Entre más de un millar de propuestas, procedentes de 37 países, el jurado del VII Premio Internacional Ribera del Duero, presidido por Rosa Montero, eligió ‘Ustedes brillan en lo oscuro’ (Páginas de Espuma, 15 euros) como ganador de esta edición. Su autora, la boliviana Liliana Colanzi (Santa Cruz, 1981) visitó hoy Valladolid para presentar un libro sorprendente, donde viaja hacia adelante y hacia atrás en el tiempo, desde Caleruega (en Burgos) hasta Goiânia (en Brasil), como una meticulosa observadora que no se cansa de explorar en los márgenes, prestando especial atención con su mirada única a las contradicciones, los misterios y las amenazas que rodean a los seres humanos.
P.- ¿Desde cuándo escribe? ¿Qué le empujó a ello?
R.- Escribo desde que tengo memoria. Toda mi infancia ha estado conectada con la experiencia de la lectura y de la escritura. Mi primer libro de cuentos lo publiqué en Bolivia en 2010 (‘Vacaciones permanentes’) y también vio la luz en España con Tropo, una pequeña editorial independiente.
Entré a la literatura por la fascinación que me causaba escuchar historias. Aprendí a leer por la impaciencia que me provocaba que se acabaran las historias de las personas que me las contaban. Leer fue una forma de tener acceso a un sinfín de historias que podía leer por mí misma y dedicarme a la escritura creo que fue una consecuencia casi natural.
Entré a la literatura por la fascinación que me causaba escuchar historias. Aprendí a leer por la impaciencia que me provocaba que se acabaran las historias de las personas que me las contaban
P.- Este es su tercer libro de cuentos. ¿Qué le atrae del género?
R.- Mis tres libros hasta ahora han sido de cuentos. Esa es la forma en que se ha encarnado, por ahora, mi escritura. Supongo que me atrae hacia este formato la intensidad del cuento, la posibilidad de condensar en espacios breves situaciones, escenarios y emociones.
Sin embargo quién sabe hacia dónde me llevará la escritura. Mis relatos se mueven mucho hacia hibridaciones con otros géneros. Me interesa explorar las posibilidades de mutación, hibridación y experimentación que te permite el cuento, la oportunidad que te brinda de transgredir fronteras y límites entre géneros.
P.- En casi todos los relatos los protagonistas son seres amenazados, aunque a veces ni siquiera sean conscientes. ¿Por qué?
R.- También en mi anterior libro de cuentos, ‘Nuestro mundo muerto’ (2016), había personajes que estaban al límite; era un libro sobre estados alterados de la consciencia, ya fuera por consumo de sustancias, por experiencias religiosas o por enfermedades mentales.
En este libro también aparece esa sensación de amenaza, ya sea por la presencia de una central nuclear que genera circunstancias de vigilancia y de control sobre los habitantes del entorno (‘Atomito’), como por jóvenes muchachas que están tratando de escapar de una comunidad religiosa represiva (‘El camino angosto’), personajes que están tratando de sobrevivir en circunstancias brutales (‘La cueva’ ) o, finalmente, personajes que son víctimas de un accidente radiológico con consecuencias terribles (‘Ustedes brillan en lo oscuro’).
Para mí la literatura es una forma de proyectar la imaginación y de ponernos en los zapatos del otro, de ejercer la empatía. En mis cuentos hay una exploración de esos estados límite; es un escarbar también en el dolor, una forma de, al menos, intentar entender a los otros.
P.- La sombra nuclear es el eje de dos de los seis relatos del libro. Vivimos un tiempo en el cual están muy presentes las falsas promesas de progreso que pueden esconder cierto tipo de energías alternativas para comunidades de escasos recursos. ¿Es un tema que le preocupa especialmente?
R.- Sin duda. Y es un problema para el cual no hay soluciones ni respuestas fáciles. La energía nuclear genera sustancias tóxicas que pueden ser dañinas para el medioambiente durante cientos de años, pero por otro lado es una alternativa a los combustibles fósiles que producen gases de efecto invernadero que están calentando el planeta y provocando una serie de problemas con los que estamos lidiando actualmente.
Me interesa el tema y las posibles soluciones a estas encrucijadas medioambientales en la que estamos envueltos, pero también soy muy consciente de que no hay respuestas o salidas fáciles, o que no involucren contradicciones. En el caso del reactor nuclear que se está construyendo en Bolivia, me llamó la atención que originalmente estaba planteado que se construyera cerca de Mallasilla, una población cercana a La Paz; los habitantes protestaron y el Gobierno decidió mover ese proyecto cerca de la ciudad de El Alto, que está integrada mayormente por aimaras y donde hay mucha población pobre.
Para mí siempre es llamativo que los proyectos que tienen un potencial contaminante se construyan cerca de territorios indígenas o de poblaciones con carencias económicas.
P.- Decía antes de que su primer libro de cuentos se publicó en España. Usted misma creó hace unos años Dum Dum Editora. ¿Tiene la sensación de que el mercado editorial de España y de Latinoamérica viven de espaldas?
R.- El diálogo entre la literatura latinoamericana y de España no ha sido el mejor. Hay un gran desconocimiento por ambas partes, pero creo que en este momento se están produciendo sinergias interesantes.
El diálogo entre la literatura latinoamericana y de España no ha sido el mejor. Hay un gran desconocimiento por ambas partes, pero creo que en este momento se están produciendo sinergias interesantes
El año pasado con mi editorial publiqué a la canaria Andrea Abreu, que me fascinó con ‘Panza de burro’. Es un libro que hace maravillas con el lenguaje y que presenta un mundo muy intenso, muy vital, contado con una gran fuerza poética. Por otro lado hay autoras como Mónica Ojeda, María Fernanda Ampuero o Natalia García Freire que publican aquí y que tienen un diálogo muy fructífero y productivo con España. Creo que esos puentes se están produciendo, sobre todo en lo que respecta a literatura de mujeres.
