A menudo paseamos cabizbajos y pensando en nuestras cosas por las calles de nuestra ciudad, pero cuando levantamos la vista, podemos observar que Valladolid acoge espléndidas obras arquitectónicas capaces de deslumbrar a foráneos y vecinos.
El modernismo llegó a España sobre 1860 y fue una de las arquitecturas preferidas por burgueses y comerciantes hasta 1920 aproximadamente. En España encontramos referentes tan conocidos como los arquitectos Gaudí y Domènech, si bien en Castilla y León el estilo es mucho más sobrio y Jerónimo Arroyo y Modesto Coloma son sus principales representantes.
Las características de este estilo, rompedor en su momento, son la ligereza, la asimetría y el uso de los nuevos materiales propios de la Revolución Industrial, como el acero y el cristal. La decoración, basada en la naturaleza, pasó a ser un elemento intrínseco a las obras.
La arquitectura modernista, si bien es poco frecuente en Valladolid, ha dejado varias obras dignas de reconocimiento y de observación, como son la Casa del Príncipe, o el edificio número 6 de la calle Cánovas del Castillo, trabajos puramente modernistas.
Del mismo modo, en la ciudad contamos con otras obras que bebieron de las fuentes de esta tendencia, pero se fueron mezclando con otros estilos de la época, como la Casa Luelmo, o el mítico Pasaje Gutiérrez.
La Casa del Príncipe
En la Acera de Recoletos número 11, esquina con Colmenares, encontramos el mejor representante de la arquitectura modernista en Valladolid. Tras la desamortización de Mendizábal en 1835 la zona pasó de ser un distrito de conventos y centros asistenciales a convertirse en la preferida por la burguesía.
El propietario del solar, Eladio Fernández de Laza deseaba construir un edificio destinado a casa de alquiler y a locales comerciales. La construcción empieza en 1906 y termina en 1908, obra de Jerónimo Arroyo. El edificio cuenta con una disposición muy moderna para aquel tiempo y que a partir de entonces se utilizó en numerosísimas ocasiones: se organiza en torno a un gran patio interior al que también abre ventanas la escalera.
La Casa del Príncipe ha sido elegida como uno de los mejores edificios modernistas de España por los lectores de la revista Architectural Digest (AD), una de las publicaciones de referencia en el mundo de la arquitectura y el diseño, y así la describieron:
Cánovas del Castillo 6
Si continuamos el paseo por el centro de Valladolid, nos encontramos con un edificio sorprendente en la calle Cánovas del Castillo número 6. Corresponde al edificio de viviendas en cuyo bajo comercial está la mítica papelería vallisoletana Delio Guerro. Pasó una mala época hasta que en 2007 se finalizó la rehabilitación que le ha devuelto su brillo hasta nuestros días.
Lo mandó construir Julián Hernández en 1916, encargando el diseño al arquitecto Modesto Coloma. Es obvia la influencia del modernismo catalán, con gran cantidad de detalles arquitectónicos: en el centro del edificio están los miradores, que sobresalen de la fachada recordando a una torre medieval. Pero sin duda, lo que más llama la atención son las originales ventanas trilobuladas de la primera planta, en las que se apoyan los atlantes que sujetan los balcones de la segunda planta. Y sobre éstos, un dragón sujeta cada uno de los balcones del tercer piso, también adornados con una especie de triglifos.
En definitiva, un festival de ornamentos que nos hace ver la más pura arquitectura modernista en el centro de la ciudad.
Casa Luelmo
En lo que entonces eran las afueras de la ciudad y hoy es el barrio de Parque Alameda, encontramos otro ejemplar interesante, como lo es la Casa Luelmo. También conocida como "Villa Paulita", en honor a la esposa del promotor. Fue construida entre los años 1907 y 1912 según el diseño del arquitecto Antonio Ortiz de Urbina, por encargo del empresario Rufo Luelmo.
Su uso inicial fue el de vivienda familiar. En 1956 se llevó a cabo una reforma que afectó a la distribución de los espacios interiores e incorporó un sistema de calefacción y persianas de madera, que modificaron el perfil de los vanos de las ventanas. Tras una serie de deterioros que culminaron con el incendio ocurrido en 1998, la Dirección General de Patrimonio y Bienes Culturales de la Junta de Castilla y León se encargó de su rehabilitación, y hoy es la sede de la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León.
Pasaje Gutiérrez
Entre las calles Fray Luis de León y Castelar, un poco escondido, encontramos esta majestuosa obra que, si bien es un poco anterior a la época modernista, ya recoge ciertos elementos de esta arquitectura, tanto en materiales de construcción como en su decoración.
El Pasaje Gutiérrez se inauguró en 1886 por iniciativa del comerciante Eusebio Gutiérrez, del que recibe su nombre. El arquitecto fue Jerónimo Ortiz de Urbina, quien dotó a este pasaje comercial de Valladolid de una exquisita belleza y singularidad, a imagen de las galerías europeas que ya habían aparecido en París, Bruselas y Milán.
La construcción del Pasaje Gutiérrez fue muy rápida, poco más de un año, y en ella se emplearon las tecnologías más modernas de la época, como son las cubiertas de hierro, las tejas de vidrio y la iluminación a gas. El pasaje cuenta con dos tramos articulados por una rotonda central, donde está la estatua de Mercurio, dios del comercio.
Si bien el pasaje cayó en desuso y abandono a los pocos años de su finalización, actualmente está completamente restaurado y se ha convertido en una de las atracciones turísticas más importantes de Valladolid, donde se pueden encontrar diversos bares y cafeterías en las que disfrutar de una tertulia.
En 1998, el Pasaje Gutiérrez de Valladolid fue calificado como Bien de Interés Cultural.