Amante de los viajes, con Australia en el recuerdo. También del cine, su película favorita es ‘El Club de los poetas muertos’. Alfredo Corell Almuzara es una de las 100 personas LGTBIQ+ más influyentes de España en este año 2022.
El catedrático en Inmunología por la Universidad de Valladolid, madrileño de nacimiento pero que vive en la ciudad del Pisuerga, emprenderá en los próximos días una nueva aventura en la Universidad de Sevilla y en el Hospital Virgen del Rocío. “Tenía la necesidad de un cambio fuerte en mi vida. Organizo una fiesta de despedida para irme por todo lo alto, feliz y no con pena”, asegura en declaraciones a EL ESPAÑOL – Noticias de Castilla y León, en una fiesta que se desarrollará el próximo 1 de julio en el Museo Patio Herreriano.
En el Día del Orgullo LGTBI, que se celebra este 28 de junio, Corell se sincera y asegura que aún queda un largo camino por recorrer para que las personas de este colectivo sean respetadas y tengan el mismo trato que las demás.
P.- Es una de las personas más influyentes del Colectivo LGTBi en España. ¿Cómo se lo toma?
R.- Me lo tomo con incredulidad y respeto. No sé hasta qué punto yo puedo ser influyente en estos temas en España.
P.- ¿Qué significado tiene este 28 de junio para usted?
R.- El 28 de junio es una fecha reivindicativa. En la que, por desgracia, tenemos que seguir cada año recordando que no se nos trata igual ni tenemos la igualdad de oportunidades, trato ni de proyección, por ser como somos o amar a quién amamos.
Estamos en unas fechas en las que, por ejemplo, algunas ciudades se plantean que no es constitucional poner una bandera arcoíris en sus instalaciones pero pueden poner banderas de los equipos de fútbol de la ciudad. En un momento en el que una película, de dibujos animados, porque aparezca un beso entre dos mujeres, es censurada en muchos países y se considera que eso es ideología de género. En el que en una discoteca en Noruega matan a dos personas y dejan a 20 heridos en una discoteca LGTBI.
En un momento en el que, en este país, por acercarnos más todavía, en el que en alguna Comunidad Autónoma, los partidos políticos que gobiernan permiten que haya terapias de conversión. Es decir, nos ven como enfermos.
Las palizas, los maltratos, los acosos, el bullying escolar y toda la gente que sufre, por parte de sus compañeros, hace necesario que sigamos concentrándonos cada 28 de junio.
P.-Ha estado casado con una persona de su mismo sexo. Lo ha compartido por redes ¿Recibe aún muchas amenazas por ello?
R.- Recibo insultos y amenazas, a veces mezcladas con insultos negacionistas de la pandemia.
P.- ¿Qué les diría a estas personas que lanzan esas amenazas?
R.- Tenemos una crisis social en la que estamos, en algunos aspectos, retrocediendo en el tiempo. Acabamos de ver cómo, en Estados Unidos, el Tribunal Supremo tumba la Ley del Aborto y derechos y libertades que estaban consolidándose, están a riesgo de desaparecer. Todo porque llegan al poder gobiernos radicales extremistas.
Sobre esta gente, y volviendo a su pregunta, lo que pienso en muchas ocasiones, es que se amparan en el anonimato de las redes sociales. Se acabaría en cuanto en cualquier red social tuvieras que dar tus datos de identificación. Este es uno de los principales males de las redes sociales. Se amparan bajo el anonimato para decir verdaderas barbaridades. Se consideran, en muchos casos, personas de una raza superior. Aunque no sé si llamarles personas. Son más entes que personas. Cuando hay una falta de respeto hacia los derechos humanos no merece la pena ni llamarlos personas. Esto de lo que hemos hablado de que se creen superiores les lleva, en las redes, a amenazar e insultar. En las calles a pegar y creo que, socialmente, hay que tomar cartas en el asunto porque si no seguirá sucediendo. Estos movimientos de odio están creciendo en los últimos tiempos.
P.- El pasado año, en el Ayuntamiento de Valladolid ofreció un discurso que emocionó a todos: ensalzando la “inmunología social” como antídoto contra la intolerancia en el Día del Orgullo LGTBI.
R.- Lo recuerdo como un día muy bonito. Era un día especial. Todavía estábamos con la pandemia, con las mascarillas y con las restricciones de aforo en el salón de recepciones municipal. Quedé muy agradecido al Ayuntamiento por la invitación para dar ese pregón del orgullo que, en definitiva, hice un repaso a mi trayectoria vital y me emocioné al hacerlo. Cuando uno tiene que reivindicar una cosa tan básica como que se le respete por amar a quién ama, quiere decir que estamos ante una crisis de valores de una potencia tremenda.
El discurso del año pasado sigue siendo igual de actual este. Si me apuras, me quedo corto cuando vemos que las asambleas que nos gobiernan, en determinados partidos de extrema derecha, tratan muy peyorativamente a los propios compañeros y compañeras dentro del colectivo LGTBI.
P.- Queda un largo camino por recorrer
R.- Queda mucho camino por recorrer. Estoy viendo un movimiento pendular de odio y de LGTBIfobia que como no se pare podemos tener un problema y en España no somos especialistas en esto de parar no somos buenos, es complicado. En Alemania pararon pronto los brotes de la extrema derecha.
