En una de las etapas más oscuras vividas por la humanidad, Miguel Ángel Reinoso (Valladolid, 1993) pasó de 200 seguidores en Twitter a los más de 138.500 con los que cuenta en la actualidad tras elaborar una fórmula matemática por la que incluso se interesó el presidente de El Salvador, Nayib Bukele. Así, su popularidad aumentó a un ritmo vertiginoso gracias a la cobertura informativa de los infectados por el COVID. Abrir el sistema de donaciones y tener varios enfrentamientos con numerosos expertos le valió para recibir un aluvión de críticas en las redes sociales. En la actualidad, con la pandemia controlada, ha cesado su actividad y descansa alejado de los focos.
Pasó del anonimato a estar en primera línea informativa. ¿Cómo fue ese proceso?
La primera semana fue amena ya que nos entreteníamos con retos y juegos. Se podía llevar. Tras 14 días en los que Pedro Sánchez anunció que se prorrogaba el confinamiento un mes más empecé a sentir agobio. Se me dio por recopilar los datos a mano con una fórmula matemática calculando las estadísticas de Italia y España. Un día lo informaticé y lo subí a Twitter. Lo puse en un comentario del Ministerio de Sanidad y la gente empezó a escribir tweets positivos. Tuvo su auge hasta el pasado 18 de febrero en el que dejé de publicar.
¿Cómo era su día a día?
Cuando empecé a dar más información con la tercera ola estaba de lunes a domingo durante nueve horas entre recopilar datos, publicarlos y responder a mensajes. Todo el rato con el móvil. Podía estar haciendo una cosa y pensando si habían salido los de Baleares para subirlos. Fue un agobio. Ahora mismo estoy desconectado e intentando volver a mi vida anterior.
¿Qué ha tenido que sacrificar esos dos años?
Sacrifiqué muchas cosas. Quedar con amigos y familiares o el arbitraje que al final lo acabé dejando. La recuerdo como una época muy dura. En Castilla y León los datos empezaron a salir a las 17 horas y, posteriormente a las 18:30 horas. Entre elaborarlos y publicarlos no tenía tiempo ni para salir a dar un paseo solo. De todas formas, mis amigos y mi familia siempre me han apoyado durante este proceso.
Tuvo mucho ‘feedback’ por parte de la gente.
Ha sido un aprendizaje continuo. No he estudiado nada relacionado con ello, pero siempre me han gustado las matemáticas y en especial la estadística. He recibido consejos de seguidores en cuanto a diseños de tablas y creo que he hecho un buen trabajo. Al haber estudiado magisterio, exponía los datos prácticamente 'para niños' y que cualquiera, con unas nociones básicas, lo entendía. Otros analistas no han llegado a tener tanta repercusión porque quizás lo complicaban mucho. Yo opté por simplificar y creo que fue bien, pero ojalá no hubiera tenido que desempeñar esta labor nunca.
También hubo numerosos enfrentamientos con el urgenciólogo César Carballo. ¿Qué ocurrió entre ambos?
Llega un momento en el que ya no estaba informando. Buscaba desinformar y vender miedo por su propio interés. Con los datos en la mano no se podía permitir eso ya que, después de lo que hemos vivido, aún hay medios que dan voz a un virus chino en el que anuncian 20 casos sin existir estudios. Parece que hay gente que no solo ha disfrutado viéndonos encerrados, sino que se han beneficiado. Me han ofrecido infinidad de veces publicitar mascarillas y medidores de CO2, iba a ganar muchísimo dinero, pero, por ética, no quise hacerlo. Con el tiempo pienso que la ética está muy bien, pero hay gente que no la tiene y a lo mejor está un crucero en Ibiza. Creo que en esos momentos tenía que combatir el 'terrorismo informativo' que hacían los medios de comunicación para ganar audiencia.
Existe un fuerte movimiento que recela de las vacunas en el que se incluye a gente relevante. ¿Qué le han dicho los expertos?
Siempre he estado a favor de las vacunas. Hay gente que me ha llamado 'negacionista' cuando he puesto que la pandemia prácticamente está terminada. Me han comentado que el virus se va a quedar para siempre o por muchísimo tiempo, pero lo que la pandemia como un problema sanitario de colapsar hospitales, está muy lejos de ello. He hablado con muchos epidemiólogos y me transmiten que se quedará como un virus más y que por suerte tenemos la herramienta para combatirlo: se conoce mucho más y tiene una manera fácil de tratarse.
Si algo ha nombrado asiduamente es el término ‘terrorismo informativo’ ¿Desde los medios de comunicación se ha restado en la lucha contra el virus?
Fue algo que llegó y, al principio, toda la gente tenía muchísimo miedo. No tiene sentido muchas noticias en las que se alertaba cuando se pasaban de dos a seis casos, por ejemplo. Se buscaban poner titulares de la forma más llamativa para ganar visitas. Se ha abusado en etapas donde no tenía tanta relevancia el COVID.
Si han generado ese miedo con la pandemia, se puede hacer con todo. Me acuerdo que en 2018 vivía en Barcelona y estaba en auge el independentismo con muchas manifestaciones. Mi madre me decía que no saliera a la calle. Eran, a lo mejor, tres personas tirando un contenedor y parecía que la ciudad estaba en llamas. Se magnifican los hechos para vender más.
Ha generado mucha polémica la apertura de diferentes vías de donación en las que se le ha acusado de ganar mucho dinero. ¿Se arrepiente de haberlo hecho?
No fue nunca una idea mía. Lo explico en mi hilo fijado de Twitter: tenía 7.000 seguidores y llevaba un mes y algo subiendo datos. De repente alguien me dijo si me podía hacer un Bizum, no entendía el motivo. Me dijo que me lo estaba trabajando mucho y me lo quiso recompensar con 10 o 20 euros. Posteriormente lo publicó e invito a más gente a que me donara. A partir de ahí, me escribió gente preguntando la forma de enviarme dinero; el que quería lo hacía y el que no, no. Había personas que me enviaban mensajes de agradecimiento y eso me llenaba muchísimo. Creo que hice muy buena labor.
Cesó su actividad el pasado 18 de febrero.
No tenía mucho sentido seguir dando una información diaria. Eliminé el Paypal y no era justo ya que no iba a subir los datos. Era un momento de dar un paso al frente. Si nos fijamos, las mascarillas solo se usan en transportes públicos, centros de salud y farmacias. Si no fuera por ello no nos enteraríamos de que está la pandemia. Se ha hablado de muchas olas, pero lo cierto es que no ha habido subidas de casos más allá de los habituales en cada verano. Ha sido una buena decisión, llevo seis meses muy tranquilo y estoy aprovechando para viajar.
¿Qué es de su vida en la actualidad?
Intento volver a conectar con la vida anterior a la pandemia. Estoy descansando. Parece que no, pero lo que hemos pasado hay que procesarlo. Por desgracia en septiembre del 2020 perdí a mi abuelo y un año después a mi abuela también. Quiero estar con la familia, con mis amigos y viajando. El futuro ya se irá viendo.
Para finalizar, empieza a preocupar la viruela del mono. ¿Está preparado para la ‘vuelta al ruedo’?
Eso está descartado. Están localizados los focos y parece no tener tanta incidencia como el COVID. No sé si sería capaz, por lo menos yo solo, a retransmitir esa información y en vivo. No tiene sentido ahora subir los datos a los tres o cuatro días y tampoco creo que tenga fuerzas para hacer lo que hice.