, ingeniero informático, profesor y, también, escritor. Mientras que su vis docente se encontraba presente en la figura del vallisoletano, de 38 años, desde antes de licenciarse como ingeniero, merced a “las clases que impartía en las academias” y al placer que encuentra en la transmisión “de conocimientos a la gente”, la faceta de literato yacía en él desde pequeño, tiempo en el que el “ingeniero de letras” hacía sus pinitos con pequeñas historias y cuentos, influido por firmas de la talla de Borges o Cortázar.
Del Pozo se encuentra enfrascado en los últimos pasos de la continuación de “la historia de ficción más ambiciosa de Valladolid”, que mezcla leyendas y hechos históricos de la ciudad del Pisuerga, como la del sillón del diablo y el crimen de Canterac, con ficción que se desarrolla en la actualidad. ‘El sillón del diablo’ se trata de una novela, como su propio autor reconoce, que “sitúa al lector en la posición de descubrir al asesino”, al mismo tiempo que hace las veces de reclamo en favor de Valladolid: “Conozco gente que no es de aquí que, tras leer el libro, ha decidido visitar la ciudad”, incide del Pozo.
En ‘su’ sillón, se traslada al papel la historia de Andrés de Proaza, el estudiante portugués de medicina que llegó a Valladolid y “pasó de la más pura ilusión a ser un criminal”, a mediados del siglo XVI. Servido de un ‘cliffhanger’ constante, en el que se pasa de la medianía del 1500 a la actualidad, del Pozo deja al lector pendiendo de un hilo en los arcos argumentales de la novela con cada salto temporal, dejando, así, “a cada personaje en tensión”, algo que aprendió del maestro literario J. R. R. Tolkien, autor de, entre otros, la saga de la Tierra Media, ‘El señor de los anillos’.
Por su parte, en ‘El crimen de Canterac’ realiza saltos temporales menos amplios, alternando entre la pasada primera década del siglo XX, cuando sucedió el crimen, en el año 1908, con la actualidad. Este suceso, del que “sí hay documentación, en recortes de prensa de la época”, fue juzgado como un suicidio, cuando periodistas locales de entonces clamaban en su crónica de tribunales ya que el asesinado presentaba “36 puñaladas en su cuerpo”, explica el escritor.
Esta historia real, dado que supone un “intento por entretener con ficción y fantasía, sin pretender construir una novela histórica”, traslada a la actualidad a un misterioso asesino ataviado con una máscara al más puro estilo de médico veneciano, con una ‘nariz’ puntiaguda y negros colores, “al más puro estilo de las ‘snatch movies’, como ‘Scream’ o ‘Halloween’, donde son los policías de sillón -los lectores- quien han de descubrir de quién se trata”, relata el “ingeniero de letras”.
Cabe destacar que existe una segunda parte de esta entrega dado que el propio Víctor reconoce que, en un primer momento, entregó a la editorial -Glyphos- un trabajo de mil páginas, por lo que tuvo que dividir la historia en dos tomos, cada uno con principio y final, y dejar a la audiencia “con la única pega de quedarse con la miel en los labios al leer la palabra ‘Continuará’ en la última página”, bromea del Pozo.
Una anécdota curiosa yace en la longitud de sus relatos ya que su primera novela concluyó con 512 páginas, una cifra simbólica para todo apasionado de las matemáticas, al ser una potencia del número 2, algo que a Víctor, como ingeniero informático, le supuso un gran guiño hacia sí mismo, “ya que en informático todo está escrito en lenguaje binario, y esa cifra es la resultante de elevar dos a la novena potencia”, aclara el ávido autor. Cabe destacar que esa ‘mágica’ cifra no continuó en las versiones ilustradas, que cuentan con el fino trazo del, también vallisoletano, Tayete, autor de unas ilustraciones que “son puro arte, capaces de otorgar vida al libro y con unas portadas que recuerdan a carteles de película”, elogia del Pozo.
Próximos proyectos
Víctor M. del Pozo publicará un libro, junto con otros escritores, en el próximo mes de febrero, con otra editorial diferente a su santo y seña, en la que vuelve a sus orígenes del relato corto con una “mini novelita” sobre la COVID, en un nuevo relato negro en el que el argumento se basa en las vacías calles vallisoletanas y las ubica como escenario idílico para el crimen.
Además, tiene en mente una entrega de trece pequeñas novelas negras, condensadas en cuarenta páginas, para “mantener firme su rol” y “encasillarse” como autor de obras de esta índole. “Lejos de lo que pasa con los actores, que huyen de ser reconocidos con un único perfil, al escritor le viene bien, es decir, si alguien acude a un libro de Ken Follet, quiere saber lo que se va a encontrar”, zanja el vallisoletano.