Después de un largo curso académico los estudiantes llevan la cuenta exacta de los días que quedan para las ansiadas vacaciones de verano. Por suerte, a la vuelta de la esquina les queda todo un verano para poder disfrutar y descansar de un merecido esfuerzo que se han ido labrando a lo largo del año. No es una sorpresa que después del ajetreo de los viajes de fin de curso, haya tiempo para todo. Disfrutar del verano, viajar, pasar tiempo con los amigos…pero entre plan y plan, hay algo que siempre anda rondando en la cabeza de los estudiantes. El futuro.
Siempre es más fácil pensar en el presente, en el ahora, en vez de preocuparse de lo que vamos a hacer en meses. Sin embargo, esta idea se acentúa más aún cuando se trata de los estudios. La pregunta de “¿Qué vas a hacer en unos años?” o “¿A que te quieres dedicar cuando seas mayor?” cada día acecha más a los pensamientos de los estudiantes. Pero como en todos los ámbitos cada persona es un mundo, hay quien se lo prefiere tomar con más calma y otros que viven con los nervios y el estrés a flor de piel todo el verano en busca de una opción de estudios.
Una decisión complicada
De universidades a grados las opciones son miles, y a veces no es tan fácil decidirse por una sola opción. La elección del grado es una de las situaciones que más incógnitas generan alrededor de los estudiantes. Es el caso de Nuria Olea una estudiante recién graduada de bachillerato de ciencias que a parte de disfrutar y descansar está dedicando su verano a buscar alternativas de estudio.
La joven confiesa que no esperaba ir a la primera convocatoria de la selectividad, destacando que “no fue tan estresante como esperaba”. Una vez terminado el curso y recién graduada, Nuria ya tenía bastantes cosas claras ante futuro. “Sabía que no quería hacer universidad, pero igualmente hice la EBAU porque me lo aconsejaron. Después de haber estado estudiando todo el año no me costaba nada hacer los exámenes y aprovechar la oportunidad por si en algún momento necesitaba esa nota.”, explica.
Y después de la selectividad viene ese gran salto de elegir, ponerte en algunos casos entre la espada y la pared, rechazar y priorizar opciones. Nuria se puso a buscar grados orientados a su gran vocación, ser veterinaria. “Tenía claro que no quería hacer el grado de auxiliar de veterinaria de ganadería. Más tarde, me comentaron que había otro más dirigido a una clínica. Lo estuve mirando, pero me di cuenta de que era un curso en León y no me fiaba mucho de esa opción.”, subraya la joven, quien asegura que no tenía pensado trasladarse de ciudad a la hora de realizar sus estudios.
Al hacerse tan complicada la búsqueda Nuria tuvo que reducir el rango de opciones, encontrando tres principales a las que envió solicitud. La primera, logística y administración del transporte, de segunda higiene bucodental, de tercera prótesis bucodental. “Solicité en esos cuatro grados y cuando vi las notas no me di cuenta de cómo iban a puntuar. Me di cuenta de que no iba a entrar en logística y transportes ya que tenía un 9 y algo de puntuación y en higiene bucodental un 14 con algo, por lo que tenía más posibilidades de acceder a este grado.”
Tras este largo malentendido llegó el veredicto. “No me cogieron en el grado de logística y transporte. Las plazas del grado de higiene bucodental quedaron totalmente cubiertas por las personas que tuvieron prioridad en esa opción.”, apunta la joven, que recuerda la impotencia que sintió al haber conseguido una buena media en selectividad y bachillerato. “No sé lo que voy a hacer ni en lo que me van a coger. Estoy como en una especie de limbo.”, así lo expresa Nuria.
“En caso de que no me cojan en ningún grado, ya lo tengo hablado con mis padres desde hace tiempo, me pondría a sacarme el carné de conducir, a trabajar o a hacer algún curso que me pueda servir en un futuro. El caso es no quedarme un año entero sin hacer nada”, concluye.
De bachillerato a FP
Y es que no siempre damos con lo que nos gusta a la primera. Muchas veces tenemos una idea de lo que queremos hacer, pero no siempre damos con la opción adecuada. Es como la pescadilla que se muerde la cola, cuando entras en un bucle donde no sabes lo que quieres y como lo quieres no puedes parar de pensarlo por mucho que lo intentes. Son épocas difíciles, de preocupación, de nervios y sobre todo de una incertidumbre que no deja descanso hasta que las listas de admitidos comienzan a salir a la luz en las plataformas web de los institutos.
Jesús ha estado en contacto con esta situación un par de veces. En un principio, el joven estudiante salió de la ESO con la certeza de querer cursar un grado de informática en el instituto Galileo. Y ahí fue el momento donde todo empezó a complicarse.
“No estaba muy seguro de si me iban a admitir en el Galileo, así que busqué una opción para estar haciendo algo mientras pensaba en algo. Finalmente, no me dio la nota para entrar al grado de informática, por lo que no me quedo más remedio que continuar cursando bachillerato de ciencias, muy a mi pesar.”, recalca el joven con desilusión mientras recuerda aquella etapa.
