Segunda de Feria. Media plaza en tarde de temperatura muy agradable. En el cartel Morante de la Puebla, de azul pavo y oro, Julián López “El Juli”, de azul marino y oro con bordados en blanco, y cerraba la terna Tomás Rufo, de blanco y oro. Se lidiaron toros de Garcigrande (1º, 2º, 3º y 5º) y Domingo Hernández (4º y 6º). De justa presentación, nobles y manejables, a excepción del primero. Al final del paseíllo como ya viene siendo habitual sonó el himno nacional.
Tarde entretenida la que se vivió en el coso del Paseo Zorrilla donde El Juli demostró una vez más su condición de figura del toreo, Morante dio una de cal y otra de arena, y en la que el tercer espada, Tomás Rufo estuvo a la altura de sus compañeros de cartel, haciendo un enorme esfuerzo al matar a su primer y segundo toro con una cornada envainada. Al finalizar de la corrida fue intervenido quirúrgicamente.
Morante de la Puebla
El primero no quiso ni verlo, si bien fue el toro más incierto de la corrida, basto y feo de hechuras, lo cierto es que tampoco le dio mucha más opción. Fue mal lidiado y peor banderilleado. Le anduvo por la cara y le mató de tres pinchazos y media. Bronca.
El segundo, un toro de Domingo Hernández, de 555 kg, negro, noble, tuvo buen son y buen tranco. El de La Puebla lo vio e hizo las delicias del público con el capote. Lo recibió con ayudados por alto rodilla en tierra, y ya de pie, le enjaretó tres verónicas con el mentón hundido y metiendo los riñones y unas chicuelinas, todo ello rematado con una media con sabor añejo. El toro acudió al caballo al relance recibiendo un puyazo. Buen tercio de banderillas a cargo de Trujillo y Sánchez Araújo. Brindis al público.
Inició el trasteo con unos ayudados por alto con rodilla en tierra llenos de temple, suavidad y torería. Siguió por el pitón derecho con el compás muy cerrado rematando la tanda con un trincherazo de ensueño. Por el pitón izquierdo no tuvo el toro la misma clase que por el derecho no desplazándose todo lo que hubiéramos deseado lo que restaba profundidad al muletazo, y además salía distraidillo a la salida del muletazo.
A pesar de ello, Morante, bajo los acordes de su pasodoble, consiguió muletazos de bella factura al natural al llevar muy embebido al toro en la muleta rematando la faena con un pase de pecho eterno. Volvió al pitón derecho, que fue el pitón del toro, y consiguió pasajes de emoción por la bella factura de los muletazos que se fueron sucediendo ante el alboroto del respetable.
De nuevo volvió el cigarrero al pitón izquierdo consiguiendo a base de buena colocación y sentido de las distancias, sacar muletazos de bella expresión tirando del astado. Mató de estocada muy caída. Oreja con fuerte petición de la segunda y aplausos al toro en el arrastre. Bien el presidente que actuó con rigor toda la tarde en la concesión de trofeos.
El Juli
Reaparecía el madrileño tras el percance sufrido en la pasada feria de Palencia. Lidió en primer lugar, un toro de Garcigrande, Jerifalto de nombre, con un peso en la báscula, de 554 KG, castaño, capirote y listón. Estrecho de sienes y de cara algo lavada. Lo recibió por verónicas desplazándose el toro por ambos pitones. Empujó el toro en el caballo hasta derribar al picador. Quitó por chicuelinas rematando con una revolera.
Brindó al público. Inició el trasteo con derechazos con la pierna flexionada. Buen toro el de Garcigrande, con ritmo, metiendo la cara, desplazándose por ambos pitones, y El Juli, perfecto conocedor de esta ganadería, lo aprovechó. Se alternaron tandas tanto con la izquierda como con la derecha todas ellas muy ligadas rematando con pases de pecho que llegaban al público.
Por el pitón izquierdo le costaba un poco más al toro y por ello el toque a la hora de citarle era más brusco pero una vez que se arrancaba metía la cara con clase. Sin duda la técnica y el temple que atesora el madrileño, hizo que la faena alcanzara intensidad y emoción en los tendidos dado que en todo momento llevó muy cosido al astado a la franela. Mató de estocada caída y atravesada. Oreja y aplausos al toro en el arrastre.