Hace poco leí ‘Carcoma’, una novela de Layla Martínez que me gustó muchísimo, y ella decía en una entrevista que su modelo había sido el gótico latinoamericano. Todo eso me hace pensar que ese diálogo se está produciendo de manera más fluida últimamente.
P.- ¿Qué le llevó a crear hace cinco años su propia editorial?
R.- Me animé a ser editora independiente ante el deslumbramiento que me produjo ‘Eisejuaz’, una novela de la argentina Sara Gallardo, que también fue publicada en España hace un par de años por Malas Tierras
Se publicó originalmente en 1971 pero se mantuvo fuera de circulación durante décadas, y es una obra que tiene un trabajo maravilloso con el lenguaje, que muestra un mundo rural que no ha sido narrado y que nos sigue hablando hasta el presente, al abordar cuestiones como lo medioambiental y lo indígena, con una prosa maravillosa.
Por un lado me interesa mirar al pasado y encontrar a autoras que quedaron relegadas o invisibilizadas por el tiempo, como la boliviana María Virginia Estenssoro, autora de ‘El occiso’, un libro de cuentos de 1937 que estuvo cincuenta años fuera de circulación; y por otro me gusta dar cabida a voces nuevas, jóvenes y emergentes. En general publico ciencia ficción, fantástico y también me interesan las propuestas estéticas y políticas novedosas y extrañas.
P.- En sus relatos combina ciencia ficción y realismo, con viajes en el tiempo y en el espacio, ¿que le da esa hibridación como hoja de ruta personal en la escritura?
R.- La literatura es una puerta para explorar los misterios en los que estamos envueltos. Me brinda la posibilidad de viajar en el tiempo, de imaginar cómo fue el planeta antes de que estuviéramos aquí como especie y cómo podría ser en un hipotético futuro
También es una puerta, una grieta o fisura más bien, en lo real, que me permite indagar en grandes misterios como la muerte, el cosmos o todo lo desconocido que en realidad nos gobierna.
Si lo pensamos bien, las cuestiones más importantes las desconocemos: cómo se creó el mundo, qué pasa cuando morimos, cómo funciona un agujero negro... Son todas preguntas muy grandes sobre las que puedo ahondar a través de la escritura y de la imaginación.
P.- ¿Cómo conoció el Premio Ribera del Duero y cómo recibió el fallo del jurado?
R.- Conocí el premio a través de los libros de algunos de los ganadores. Disfruté mucho por ejemplo ‘Siete casas vacías’ de Samanta Schweblin y ‘El matrimonio de los peces rojos’, de Guadalupe Nettel. Es un premio que da un espaldarazo muy importante al cuento, y por supuesto fue un grandísimo honor y alegría ser ganadora de esta edición.
Además de la dotación económica, conlleva la publicación de la obra ganadora en países como Argentina, Bolivia, Ecuador, Chile, Colombia, España, México y Uruguay. ¿Es una forma también de tejer lazos entre países con un habla común?
Exactamente, es una manera de reparar esa falta de comunicación que nos ha afectado durante tantas décadas. Históricamente ha sido muy difícil acceder a lo que estaba pasando en los países vecinos, pese a que geográficamente no estábamos tan distantes. Una de las cosas más maravillosas del premio es que se encarga de que el libro llegue a los lectores, al distribuirse en varios países gracias al admirable esfuerzo logístico que realiza Páginas de Espuma.
P.- Uno de los relatos que conforman el libro, ‘Los ojos más verdes’, no formaba parte del manuscrito original con el que ganó el premio y ahora sí se incluye, ¿por qué?
R.- Las bases del premio piden que todos los relatos sean inéditos, y ese ya se había publicado en la antología ‘El gran libro de Satán’, editada por Jorge de Cascante para Blackie Books el pasado año. Sin embargo, mientras escribía los cuentos de ‘Ustedes vivían en lo oscuro’ yo lo veía como parte de este volumen, imaginaba que ese cuento era parte de esta constelación, porque tenía una conexión con el resto de las historias.
Uno de mis intereses es narrar el Amazonas boliviano, y en este cuento hay un satán amazónico que habla muy bien al conjunto. No se presentó al premio pero yo lo veo como una parte orgánica del libro.
P.- ¿Qué nexos atraviesan los relatos de este volumen?
R.- Hay una serie de paisajes latinoamericanos que quería explorar, paisajes que no siempre han estado presentes en la literatura, Me interesaba por ejemplo esta exploración del Amazonas Boliviano, también la ciudad de Goiânia, donde se produjo en los ochenta el accidente radioactivo… Quería transitar por lugares que no han sido tan contados o que no han tenido tanta presencia en la literatura, porque creo que hay algo muy vital y fascinante en estos espacios, que encierran una historia olvidada, oculta o secreta, en la cual quería escarbar a través de la escritura.
Hay cuentos que tienen una atmósfera futurista, como ‘Atomito’, y otros como ‘La cueva’ que viajan al pasado pero también a un futuro dentro de miles de años. También está la cuestión de la exploración del tiempo, ya sea el tiempo de los materiales radioactivos (que tienen una vida de cientos de años) o el tiempo que encierran las ruinas, edificaciones antiguas, medio devoradas por la selva, o los lugares ya olvidados que nos hablan de nuestro presente.