Y es que cuando no haces algo que te gusta, se nota. Jesús reconoce que el primer año de bachillerato fue a clase con normalidad, pero a medida que el tiempo iba pasando dejo de ir con frecuencia. “No estaba motivado para hacer nada, iba a ciertas clases de inglés y poco más.”, explica.
Y cuando pensaba que estaba todo perdido, apareció el grado que le dio la oportunidad de poder estudiar algo que le gustase. “El grado de actividades comerciales del Instituto Zorrilla. Elegí comercio porque mis padres siempre han estado relacionados con algo del estilo. Mi madre, dependienta y mi padre últimamente ha estado en contacto con el mundillo del comercio, aunque ya de primeras me llamaba la atención el ámbito empresarial”, explica con una sonrisa en la cara.
“En el grado me fue bastante bien, tuve la oportunidad de hacer un Erasmus a Poznan, en Polonia, donde también realicé prácticas. Actualmente estoy haciendo un grado superior de transporte y logística. En este curso hay mucha oferta de trabajo. En Valladolid por ejemplo ya hay varias empresas de logística operando y que poco a poco se ven como van necesitando personal, es el caso de Amazon, DHL o GLS", apunta el joven mientras explica convencido que es uno de los grados que más oportunidades laborales va a tener ante un futuro no muy lejano.
A la tercera va la vencida
También hay que saberse ponerse en el lugar de los que todavía siguen en un mar de dudas por ver a que van a dedicar el resto del año. No obstante, hay casos y casos, no solo está el de no haber entrado de primeras en un sitio. También están los casos de “He entrado a la carrera que quería, pero no es lo que esperaba”. ¿Y qué haces?, salirte y empezar de cero.
Algunos experimentan este proceso sintiéndose fuera de lugar, como si la cosa no fuese con ellos. Pero sin duda lo que más aterra a los estudiantes en este tipo de casos es la frase de “Perder un año de tu vida en algo que no ha servido de nada”, y lo cierto es que, sí que sirve, al menos para darte cuenta de lo que realmente quieres estudiar. La historia de Hugo García sigue una línea bastante parecida. Recién llegado de Extremadura pisó tierras pucelanas con la esperanza de cursar periodismo en la Universidad de Filosofía y Letras.
“Solamente duré un año. A lo largo de la carrera no sentí que fuese lo mío, me desanimé con las salidas que tenía, perdí la motivación y deje de ir a clase antes de que estallase el tema de la pandemia”, aclara el joven extremeño. “Desde un principio yo había hecho el bachillerato tecnológico, por lo que miré la opción de meterme en un grado de programación y diseño de videojuegos.”, continúa explicando con efusividad.
Y así lo hizo, repitió de nuevo la selectividad para conseguir más nota y así entrar en la universidad que quería. Sin embargo, los problemas no tardaron en aparecer. “Fui a una universidad de Madrid, me mudé porque mi novia estaba estudiando allí y mi mejor amigo también, es algo que no recomiendo que haga nadie, es mejor hacer las cosas porque tú quieras y con algo que te llene y te haga feliz.”, apunta Hugo sincerándose.
Un mes más en Madrid y Hugo volvió a empezar de cero y esta vez parece ser la definitiva. Su vida dio un giro de 360 grados al escoger su tercera y última opción de estudios. “Me metí en la carrera de Filología Hispánica, en Cáceres. Por fin pude sentirme integrado y continuar con mis estudios. Mis padres son filólogos y a mí de siempre me había encantado escribir y leer, por lo que la carrera me enamoró desde un primer momento.”, el estudiante que ya lleva un par de años en donde él cree que ha encontrado su lugar.
“Después de la tormenta…
“Viene la calma”, así lo expresan algunos de estos estudiantes cuando por fin se ven dentro de una carrera o un grado que cumple con sus expectativas. “La sensación de tranquilidad es indescriptible, te ves rodeado de gente que tiene gustos afines a ti.”, apuntan muchos de ellos. Lo cierto, es que las carreras, los grados de Formación Profesional solo son una puerta de entrada para lo que más tarde va a ser una salida laboral dura.
Por ello, hay que saber escoger bien, elegir y tener paciencia con el resultado, aunque haya en algunas ocasiones que no se pueda evitar del todo el ponerse más nerviosos de la cuenta.
Además, es muy importante el hecho de no dejar que otros nos influencien a la hora de tomar decisiones importantes en lo que al futuro respecta. “Tu futuro es tuyo y nadie lo va a vivir por ti”, explica uno de los estudiantes.
Y ahí no les falta razón, ni tus padres, ni tus amigos van a vivir tu experiencia en un grado universitario o de una FP, una experiencia que lejos de ser obligatoria es puramente vocacional. El mar de dudas de julio y agosto desemboca en un septiembre tranquilo y sin sorpresas a la vista para estos estudiantes que persiguen sus objetivos cueste lo que cueste, para que en un futuro puedan trabajar de algo que les llene de verdad.