Cristóbal Colón fue un hombre rodeado de misterios. A las dudas sobre su lugar de origen se sumaban también las referentes al lugar donde fue enterrado por primera vez. Hasta ahora. Una investigación liderada por el profesor de Historia Moderna de la Universidad de Valladolid Marcial Castro, en colaboración con los arquitectos de Valladolid Luis Sanz y Francisco Morillo, identifica el punto exacto donde recibió sepultura nada más fallecer.
El estudio que hoy presentaron sus autores en el Museo Naval de Madrid arroja que los restos mortales del famoso navegante se depositaron por primera vez en la Capilla de Luis de Cerda, dentro del desaparecido convento de San Francisco y que estaría ubicada bajo la actual calle Constitución de la capital vallisoletana. Allí fue enterrado tras su muerte en mayo de 1506 y su cadáver permanecería tres años hasta que fue trasladado a Sevilla.
Fue precisamente el estudio arqueológico de la urna sevillana lo que propició esta investigación. "En 2005 me solicitaron que comparara el polvillo y los restos encontrados allí con los materiales constructivos de Valladolid y de ahí surgió todo”, destaca Castro, quien recuerda también la enorme alegría que supuso identificar el lugar exacto donde se ubicaba esa capilla. “Esa capilla estuvo 168 años desaparecida hasta que hice una superposición de mapas y lo vi con mis propios ojos. Fue un momento muy emocionante”.
La presencia de Colón en Valladolid solo puede explicarse por la presencia allí de la Corte. Con él seguía al Rey allí donde estuviera para reclamárselos. “Era una especie de ‘qué hay de lo mío’ de esa época”, ilustra Castro. En este trabajo de investigación también se demuestra que Colón no murió en la pobreza, como se creía durante algún tiempo, sino que le sorprendió la muerte alojado en una casa digna, acorde al personaje importante que era, “y con no menos de ocho criados a su cargo”, detalla el profesor de la UVA.
Un hecho importante, que demostraría también la importancia de la figura de Colón, es que se enterró de manera “no legal” en esa capilla y con absoluto desconocimiento por parte de los legítimos propietarios del edificio. Ese lugar estaba semiabandonado desde hacía más de 30 años y alguien pensó que era un buen lugar para que descansaran los restos del descubridor del Nuevo Mundo, aunque no dispusiera de los títulos de propiedad necesarios para hacerlo de manera ortodoxa.
La investigación de este equipo vallisoletano ha podido detallar con exactitud, gracias a la excavación parcial y, sobre todo, al uso de un georradar, donde se encontraba esa capilla. Ocupaba todo el ancho de la calle y parte se extendía por el lugar que ahora ocupa una sucursal bancaria. “Sabemos que era de importantes dimensiones. El misterio era dónde empezaba y dónde acababa, pero hemos localizado el muro norte y como la capilla era cuadrada la hemos identificado completamente”, aclara Castro.
Este descubrimiento demuestra también que en un pequeño paseo de 15 metros existe un auténtico panteón de ilustres del siglo XVI. Allí descansan, por ejemplo, al escritor más leído y traducido del siglo XVI, Fray Antonio de Guevara, obispo de Mondoñedo, quien a día de hoy es un perfecto desconocido para la mayoría. También recibió sepultura en ese lugar un héroe irlandés, Red Hugh O’Donnell, así como el hijo de Antonio de Cabezón, el organista oficial de Felipe II. “Esos son seguros, pero probablemente también se encuentre enterrado allí Hernando del Pulgar, cronista oficial de los Reyes Católicos”, aclara Castro.
Una vez hecho el descubrimiento, falta detallar qué se va a hacer con el. Los dos arquitectos que han participado en esta investigación, Luis Sanz y Francisco Morillo, han mantenido un encuentro con la gerente de la Sociedad Mixta para la Promoción del Turismo de Valladolid, Juan Manuel Guimeráns, quien les trasmitió todo el apoyo del Ayuntamiento pero también les hizo ver la imposibilidad económica de llevar a cabo una excavación en el entorno. La opción por la que apuesta Marcial Castro es la de desarrollar un recorrido virtual para tener una sensación inmersiva dentro de la capilla. Eso, y esperar a que se efectúe alguna obra en ese entorno que permita excavar para encontrar los vestigios de la capilla. “Puede pasar un año o quince, pero estoy convencido de que al final vamos a poder tener constancia de esa ubicación”, concluye Castro.