Roberto Domínguez (IV)
Confirmación en 1975
Domínguez completó cuatro corridas de toros el año de su alternativa. Cinco el siguiente, y veinte en 1974. Y en 1975 hizo el paseíllo en 37 ocasiones. Aquello empezaba a funcionar y decidió que había que asomarse a Madrid para confirmar. Fue un 19 de mayo con Ángel Teruel y Julio Robles. Roberto estoqueó uno de Murteira Grave y uno de Berrocal, dando una vuelta al ruedo con el toro de la ganadería portuguesa.
Beneficencia en 1975 con Franco en el palco
Un mes más tarde se apuntaba a la corrida de Beneficencia donde no pasó nada. Ruiz Miguel y Capea fueron sus compañeros de cartel con una corrida de Sepúlveda de Yeltes. Eso sí, Franco presidió el festejo y luego recibiría a los toreros en la antesala del palco como era habitual en la época, y sigue habiendo ese protocolo, en este caso con el Rey de España.
La primera oreja en Las Ventas y la apuesta con Robles
El primer trofeo en Madrid vino en la temporada de 1978, que se acarteló en 38 ocasiones. Fue un 24 de mayo con Curro Vázquez y Julio Robles en el cartel. Los toros fueron de Lázaro Soria. Y hay una anécdota curiosa con apuesta de por medio. Julio y Roberto eran amigos desde hacía años. Y compañeros, tanto en la plaza como en las juergas que haberlas las hubo por decenas, tanto en Salamanca como en Valladolid.
El salmantino y el vallisoletano, dentro de su amistad y con sus constantes bromas, llegaron a apostar cien mil pesetas de la época. El gran pastón de entonces, se lo llevaría aquel que cortara una oreja. No hubo pastón para los apostantes, porque cada uno cortó una oreja…para no pagarse nada.
El toro de Ordóñez
En la última corrida de Las Ventas de 1987 cortó una oreja; era la tercera de su carrera en la capital del toreo. Y le supo a gloria al vallisoletano, porque esa tarde se redimió ante el público venteño. La soberbia lidia a un toro de Ordóñez la resumía de esta forma Joaquín Vidal en El País: “El toraco escondía la cara entre los brazuelos, reculaba acobardado ante el cite valeroso de Domínguez, mientras su instinto le hacía esperar la ocasión propicia para tirar la cornada a traición. Cuando creía llegado ese momento, la tiraba, fuerte, seguramente convencido de que iba a matar, y se encontraba con que se diluía en los vuelos de una muleta que movía con larga suavidad un torero cabal de pulso firme y templado corazón”.
Ya no era aquél torero que gustaba por sus formas exquisitas de torear. No, había cambiado el concepto el diestro vallisoletano, y ahora demostraba su oficio en su calidad de dominio y poderío. Aquél toraco de Ordóñez, al que le cortó una oreja, le valió a Roberto aumentar definitivamente su credibilidad en Madrid.
Los últimos años de los 70 y primeros de los 80 fueron buenos para el diestro pucelano que va calando en Madrid, aunque sin llegar a romper; “apunta, pero no dispara”, como le dijo un viejo aficionado. Son años en donde acude a ferias y plazas nuevas, va cogiendo oficio y torea un número de festejos interesantes. Pero, como diría en aquellas declaraciones a El País de 1985: “torero de media tabla”.
La caída con la moto parte la temporada en dos
Ocurrió el 8 de mayo de 1983. Lo cuento en mi libro porque, como anécdota, Roberto solía decir: “debo saber mal porque me cogen los toros y me sueltan enseguida”. En efecto, había tenido cogidas, pero de escasa importancia. Sin embargo, la “cogida con la moto” fue de gravedad porque se estrelló contra un tractor y las consecuencias fueron rotura de clavícula. Buena parte de la temporada se fue al traste.
Roberto estaba anunciado en San Isidro, como venía siendo habitual desde 1981 con Manolo Chopera de empresario. Siempre le ofrecía una corrida en abril -Ramos o Resurrección- y dos en San Isidro. Domínguez había toreado la de Semana Santa; un corridón del Puerto de San Lorenzo encabezando el cartel con José Antonio Campuzano y Ortega Cano. Pero ya no volvió a torear hasta septiembre en Palencia. Roberto completó cinco festejos en ese fatídico 1983. La moto había truncado la temporada.
Yiyo triunfa en su lugar
Lo que para uno fue un percance grave, para otro fue encumbrarse en Madrid. Y ese otro fue un torero joven (José Cubero “Yiyo”) que venía arreando desde novillero. Ese año de 1983 Roberto estaba anunciado en dos tardes isidriles; en ninguna de ellas actuó, siendo sustituido por Yiyo (que no estaba anunciado en la feria) en la primera del 22 de mayo, junto a Jorge Gutiérrez y Curro Durán. Y el diestro madrileño salió en volandas por la puerta grande del templo del toreo.
Reflexiones de Roberto Domínguez… y con la moto a 180 kms. por hora
En 1990, Domínguez hacía unas reflexiones a José Luis Benlloch en la revista Aplausos sobre su accidente de moto. Había un trasfondo -lo conté en mi libro- y ambos, torero y periodista, hablaban del destino que cada uno tenemos asignado. “Seguramente, -remataba el diestro pucelano- en esa tarde que triunfó Yiyo, yo no hubiera triunfado. Estaba desosegado en esa época y no tenía confianza en mí. Si no, no se entiende que a escasos días de torear en Madrid pusiera la moto a 180 kms. por hora…”.