En todas las ciudades hay siempre leyendas, cuentos o mitos que sirven para explicar partes de su historia. Algunas de ellas están escritas mientras que otras han pasado oralmente, de generación en generación, sirviendo como explicación para conocer los nombres de algunas de sus calles, plazas o algún lugar emblemático. Es el caso de la plaza de los Ciegos de Valladolid, ubicada en la esquina de las calles Isidoro Polo e Imperial que lleva su nombre, según la leyenda, por una joven que residía hace siglos en la antigua judería de la ciudad.
¿Y qué relación tiene el nombre de la plaza con la mujer? Según cuenta la tradición en Valladolid residía una joven judía, llamada Susana, hija de un acaudalado hombre de negocios conocido no solo por su riqueza, sino también por la belleza de su heredera.
Tanto que la joven pronto dio qué hablar en la ciudad. Sobre todo, por el color de sus ojos que se dice eran violetas -una de las tonalidades emblemáticas de Valladolid-. El nombre de Susana llegó a todos los rincones de la ciudad y fueron cientos los pretendientes, incluso algunos herederos de las familias nobles de la villa, que se acercaban a conocerla.
Llegó a tanto la obsesión por la chica que su padre se vio obligado a tomar medidas. Tras enviudar, Salomón, el padre de la joven, decidió curarse en salud y guardar el único tesoro que él consideraba que le quedaba. Para ello, decidió que su hija, siempre que saliera de casa, tapara su rostro para que nadie pudiera verla.
Esa medida fue aún peor puesto que avivó aún más la curiosidad de los ciudadanos. Así, cuatro vecinos, conocedores de que Salomón había dejado parte de su cuidado jardín a la vista, se las idearon para espiar a la joven a través de sus rejas. Allí esperaron hasta que un día, Susana salió al patio de su vivienda con la intención de bañarse.
Cuando se desnudó, quizá por la intensidad de su belleza, quizá por castigo divino, tal y como reza la leyenda, se dice que los cuatro jóvenes quedaron ciegos dando nombre al lugar. Una pequeña plaza en la que no hay jardín ni vestigios de la vivienda de Salomón, Pero que en su placa deja claro que en aquel rincón de la ciudad algo allí sucedió dando nombre la plaza de los ciegos.