El hostelero vallisoletano José Luis Cantalapiedra aterrizó en Las Villas en 1975 y llenó de vida el barrio. Ahora, jubilado, goza del cariño de su familia y se recupera a pasos agigantados de un ictus.
Son las sorpresas desagradables que te da la vida cuando se llega a ciertas edades. Es el caso de Jóse, el del bar restaurante “Mi Casa”, un personaje interesante, listo, emprendedor -como se dice ahora- y trabajador donde los haya. Había nacido y vivido en Pajarillos, de familia humilde y de estudios cortos, pronto se dio cuenta que lo suyo iba más allá de los huertos y de los cochinos que criaba su familia. Y empezó abandonando el barrio de toda la vida.
Trabajos variados distintos y distantes
Su recorrido laboral pasó por Fasa, ganadero y mecánico de motos, hasta que descubrió en 1975 cuál sería su futuro tras adquirir una vivienda en Las Villas y la posterior adquisición de lo que era una taberna de barrio, donde con el clarete ponían de tapa un caldo casero.
Conchi Rico, su esposa y su angel de la guarda
En esta familia hay que recordar aquella frase: “detrás de un gran hombre hay una gran mujer”. Se trata de Conchi Rico; una mujer excepcional que se unió en matrimonio con nuestro personaje a principios de los años 70. La pareja tuvo cuatro hijos: Conchi, Josito, Nuria y Paquito. Y Jóse, el patriarca, con el apoyo siempre incondicional de Conchi, tiró para adelante convirtiendo esa taberna de barrio en un emblemático restaurante hasta nuestros días. Si Jóse ha sido un tipo emprendedor, Conchi ha sido la perseverancia, la constancia, su angel de la guarda y una excelente cocinera, además de buenísima persona.
El besugo y el viaje a Orio (San Sebastián)
El ya hostelero, una vez remodelada la antigua taberna de barrio, comenzó su nueva etapa ampliando un salón para restaurante con asador de leña incluido. Pero había que perfeccionarse y especializarse. Y Jóse, listo como una ardilla, no dudó en hacer un viaje a Orio, donde el asado de pescado lo bordan. Y se trajo el secreto para hacer el besugo a la brasa en su nuevo restaurante. Esa es su especialidad que mantiene ahora su hijo Paquito, junto a Alina, su compañera sentimental. Ambos regentan el emblemático establecimiento, manteniendo el prestigio que Jóse y Conchi supieron imprimir desde sus inicios.
Los otros negocios de Jóse y los toros
En años posteriores, Jóse fue un culo inquieto que no paraba de invertir y desarrollar otros negocios. Unos paralelos al restaurante, como dos cafeterías en el centro de Valladolid, un bar en Palencia o un restaurante en una urbanización de Olmedo, al margen de constructor o compra y venta de solares. Incluso se asoció con un industrial y crearon Carrocerías Pisuerga. El caso es que nuestro amigo era un auténtico emprendedor. Se había dejado la vida en el restaurante y quería prosperar aún más en otros negocios. Unos le fueron bien y otros menos bien. Luego, en años posteriores, se metió en el siempre polémico y complicado mundo del toro como apoderado de toreros, e incluso hizo algún pinito de empresario montando algún festejo por tierras gaditanas. En fin, genio y figura la de este pucelano del barrio de Pajarillos que ha sabido aprovechar todos los momentos de su vida, la mayoría de las veces al límite. Pero ahí queda para la historia, y ahí queda su legado.
El almuerzo: botillo gallego en familia
La idea era almorzar con Jóse, pero al llegar al restaurante había reunión familiar y me invitaron a compartir con ellos un delicioso almuerzo. De plato fuerte un botillo gallego recomendado por mi amigo Siro Giralda, ex directivo de Mapfre. Siro es pareja sentimental de Nuria, una de las hijas de Jóse y Conchi. El botillo gallego, con chorizo y arroz, resultó de una delicia sublime. Fue cocinado en fuego de leña por Josito, segundo de los hermanos Cantalapiedra Rico.
La Torta del Casar y la empanada gallega
Pero antes, de entrada, Nuria abrió una Torta del Casar que, untada en pan tostado, nos supo a gloria bendita. No faltó el jamón ibérico y otra entrada recomendada también por Siro, -excelente gourmet- como fue una empanada gallega, hecha en Lugo con chorizo y panceta. Otra exquisitez. No faltaron las ensaladas. Jóse, mi amigo, saldó su almuerzo con un cogote de merluza cocinado brillantemente por Nati, la cocinera de “Mi Casa”. Paquito y Alina aparecían con frecuencia por el segundo comedor de la casa, mientras ella atendía a los comensales de los comedores principales, Paquito supervisaba la cocina; un legado de su madre.
Brindis con “Mauro” y la recuperación de Jóse
Finalmente, brindamos con un Mauro de 2018 en honor a nuestro protagonista. Repito, genio y figura, quién, tras atravesar momentos delicados de salud, lo ha superado y está en fase de recuperación total. Se le ve en el lustre de la cara y la fuerza de sus manos... y el genio que aún mantiene. Eso sí, siempre bajo la mirada atenta y cuidadora de su angel de la guarda: Conchi Rico, una navarresa con una calidad humana de muchos kilates. Enhorabuena, familia. Un abrazo.