No hay nada como mirar atrás y sentir ese anhelo por lo vivido. Por lo disfrutado. Por esos momentos de diversión en bares y discotecas que fueron míticos en Valladolid capital, y también en la provincia. Muchos son ya parte del recuerdo y están en el corazón de los vallisoletanos que vivieron noche mágicas y que recuerdan anécdotas en estos establecimientos hosteleros asociados al ocio nocturno.
Muchas de esas anécdotas marcaron sus vidas. Quizás en Mambo alguien conoció al amor de su vida y celebró, años más tarde, su boda. O en El Penicilino disfrutó del mejor cumpleaños que recuerda. O una noche en Campus, alguien anónimo, se rio hasta la extenuación con sus amigos y años más tarde recuerdan esa, como diría Raphael, “gran noche”.
“¡Bares, qué lugares!”, preciosa frase que nos viene al pelo. Muchos formaron parte del ocio de la ciudad del Pisuerga y son ya historia y leyenda de esta mágica ciudad.
Bares y discotecas inolvidables
“Rockería, Trastero, Lando, La Luna, Penicilino, 1900, La Calleja, Lisboa, La Curva, Jaleo, Cachilandia, Bebe +, Campus, Titajuana y muchísimos más. Si echamos la vista atrás nos damos cuenta de la cantidad de locales emblemáticos que hemos perdido. Todos y cada uno de ellos eran lugares de encuentro y dotaban a la noche vallisoletana de una vida especial”, confiesa en declaraciones a EL ESPAÑOL – Noticias de Castilla y León, Víctor Morgan.
Él es, desde hace tres años, el presidente de la Asociación Más Que Bares y también recuerda con nostalgia la ausencia de estos puntos de encuentro que hacían grandes a la noche vallisoletana. “Estos bares participaban activamente en el ocio y la cultura de la ciudad”, apunta nuestro entrevistado. En ellos “se hacían conciertos, exposiciones o fiestas temáticas. Generaban mucha actividad y movimiento social y cultural”, añade.
Antes La Oca, en la calle San Felipe Neri, Komplot, en Zaratán, o la Discoteca Pentágono, en la calle Gamazo. “Siempre es una pena perder sitios así. Al final, también es cierto que son negocios y si pierden su rentabilidad no resulta viable seguir dándoles continuidad para generar pérdidas”, añade Morgan.
El presidente de esta asociación añade que “sería muy bueno que continuaran” pero afirma que “hay que mirar hacia adelante y ver la gran cantidad de bares que siguen en la ciudad” muchos de ellos, con largos años de historia. “Seguimos contando con muchos locales que se preocupan de organizar actividades más allá de lo meramente comercial”, asegura.
Asklepios se mantiene a base de buena convivencia con el vecindario
“Este año cumplimos 25 años como discoteca Asklepios con una sesión no apta para todos los públicos. Con un planteamiento musical al margen de las modas y las radiofórmulas que está dirigido a un público concreto. En todas las ciudades debería haber una discoteca alternativa a la moda imperante del momento”, cuenta a este periódico, José María Moreno de la Viuda.
El gerente de esta discoteca ubicada en la calle Torrecilla, número 14, es además vocal del sector de las discotecas en la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de Valladolid (APEHVA). Añade que ahora que empieza el verano, con las vacaciones y las fiestas de los pueblos, para “las capitales de provincia del interior del país será temporada baja y meses malos para la hostelería de noche”.
“La discoteca se mantiene gracias a la buena convivencia con el vecindario. Intentamos molestar a los vecinos lo menos posible siendo conscientes de que nuestra actividad, que de puertas para dentro está regulada y limitada en volumen, genera un rumor imposible de evitar”, asegura el gerente.
Además, añade, que “ha renunciado a abrir la sesión joven, de 12 a 4 de la mañana” al ser “más ruidosa y molesta”. “Abrimos solo jueves, viernes y sábados, a partir de las 4, sumando menos de nueve horas de apertura a la semana. Los porteros, al terminar, despejan la calle con educación. Hacemos lo que podemos teniendo en cuenta que no podemos exigir a alguien que se vaya de la calle. Aún así, la mayoría lo entiende y colabora para que en 15 minutos la zona está vacía”, explica el dueño del establecimiento.
“En los años 80 había 21 discotecas en Valladolid y ahora resistimos 8”, finaliza el gerente de Asklepios que consigue mantener su negocio a base de trabajo. Mucho mérito.
Un sector muy tocado
“Hemos tenido que soportar cierres, restricciones, ERTES e infinidad de trabas para trabajar y poder pagar facturas y sueldos. Somos conscientes de que no es algo exclusivo de nuestro sector. Son muchos los negocios que aún intentar recuperar la normalidad”, afirma Víctor Morgan.
En cuanto al número de negocios que han tenido que cerrar por la pandemia añade que “es difícil concretar una cifra exacta”. “Muchos tuvieron que echar el cierre definitivo y perder una vida de trabajo y dedicación”. Aunque no tenga esa cifra exacta asegura que “han sido demasiados”.
Apunta que tras el coronavirus “los hábitos han cambiado” y que ahora “se sale más al vermut y menos por la noche” a lo que hay que sumar “la situación actual por la crisis energética, altos costes de combustibles y encarecimiento brutal de productos de primera necesidad” que hace que “tengamos menos dinero para el ocio” lo que hace que “la noche se resienta especialmente”.
“Sin duda, necesitamos recuperar la ilusión y las ganas de disfrutar y reír que, en parte, nos ha quitado la pandemia. Creíamos que tras pasar esa época tan dura volveríamos a una situación normal, pero las cosas se están complicando por cuestiones ajenas a nosotros como la guerra y demás”, apunta Morgan.
El objetivo y el deseo de éste pasan por “conseguir una estabilidad laboral” y que “nuestros bares sean negocios rentables” porque así “todo es más fácil para dar vida a la ciudad y participar en todo tipo de actividades con el fin de volver a ver la noche pucelana activa, divertida y sana”, añade.
La noche de Valladolid mira con nostalgia a negocios que marcaron una época, pero quiere resurgir para volver a ser referente en el territorio nacional.