Aquí no, se les da cuerda. Insultan a compañeros de otros partidos que están dentro del colectivo LGTBI. Y en otras comunidades, como Murcia, permiten que se hagan cursos de terapia de conversión. Porque consideran esto como una enfermedad. Pasa como en la muerte de Samuel. Era obvio que era un ataque homófobo. Y, en seguida, hubo determinados sectores de la prensa que pusieron en duda esto. Con lo de Noruega pasó igual.
P.- Aseguraba en una entrevista que se había culpabilizado al colectivo gay de ser culpable de la viruela del mono, como pasó con el SIDA. Casi nada.
R.- Hubo un momento determinado que parecía que, como los gays hacían o tenían más relaciones o eran más promiscuos sexualmente hablando, se merecían tener la viruela del mono. Es una enfermedad que se produce por contacto estrecho piel con piel. Eso lleva a que se pueda contraer en actividades sexuales, pero también ha habido casos en mujeres. Ha habido brotes en puntos de encuentro de personas gays pero esto no lo convierte en una enfermedad de gays, que es como se abordó en prensa en ese momento.
P.- En el discurso del año pasado recordó un episodio que sufrió en la Universidad de Valladolid en el 2018 cuando se encontró en su facultad un cartel que decía: “Corell, maricón y socialista”. ¿Cómo recuerda ese episodio?
R.- En la Facultad de Medicina fue terrible. Repetido, en tres ocasiones. Una situación de acoso. Hubo un silencio culpable por parte de muchos agentes de la universidad. Yo me enteré mucho después. De madrugada llenaban el suelo de octavillas que ponían: “Corell, maricón y socialista”. La primera vez parece que eran miles de papeles que iban desde el suelo, desde donde salía el ascensor, hasta la puerta de mi despacho. El que lo hizo pretendía que yo lo viera. También en los corchos y en los tablones del departamento.
Al ser de madrugada, el personal de limpieza lo recogía y cuando llegábamos a trabajar no había nada. Así hasta tres veces.
Yo me entero porque un papel cae a la calle y una alumna saca una foto y lo denuncia en Twitter. Llega a todos los estudiantes. Uno de ellos, con el que estoy trabajando en el proyecto de fin de grado, me lo dice.
Hablé con conserjes, equipo de limpieza… todo el mundo era conocedor pero pensaba que no había trascendido. Todo el mundo quitó y calló pensando que mientras no se viera, no pasaba nada. Eso es un problema.
Cuando lo denuncio en la Policía me dijeron que cuanto más visibilidad mejor, a la hora de encontrar un supuesto culpable, que nunca se encontró. La Policía pensó desde el primer minuto que habían sido estudiantes y yo me inclino a pensar que fueron compañeros.
P.- No se supo nunca quién fue.
R.- No se ha sabido ni se sabrá.
P.- ¿Cómo ve la situación en general y en Castilla y León en particular? ¿Qué no se iluminen, por ejemplo, las Cortes? Tras lo decretado por el presidente del Parlamento de Castilla y León, Carlos Pollán. Al no ser “un colectivo vulnerable”.
R.- Las banderas, en comunidades como la nuestra, o Madrid, se niegan a lucir la bandera arcoíris en estos días de celebración. En cambio, lucen banderas de fútbol. No hay justificación. Va a haber una persecución.
Hemos escuchado en las elecciones de Andalucía a uno de estos partidos hablando del Lobby LGTBI como el demonio. A esto se le suma que hay muchos sacerdotes u obispos de distintas provincias que también nos siguen tratando como enfermos. Tanto la extrema derecha como algunos líderes religiosos catalizan el odio.
Hemos visto en la Comunidad de Madrid a una parlamentaria diciendo a Rubiño que “se cuidara”. Es muy desagradable que estemos a estas alturas así. Por eso digo que estas personas no tienen nivel de personas. Deberían considerarse entes porque están fallando en la declaración de derechos humanos y en nuestra propia discriminación que dice que no se debe discriminar a alguien por cualquier condición personal.
P.- ¿Y la llegada de Vox al parlamento regional?
R.- Con la entrada de Vox en el Gobierno hemos visto una agresión directa a una persona discapacitada. El paso para que sea por su condición sexual está a la vuelta de la esquina. No se cortan. Es un movimiento marcha atrás en la historia.
P.- ¿Cree que con la entrada de Vox en el Gobierno se van a reducir los derechos del colectivo LGTBI?
R.- Es un riesgo muy factible.
P.- Emprende un nuevo camino lejos de la Universidad de Valladolid. ¿Cómo lo va a recordar y cómo se plantea este nuevo reto?
R.- Seguiré de catedrático aquí hasta que los trámites burocráticos fructifiquen y firme la toma de posesión como catedrático en Sevilla. Dejo una colaboración de investigación con la universidad por lo que seguiré trabajando con todo el Equipo de Gobierno de la UVa con los que mantendré una relación intensa, porque son amigos.
Si podemos establecer algún puente académico y alguna colaboración Valladolid-Sevilla la haremos. Tengo el corazón partido, pero tenía la necesidad de un cambio fuerte en mi vida. Organizo una fiesta de despedida para irme por todo lo alto, feliz y no con pena.