El segundo de su lote, Rompetapas, de Garcigrande, con un peso en la romana de 562 kg, negro, listón, estrecho se sienes, de los que caben en la muleta, fue un toro que si bien de salida no mostró mucha codicia a medida que fue transcurriendo la faena se vino arriba, lo que no quiere decir que tuviera la codicia como virtud. Le recibió Julián por verónicas, y ya en el tercio de varas recibió un único puyazo.
Una vez más, tiró el madrileño de raza, de oficio y de técnica, de manera que construyó una faena por ambos pitones que llegaron al público. Los tiempos que le dio al toro, el conocimiento de las distancias y de las alturas hizo que la faena fuera cogiendo vuelo al engarzar un pase con otro por la buena colocación.
Mató de estocada tendida y desprendida. Oreja con petición de segunda que no fue concedida gracias al buen criterio del presidente y sus asesores. Aplausos al toro en el arrastre.
Tomás Rufo
Volvía Tomás Rufo al coso vallisoletano en el que se doctoró hace casi un año, y la gente le esperaba, y el talaverano no defraudó. Ya aquella tarde del 11 de septiembre demostró en un toro que sabe torear, y muy bien, con los toros que le permiten expresarse, y en el otro que tiene valor seco y cojones para cortarles las orejas a los que salen mordiendo. Hoy de nuevo ha dado una lección de torería y de cojones, sí de cojones, porque después de recibir una cornada en el primero de sus toros se “escapó” de su cuadrilla y volvió al ruedo para dar lidia y muerte a sus dos toros.
En el primero, de Garcigrande, Altanero de nombre, con un peso en la romana de 519 KG, negro, noble, y de buena condición, saludó por verónicas y al realizar un quite el toro le arrolló propiciándole una cornada envainada en la pierna derecha y fuerte golpe en la rodilla izquierda. A pesar de ello y una vez que se “deshizo de sus hombres” cuando le llevaban a la enfermería, le recetó unas verónicas muy templadas rematadas con una revolera muy aplaudidas por el público. Carretero y Fernando Sánchez saludaron.
Brindó al público. Inició la faena de rodillas rematando la tanda de pie. A esta le siguió otra por el pitón derecho en la que el toledano le bajó la mano metiendo los riñones y alargando la embestida del astado lo que proporcionaba profundidad a cada muletazo, rematando con un pase del desprecio.
Buen toro el de Garcigrande que se desplazó con nobleza y cierta transmisión tanto por un pitón como por el otro. Rufo, muy metido en la faena, aprovechó la buena condición del astado hasta que poco a poco se fue agotando, culminando las últimas tandas con desplantes muy toreros. Pinchazo y estocada. Oreja.
Pasó a la enfermería el toledano a la muerte de su primero, y lo lógico es que allí se hubiera quedado para que los galenos hicieran su trabajo, pero en un gesto de vergüenza torera, de respeto a su profesión y al público de Valladolid, y de un punto de locura, salió a matar a su segundo toro decidiendo que le operaran al término de la corrida. Lógicamente salió algo mermado, pero Gallareto, de Domingo Hernández, de 493 Kg, castaño, capirote, quizás el más anovillado de todo el encierro, ni se percató que el torero que tenía delante tenía abierta las carnes.
Lo recibió Rufo a pies juntos con el capote y con verónicas con mucha cadencia y sabor castellano, echándole los vuelos trayéndole embebido en los mismos rematando a una mano con mucha torería. Recibió un puyazo que apenas le provocó sangrado. Brindó al público Rufo.
Era ostensible su cojera. Pero más ostensible era la falta de raza, codicia, y bravura del de Domingo Hernández que echó al traste la ilusión del toledano de salir a hombros. Tandas por un pitón como por el otro, que por la condición del animal, no acababan de ser suficientes para que el ambiente se caldease. El torero lo puso todo de su parte, y quizás el toro también, pero el poco fuelle y falta de fuerza del astado provocó que el enorme esfuerzo que hizo Rufo no se viera recompensado con un trofeo. Terminó por acortar las distancias dando muestra del valor y de las ganas de ser figura del toreo. Mató de media estocada con el toro pegado a tablas. Aplausos. Al terminar la corrida pasó a la enfermería para ser intervenido quirúrgicamente.
En resumen, tarde entretenida la vivida en el coso del Paseo Zorrilla que registró una entrada muy por debajo de la categoría del cartel.
P. D. Debutó en el palco como asesor artístico el que fuera novillero y banderillero de Alaejos Jesús Ojeda.