La junta directiva de la Sociedad Española de Cirugía Taurina, se reunió el pasado fin de semana en Valladolid para preparar su congreso anual. Antes, en la plaza de toros, se descubrió una cerámica en reconocimiento al doctor Antonio María Mateo por sus cincuenta años en la enfermería del coso, treinta y ocho de ellos como cirujano jefe.
El antiguo patio de caballos del coso del Paseo de Zorrilla se llenó de los numerosos amigos que el doctor Mateo ha ido “coleccionando” a lo largo de medio siglo de trayectoria profesional en el coso vallisoletano. En un discurso emotivo, Mateo agradeció emocionado a sus compañeros de enfermería durante tantos años, toreros, empresarios, veterinarios, policías, músicos, operarios de la plaza y periodistas. Muchos de ellos allí presentes.
Otro momento de sentimiento llegó cuando el doctor Mateo ofreció unas merecidas palabras a su esposa, quién fue sorprendida con un ramo de flores. El cirujano dijo sobre las esposas de los galenos que lo merecen todo por “tanto tiempo que les hemos robado”. Este pequeño homenaje a mi mujer -dijo a los micrófonos de Grana y Oro- es un homenaje a todas las mujeres de los cirujanos taurinos, que tienen que ver como en días de fiesta abandonan sus casas para atender los posibles percances en las plazas de toros”.
En otro momento de su discurso animó a sus colegas seguir en esta hermosa fiesta, así como su defensa y continuidad, “sus protagonistas tendrán en adelante la mejor asistencia posible”, aludiendo a su posible sucesor, el cirujano general del Clínico vallisoletano Luis María Merino, al que deseó suerte.
Antes, el presidente de los cirujanos taurinos españoles, Pascual González Masegosa vino a resumir sobre su colega y vicepresidente de la entidad médica que “más de ochenta percances taurinos ha vivido durante el último medio siglo el doctor Mateo Gutiérrez, de los que el noventa por ciento fueron resueltos en la propia enfermería del coso”.
No faltó el minuto de silencio en memoria de los cirujanos fallecidos recientemente como los doctores Zósimo de Gregorio y Pepe Rabadán.